El juego de azar

El juego de azar

MAURO CASTILLO
Los trastornos que existen en la personalidad de todos aquellos sujetos masculinos o femeninos que han caído en la adicción al llamado Juego de Azar, consisten, según la mayoría de los investigadores, en una profunda inseguridad en sí mismo, una pobre autoestima, que los mantiene agobiados por su bloqueante timidez y todo esto culmina con cuadros depresivos periódicos, con ideas de autodestrucción combinadas con crisis obsesivas compulsivas, que son las que conducen a todos los adictos a no poder resistir sus deseos cotidianos de jugar, obligándolos a buscar dinero de manera desesperada y de no encontrarlo recurrir al préstamo o al robo a los familiares o al lugar donde trabajan, etc.

Todo este fúnebre panorama que sabemos que en estos momentos está afectando a tantos individuos y a sus familias puede er tratado y hasta recuperado si se someten a un programa de Psicoterapia individual y familiar de manera continua y firme.

Pero nuestro principal propósito no es solamente ayudar a salir de este abismo a los que en este instante están sufriendo junto a los suyos, sino proveer a cada familia dominicana con un programa educativo que llamamos vacunas conductuales con el propósito de inmunizar a cada niño o niña para siempre, si se aplica desde temprana edad, preferiblemente desde los tres años en adelante, para que así eduquen a sus hijos desde la pequeña infancia con una sólida autoestima.

Este programa implica los siguientes pasos:

A) Que cada niño sea educado desde la primera infancia con un trato valorizante que le consolide una elevada autoestima bien definida y bien visible. Debemos recordar que la forma más fácil y sencilla que todos tenemos al alcance es educar a cada uno de nuestros hijos bajo una continua manifestación de amor, que les llegue a lo más profundo de su alma para que se puedan sentir y desarrollar con una imagen de sí mismo tan elevada que los haga mantenerse y verse como verdaderos triunfadores y siempre optimistas ante las posibles barreras que tengan que salvar y vencer.

B) Evitar menospreciar las distintas actitudes que adoptan los niños en el hogar, en la escuela y en todo el medio social donde se desenvuelvan, no catalogarlos de “imbéciles” “brutos” o “locos” por ciertas torpezas que pueden repetir en el entorno familiar por sus normales faltas de coordinación psicomotoras propias de sus edades de desarrollo, físico y mental que hacen que sus reflejos y sus percepciones de la realidad puedan parecer díscolas o incoherentes.

C) Los padres o los tutores no deben jamás hacerse acompañar por sus hijos o pupilos a casas de juegos como Bingos, Casinos, etc. y mucho menos hacer de su propio hogar un lugar donde se acostumbre a celebrar partidas de juego de azar que pueda involucrar ganancia de dinero.

Recordamos uno de los tantos casos tratados en nuestro consultorio en que un brillante profesional de la salud destruyó su hogar y su familia y su propia moral por haber caído en una adicción al juego de las ruletas y nos manifestó que su adicción la comenzó cuando desde la preadolescencia acompañaba a su madre los sábados y domingos a los juegos de azar que se habían establecido en un sector un poco distante del Parque Independencia, y que en ocasiones regresaban a pies porque su madre lo había perdido todo y no podían tomar un carro del concho después de las 10 de la noche. Su madre quizás sin desearlo lo indujo al juego para toda su vida. La búsqueda de ayuda la hizo el propio paciente y la familia, pero demasiado tarde.

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