Es viejo, el sainete sobre la Cámara de Cuentas. Comenzó en su proceso de integración, un pecado original que al igual que a esta institución, también signa otras instituciones del Estado, y con ello la gobernabilidad democrática del país. Una circunstancia que, entre otras razones, es fruto de pifias conscientes/inconscientes cometidas durante el tortuoso proceso de alianzas para poder defenestrar el régimen peledeísta. La guerrita entre los miembros de la CC, algunos la quieren guerra total y definitiva en este momento preelectoral y destruir ese órgano de control para obstruir los procesos que lleva a cabo el Ministerio Público contra los desfalcadores del Estado.
Los miembros de la CC que obstruyen su expedito funcionamiento son fruto de la transacción con el partido arriba señalado y en esta coyuntura son apoyados por el PLD y sectores cercanos a estos que disfrutaron de canonjías y puestos en el Gobierno e instituciones del Estado disfrazados de “independientes”. A ese propósito, es llamativo que algunos legisladores del PRM hablen y apoyen un fementido juicio político a la CC. Una coincidencia con la oposición PLD/FU, y con los caballos de Troya dentro del órganos de control colegiado que, en primera y última instancia, representan los intereses de esos partidos y de sus allegados. Y es que dentro del PRM hay muchos que no les interesa otra cosa que no sea beneficiarse del poder, independientemente de lo que digan o piensen los principales dirigentes de ese partido.
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En los procesos de cambio radical o de transiciones de un régimen (forma de Gobierno) a otro, la tensión entre la continuidad y el cambio se expresa de muchas formas, y la historia dice que la tendencia es hacia el triunfo de la primera sobre el segundo. La consistencia de este fenómeno radica, esencialmente, en una mala o difícil gestión del proceso de cambio y/o en la contemporización con importantes sectores representantes de la continuidad fuera y dentro de las mismas fuerzas del cambio. En particulares coyunturas, los errores que comete una determinada colectividad política no solo le concierne a ella, sino también a algunas que sin ser necesariamente antagónicas coincidieron en cuestiones importantes con esa colectividad.
Abstraerse de este debate es no ser consistente con la afirmación de que se debe defender al Ministerio Público en su lucha contra la impunidad. En lo que respecta al Gobierno, este debe aprender que las alianzas laxas o afrentosas solo conducen a malas selección de representantes en instancias de los poderes del Estado, locales y legislativos, que luego se convierten en verdaderos caballos de Troya y en muchos casos en sus sepultureros…