El intercambio Vega-Valdez: algunas reflexiones

El intercambio Vega-Valdez: algunas reflexiones

Las ideas de Bernardo Vega sobre redistribución del ingreso, tienen sus luces y sombras; pero ninguna incluye la medida más eficaz, a mi entender, que es la de subir el salario, como propone Héctor Valdez Albizu. De hecho, Vega se opone a esta última con muy pobres argumentos, como veremos.
Vega afirma que el sistema tributario dominicano es regresivo, por lo que el Gobierno, cuando capta ingresos de los contribuyentes, le quita más que proporcionalmente a los trabajadores que a los capitalistas (simplificando, usaré estos dos conceptos para designar los principales actores sociales del sistema económico). Generando así más desigualdad. Y tiene razón.
Donde se equivoca es cuando afirma que, con el gasto público en servicios sociales y transferencias, el Gobierno contribuye a revertir el primer efecto. Esto así porque cuando el gasto público y las trasferencias son financiadas con impuestos a los trabajadores, lo que hace el Gobierno es transferir consumo de un grupo de trabajadores a otro grupo, no incrementar el consumo de los trabajadores en su conjunto. Solo sería así, si el gasto público es financiado con deuda o con impuestos a los capitalistas (que solo consumen una proporción modesta de sus ingresos); aumentando así la demanda agregada, y por tanto el ingreso. Y esto último no está en el recetario de Vega.
Son tres los argumentos de Vega para oponerse al aumento del salario. Primero, porque supuestamente aumenta el saldo negativo de la balanza comercial. Esto no se sostiene. El componente importado del consumo del trabajador es mucho menor que el del gasto del capitalista. Luego, una mayor participación de los salarios dentro del ingreso agregado, aumenta más la demanda de bienes y servicios de producción interna, que con la distribución concentrada actual, donde predomina el patrón de consumo mayormente de bienes importados de los capitalistas.
Segundo, que les quita competitividad a las exportaciones. Esto es mayormente falso. La gran proporción de las exportaciones nacionales son bienes básicos (agrícolas y mineros) sobre cuyos precios internacionales el país no ejerce influencia, y cuyas ventas dependen de la demanda mundial. Por efecto de la globalización, lo mismo se aplica al turismo, donde la elasticidad precio de la demanda no es tan alta, y la incidencia del costo laboral de mano de obra no calificada no es significativa respecto al costo unitario total. Por el contrario, un mejor salario intensificaría la demanda derivada de este sector hacia el resto de la economía. En cuanto a las zonas francas, no conozco ningún país que se haya desarrollado imponiéndole al resto de la economía el nivel del salario de sus maquiladoras, y por tanto, restringiendo su mercado interno.
El tercer argumento, sobre la baja del ahorro, fue bien rebatido por Valdez: el ahorro es una porción del ingreso. Y, agrego yo, una mayor propensión media al consumo de la economía, resultado de mayor participación de los salarios en el ingreso, por efecto de un aumento del multiplicador, genera mayor ingreso total, por tanto, un ahorro igual o mayor.A demás, el ahorro no determina la inversión en una economía con desocupación, sino lo contrario (Keynes).
Pero el punto más interesante del intercambio, lo trae el gobernador Valdez Albizu, al constatar la doble tendencia de una caída del salario real acompañada de un aumento de la productividad. Una economía en que los empresarios buscan incrementos de productividad para reducir sus costos y obtener mayores márgenes de ganancia, no es propensa a aumentar los salarios. Bajo condiciones favorables de alto crecimiento con baja tasa de desempleo (entre 3% y 6%) es cuando gozan los trabajadores de una posición de fuerza frente a los patrones, para negociar mejoras salariales. Pero en una economía que crece con una tasa de desempleo de entre un 14% y 17%, los trabajadores cuentan con un menor poder de negociación. Por eso, la mejor medida para elevar los salarios de manera sostenible, es reducir la tasa de desempleo, con políticas fiscales y monetarias activas.

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