El jefe de las guerrillas fue Manolo Tavárez

El jefe de las guerrillas fue Manolo Tavárez

José Daniel Ariza tenía don de mando y siempre ha sido guerrero, pero el jefe de la guerrilla de Manaclas era Manolo Tavárez Justo aunque fuera menos guerrillero que él. Y el comandante era Fidelio Despradel porque era miembro del Comité Central del 14 de Junio y era un político, pero ese título se gana en la sierra, peleando.

Juan Germán Arias hace estas y otras aclaraciones en reacción a consideraciones de Ariza en dos reportajes publicados en Areíto.

Este ingeniero y catedrático universitario, conocido también por el apodo de “Chanchano”, fue un activo revolucionario desde su juventud cuando combatió la tiranía de Trujillo. Después de torturado en La 40 y estar preso en La Victoria le confinaron a la isla Beata donde fue sometido a martirios físicos y psicológicos.

Su accionar tiene coincidencias con el de Ariza. Además de pertenecer a la misma organización, vivió el exilio y se entrenó en Cuba, conoció a Ernesto Guevara, tuvieron camaradas comunes. Ambos acompañaron a Tavárez Justo en la montaña. Arias abandonó el escenario antes que Ariza, con el objetivo, según relata, de cumplir “una misión”. Marcelo Bermúdez, El Guajiro, guía de los insurrectos, y Despradel, salieron con él.

Era hombre de confianza de Manolo, quien durmió varias veces en su casa de Santiago, donde le pidió adiestrar nuevos cuadros. Virgilio Perdomo, cuya valentía destaca, Rubén Díaz Moreno, El Guajirito, y otros estuvieron entre sus reclutados.

“Ahí no estaba José Daniel”. Germán Arias aclara que cuando ya estaban en la loma se estructuró el comando que integraron Manolo, Fidelio y él, que fue nombrado jefe de operaciones. “Ahí no estaba José Daniel Ariza”, exclama. Añade que “ya Germán Arias había hecho vida partidaria”.

Señala específicas páginas del libro publicado por Ariza donde afirma que incurre en inexactitudes respecto a su actuación en Manaclas y con expresión sosegada, contrastante con su temperamento inquieto, expresa: “Él dice que no es violento. Quisiera decirle que sí lo es” y refiere una pelea a los puños que tuvo en Jamaica con Rafael Fort del Valle que Ariza presenció inmutable pero luego en La Habana le dijo: “Si le hubieses cogido miedo yo era el que te iba a entrar”. Igualmente, aludió a los “batazos” que Ariza propinó a los paleros de “Balá” en los días de la destrujillización.

Conocedor del valor de Chanchano, Ariza le confesó en Cuba que si algún día se formaba una guerrilla quería estar junto a él, “codo con codo”.

“Por eso, cuando en Manaclas se formó el famoso comando, José Daniel se ganó una posición porque tomaba decisiones”. Significa que él también estaba entrenado militarmente y era miembro del recién formado gobierno de la montaña “¿y por eso voy a decir que yo era el jefe? ¡No!”, responde.

Y explica: “El jefe de operaciones es el verdadero comandante y jefe en el momento de tomar determinaciones” y reitera que Fidelio no era comandante, “eso era un título” porque ese rango “se gana en la acción diaria”.

“Los jefes de esa guerrilla éramos José Daniel y yo, pero no nos da la condición de decir que éramos jefes de Manolo”.

Confiesa que no pensó en fracasar antes de internarse en la cordillera Central porque Guillermo Pérez tenía una finca en Los Montones, “que era el posible santuario de la guerrilla”.

“José Daniel nunca estuvo de acuerdo con esa misión”, manifiesta. Ariza asegura que ese recorrido no era posible en el tiempo que los “comisionados” calcularon y Arias replica: “Sin embargo, cuando él salió de Manaclas hizo el trayecto en dos días y la distancia fue mucho más larga”.

Defiende su salida. “Yo era jefe de la infraestructura en esa zona, era el encargado de ir a esa finca”. Se molesta al cuestionarle si no abandonaron a Manolo cuatro de sus hombres en mejores condiciones y responde que “esa misión se discutió con Manolo” y Ariza le preguntó: “¿Tú aprobaste eso?” y al líder responderle afirmativamente, “se sentó en el suelo y le comentó: ‘Los verás en el cielo’”.

“Todos los frentes estaban eliminados, en Manaclas solo habíamos siete capaces de entrar en combate: José Daniel, Fidelio, Marcelo, Polón Méndez, Joseíto Crespo, Rafael Reyes y yo, y había que tomar decisiones, y las tomaron Fidelio y Manolo: teníamos que ir a esa finca, sabía que me esperaba Bololo, el encargado. El Guajiro tenía que ir, porque era el guía; Marcelo porque era muy conocido en el lugar y Manolo le dijo: ‘Marcelo, quiero que vayas porque hay que salvar esta guerrilla’”.

Y Fidelio porque “decía que desde Los Montones se podía comunicar con la capital”. Se le preguntó si alguien en Santo Domingo esperaba esa llamada y respondió: “Yo no sé”.

“Nosotros éramos la esperanza de que esos guerrilleros se salvaran, íbamos a buscar medicina y comida y para sacar a los enfermos”, afirma.

Negó que en algún momento Ariza le planteara sacar a Manolo. José Daniel declaró que con el conocimiento militar que ambos tenían lograrían salvarlo. “No, se lo llevaría él y otro porque yo había propuesto que nos quedáramos Rafael Reyes, Marcelo, Joseíto Crespo, El Guajiro y yo, una guerrilla de seis hombres, porque teníamos condiciones”.

Un dolor de Germán Arias es no haber obedecido a El Guajiro cuando en su agonía por los disparos que le hizo el alcalde le pidió: “¡Mátalos a todos!”, incluidos los campesinos. Solo eliminaron al alcalde. Chanchano disparó al techo y dijo que esos tiros eran para ellos si los seguían, mientras “Fidelio y Marcelo se llevaron al muerto”. Los sobrevivientes de ese incidente denunciaron la ubicación de los revolucionarios.

Germán Arias nació el 27 de mayo de 1933 en Santiago. Estudió en la escuela Paraguay, inició bachillerato en La Normal pero lo interrumpió para jugar con las Águilas. Al concluir, ingresó a la Universidad a estudiar ingeniería que también dejó trunca porque cayó preso. Entre sus compañeros catorcistas estaban Manolito y Vitico González, hermanos de su entonces novia Rosa Barbour, con quien está casado desde hace 49 años. También Adolfo Franco, Andrés Lora, Asdrúbal Domínguez y José Israel Cuello. Concluyó la carrera después del ajusticiamiento.

Camaradas de luchas fueron también Luis Gómez, junto al que fue monaguillo en la iglesia La Altagracia; Polo y Marcos Rodríguez, Josué Erickson, José Antonio Constanzo, Luis Genao, entre otros.

Su adiestramiento militar en Cuba lo recibió de los “Cheístas” que estuvieron con Ernesto Guevara en Sierra Maestra. “Era fuerte”, dice. Son inolvidables para él las enseñanzas y consejos del Che, que recita como un catecismo.

Alude a una película japonesa, “Rashomon”, que narra el crimen de un samurai a través de cuatro versiones diferentes. “Cuando la gente está ofuscada cree que la suya es su verdad”, comenta, y agrega: “Creo que José Daniel ha pasado por muchos momentos en su vida, quizá por la isquemia está contando todo eso como lo está sintiendo pero ni él ni yo éramos jefes de esa guerrilla, podíamos ser jefes militares, pero no jefes de Manolo”.

 

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