El interés electoral predomina sobre la crisis de salud y sus consecuencias

El interés electoral predomina sobre la crisis de salud y sus consecuencias

La RD registra los peores resultados del coronavirus en la región del Caribe y Centroamérica, con el agravante de que se encuentra en transición hacia un nuevo Gobierno que tendrá que enfrentar una grave crisis económica y social

La región del Caribe y Centroamérica registra unas baja incidencia de contaminación y muertes a causa del coronavirus, y la República Dominicana está a la cabeza de los más afectados, dos meses después que se registrara el primer caso y transcurriendo la séptima semana de un período de emergencia y confinamiento de la población.
La coyuntura electoral, en medio de una severa crisis política y de credibilidad en las instituciones, ha dificultado las posibilidades de contener la pandemia y empezar la planificación para enfrentar sus consecuencias económicas y sociales, que podrían sumir el país en la peor conturbación de su etapa de incipiente democracia.

Entre peores en la región

Aunque hace dos semanas el presidente Danilo Medina presumió de buenos resultados dominicanos frente al coronavirus, para hacerlo tuvo que apelar a la comparación con los desastres de España y Estados Unidos. Si se analiza en relación al continente y a la región del Caribe y Centroamérica entonces RD está entre los peores.

Entre los 13 mayores países de la región, incluyendo a México, Colombia y Venezuela, RD tiene el peor resultado. Panamá le supera en la proporción poblacional contaminada, 0.15 a 0.06%, pero la tasa de letalidad, es decir los fallecidos como porcentaje de los enfermos, es superior en el país 4.3 a 2.8 por ciento.

Sólo México acumula más contagiados que RD, 17,799 a 6,972, pero con porcentaje de 0.0l, versus 0.06, porque la población mexicana, de 127,7 millones, es 12 veces superior a la dominicana, estimándola en 11.1 millones.

En el cuadro anexo resalta la alta letalidad de Haití, Honduras y Puerto Rico, pero los tres con muy bajo número de contagiados. La letalidad en Colombia es ligeramente superior a la dominicana, 4.5 a 4.3, pero la proporción de contaminados es mucho menor, 0.01por ciento.

Un vistazo a las estadísticas sudamericanas, indica que la mayoría de los países también registran menores porcentajes de afectados y fallecidos. Ecuador es el peor, seguido de Perú. Brasil lidera con 79,685 contagiados, pero con población de 211.4 millones, para quedar en un bajo porcentaje de 0.037 contaminados. Todos estos cálculos con datos del periódico El País, de Madrid y de BBC Mundo al 30 de abril.

El gran dilema nacional

Transcurriendo la séptima semana desde que se inició la emergencia nacional por el coronavirus, el 19 de marzo, la población dominicana presenta claros signos de fatiga mientras las autoridades se debaten en el dilema de mantener indefinidamente las restricciones, incluido el cierre de casi todas las actividades productivas, o dar inicio a una reactivación ya programada, porque desde la semana pasada circula un calendario elaborado por el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo, según el cual esa etapa iniciaría el 11 de mayo. El mismo ministerio se cuidó de advertir que no es un documento oficial.

No es sólo el Gobierno que teme fijar posición al respecto, también importantes sectores empresariales y la oposición política, pues todos temen favorecer una decisión que pudiera desatar una mayor expansión de la pandemia, que no ha entrado con fuerza en los sectores populares, después de haberse iniciado en las clases medias y altas más vinculadas a los países precursores. Sin quererlo, el Gobierno incentivó las expectativas de reactivación cuando esta semana reanudó el trabajo de los altos funcionarios, con personal fundamental.

Entre los empresarios, la posición más favorable al inicio de la reactivación la ha expresado la Asociación de Industrias, seguida de la Asociación de las Pequeñas y Medianas Empresas, que incluso ha publicado un protocolo a seguir para proteger a empleados y clientes. Este sector es el más castigado por la parálisis, con gastos fijos, temiendo quiebras masivas. La presión de los trabajadores por cuenta propia y los chiriperos se manifiesta cada día más en la proporción que sale a las calles buscándose el sustento diario.

Alrededor de 850 mil empleados de más de 50 mil empresas formales tienen sus contratos suspendidos, y aunque una parte recibe subsidio del Gobierno, no alcanzan a cubrir el costo de la canasta familiar del quintil más pobre, situado en 14 mil 200 pesos mensuales. Muchas empresas que han estado aportándole una parte del salario, también comienzan a declararse en incapacidad para prolongarlo.

Repercusiones económicas. La alta dependencia de factores externos, como el flujo turístico, de remesas, inversión extranjera y del financiamiento, particularmente en bonos soberanos en los últimos años, determina más severas repercusiones económicas y sociales derivadas de la pandemia que golpea duramente a Estados Unidos, España, Italia, Gran Bretaña, Francia y Alemania, principales socios en esos renglones.

El turismo está paralizado en todo el mundo y nadie se atreve a vaticinar cuánto tiempo necesitará para recuperarse, con un desempleo que en Estados Unidos ha sumado 30 millones de personas y una recesión de 4.8 por ciento en el primer trimestre, agravada a partir del cuarto mes. El Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió esta semana que la caída del turismo en la región del Caribe, donde RD es principal destino, implicará una regresión de 6.2% del producto interno. Todavía después que se reanuden los vuelos y se recupere el empleo, faltará tiempo para que muchos recuperen la confianza en viajar. Las remesas también caerán, ya 20 por ciento en marzo pasado, pero éstas sólo dependerán de la recuperación del empleo. Turismo y remesas generaron el año pasado 15 mil millones de dólares en la RD.

Las perspectivas son de que en el mejor de los casos, como adelantaron el Banco Mundial y la CEPAL, la economía dominicana quedará este año en crecimiento cero, pero analistas económicos nacionales creen que podría ser peor. Al anunciar un crédito de 650 millones de dólares al país el jueves, el FMI advirtió que el Covid-19 ha perturbado la economía nacional “y ha creado urgentes necesidades de balanza de pagos y financiamiento fiscal”, que cuando la pandemia retroceda será necesario volver a una consolidación fiscal y flexibilidad cambiaria para mantener reservas internacionales, garantizar que la relación deuda pública BID se mantenga sostenible y en ruta descendente.

La peor crisis en décadas. La recesión económica y el desempleo y la consiguiente caída de los ingresos fiscales, configuran lo que ya se advierte como la peor crisis económica en todo el período de la incipiente democracia dominicana. Se le compara con la guerra civil que siguió a la invasión militar norteamericana de 1965 que frenó el triunfo de la revolución constitucionalista y con la del 2003-04 por las quiebras bancarias.

Ahora como en 1965 el país ha vivido semanas de parálisis económica, con toque de queda, y aquella vez con mayor número de víctimas mortales, pero con un entorno internacional sin problemas, que buscaba ayudar al país, incluyendo a Estados Unidos, que amortiguó su violenta irrupción con asistencia financiera y alimentaria, mercado preferencial y que abrió sus fronteras a unas inmigración que en medio siglo llevó a su territorio cerca de dos millones de dominicanos. De esa forma contribuyó a la enfriar la caldera social.

La crisis bancaria del 2003 fue también local y los organismos internacionales prestaron rápida asistencia, sin que afectara el turismo ni las remesas, y el país tenía mayor capacidad de endeudamiento que ahora, cuando está llegando a límites de sostenibilidad. La colocación de bonos internacionales con la que se ha financiado el déficit presupuestal, se verá en dificultades en la misma proporción que caigan los ingresos fiscales y se agudicen el desempleo y la pobreza.

Los intereses electorales. La circunstancia de que la crisis se desencadenara en la etapa final de la campaña electoral para elegir nuevo presidente y Congreso ha dificultado una respuesta concertada y más efectiva y sigue condicionando las políticas públicas y el apoyo de la oposición. Desde el primer momento el Gobierno jugó a administrar solo la crisis, pretendiendo encontrar en ella una oportunidad para mejorar el pobre posicionamiento de sus candidatos. Ni por cortesía ha respondido las sugerencias y reclamos de concertación de los partidos de oposición.

En vez de asumir la responsabilidad de buscar asistencia internacional y comprar directamente los insumos y equipos para responder a la emergencia, prefirió dejar que avioncitos del candidato presidencial fueran tan lejos como a China para traer pequeños cargamentos, cuando pudo apelar a acuerdos bilaterales para traer un carguero, incluso con mercancías de empresas que quedaron varadas en ese país por falta de transporte normal.

Todavía el pasado domingo tras el desorden del peregrino que llegó a Puerto Plata con escolta policial, de militares, defensa civil y 911 y congregó una multitud, el Gobierno no sólo pretendió culpar al principal partido opositor, porque el alcalde local imprudentemente prestó un vehículo con altoparlante, sino que permitió que las brigadas del candidato presidencial Gonzalo Castillo llegaran allí a desinfectar en el horario de toque de queda, en vez de hacerlo los organismos del Estado.

La instrumentalización de la pandemia con interés electoral, llevó a candidatos opositores, especialmente a Luis Abinader del PRM, a una desigual competencia con los muchos mayores recursos del oficialista. Y aun así todavía discuten qué hacer con 15 mil pruebas que entregó al laboratorio de la Universidad Autónoma, sin que recibieran autorización para utilizarlas. La consecuencia es que la oposición ha endurecido sus posiciones alejando más la concertación reclamada por todos los sectores sociales, no sólo para enfrentar la pandemia, sino también sus consecuencias económicas y sociales. Y no sólo en las 15 semanas que restan al actual Gobierno, sino para el que debe comenzar en agosto con el rancho ardiendo.-

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