El jerez, difícil encaje

El jerez, difícil encaje

Caius Apicius

Madrid, EFE.- En una tierras especiales del sur de España, muy cerca del mar, se elabora uno de los vinos con más personalidad del mundo; un vino realmente único, alabado por poetas, ya favorito de Shakespeare, que trasladó al vividor Falstaff su pasión por el vino de Jerez.
Un vino que, en efecto, es tan del gusto anglosajón que se ha imitado, con el nombre de Sherry, en todos los territorios vinícolas de la Commonwealth, como Sudáfrica, Australia o Nueva Zelanda. Vino que lleva en sí mismo el sol de Andalucía, la alegría de la feria.
Hay muchos tipos de jerez, desde los poderosos amontillados viejos al fresco fino y a los dulces PX, pasando por los olorosos, con gran personalidad. Se nos dice que cada jerez tiene su momento, y así será, pero ¿cuál es, ahora mismo, ese momento?, porque fuera de su área de producción apenas se ve pedir un jerez. Lo que más, “un fino” o su hermana marinera “una manzanilla” de Sanlúcar.
¿Qué pasa con el jerez? ¿Es tan difícil ubicarlo? Pues… sí. Los grandes y viejos olorosos y amontillados son vinos “de meditación”, para beber solos, en calma, seguramente en soledad o con un amigo que salpique esa soledad con frases sabias: es la sabiduría del gran vino. Los “PX” (por la variedad de uva Pedro Ximénez) son vinos de postre.

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