El intríngulis de la ultimidad peledeísta

El intríngulis de la ultimidad peledeísta

 JUAN D. COTES MORALES
El Partido de la Liberación Dominicana obtuvo su triunfo electoral del año 2004 con la mayoría que se propuso la dirección política y el liderazgo del doctor Leonel Fernández Reyna.
Luego, en el año 2006, el PLD obtuvo otra mayoría para ultimar la morralla política.

Ahora, después de exhibir los beneficios de esos triunfos electorales, rebasando los límites intrínsecos del presente histórico, el presidente Leonel Fernández y el PLD están obligados a formar, propiciar, construir, constituir, buscar, crear, heñir la necesaria e impostergable mayoría nacional para producir las reformas sociales, políticas, económicas, educativas y culturales que necesita el pueblo de la República.

Una buena parte de esta otra mayoría a la que me refiero, se presiente, es flotante, inquieta, tiene vida propia, pero no puede valerse por sí sola porque está contaminada por la indecisión, el temor al fracaso, el miedo, el desamor, la frustración, la burla, etc. Se parece mucho a las masas silentes de que hablaba el ilustre Joaquín Balaguer.

En realidad son otros tropecientos montones que se afanan mucho, luchan denodadamente por participar en las cosas propias de la comunidad y desean fervientemente que se les tome en cuenta y se les dé un tratamiento decente en todos los aspectos de la vida política, social y cultural, a fin de que no lo sigan marginando, ninguneando, ni cualquierizando por otros que nunca han sido ellos mismos sino otros muy distintos.

Así es la vida. Es necesario comprenderla así. El presidente Leonel Fernández sostiene el hilo mágico de la concinidad de su hybris afirmando el color de la escarapela de su partido y acogiendo en la casa a todos los morachos con actitudes para aprender los ideales del ilustre maestro que fundó el partido, sólo con su palabra y con su ejemplo.

Eso está muy bien. Eso es trabajar por la nueva mayoría. Pero eso no es suficiente para poner fin al tango judicial, a la justicia por encimita, a la sinarquía del CONEP, a la timocracia, a la brava mermelada de la oposición que aún le falta rabo por desollar.

Construir la nueva mayoría es un ideal político vital para dar eficacia, seguridad y confianza al gobierno democrático de la República. Ese es el oxígeno institucional. Solo así sobra carácter para sostener el fundamento político del sistema y la autoridad suprema del Estado.

La ultimidad peledeísta son las reformas. El intríngulis no está en el gobierno ni en el partido. Asoma en algunas instituciones colegiadas donde se distribuye el pan envenenado de los resentimientos, las inconformidades y los odios que como tizones humeantes esparcen los bien entrenados dirigentes sociales que fastidian igual que fótulas.

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