“Los juegos son la forma más elevada de la investigación”
Albert Einstein
Hace unos días compartí que estaba atravesando por un desafío personal, que ponía a prueba mi decisión de mantenerme enfocada en el amor. Centrar la atención en la congruencia, para pensar, sentir y actuar desde la confianza, cuando todas las evidencias son contrarias a lo que deseamos que ocurra, se puede convertir en una actividad titánica.
Una amiga cercana me miró y dijo: “A veces, olvido que eres humana”. Ciertamente, mis días suelen trascurrir plácidamente. Siempre digo que cuando la vida está equilibrada estamos cercanos a la muerte. Lo que caracteriza a la vida es el movimiento.
El poeta austriaco Hugo Von Hofmannsthal dijo: “La profundidad debe ser ocultada. ¿Dónde? En la superficie”.Digamos que los movimientos que enfrento suelen presentarse en forma de suaves ondas, lo que tampoco es muy excitante. Esta semana he tenido una onda grande, que ha disparado en mí una gran cantidad de emociones.
Unos días atrás, hablando del ego con un grupo que dirijo, les comentaba que la vida es un juego. ¿De qué se trata? De ganar la suficiente cantidad de Luz que podamos mantenernos centrados en el amor, sin importar las circunstancias que estemos manejando.
Les decía que necesitamos un adversario que nos genere la emoción del juego. Puse el ejemplo de un niño que juega al “escondido” con sus amigos, y rompe las reglas abriendo los ojos antes del conteo esperado, para darse cuenta que todos sus amigos están aún frente a él. ¿A quién va a buscar? ¿Qué diversión tendría jugar así?
Para que ganar Luz en el juego de la vida sea ameno, hemos creado un oponente al que debemos vencer: el ego. Todo lo que viene del ego se traduce en resistencia. Cuando no nos damos cuenta de que el ego es nuestra creación, fortalecemos ¡y jugamos en nuestra contra!
UCDM dice:“Tú no eres un ego. El ego es precisamente lo que no eres”.Si has participado de algún juego sabrás que una de sus características es que nos somete a una presión tal, que las estrategias que usamos para manejar las emociones emergen del inconsciente, ¡a veces sin que lo podamos evitar!.
El filósofo griego Platón creía que en una hora de juego se puede descubrir más acerca de una persona que en un año de conversación. Cuando las personas están sometidas a presión muestran quienes realmente están siendo.
Stuart Brown, presidente del instituto nacional para el juego de los EE.UU,dice que lo que hace excepcional a la especie humana, es que está diseñada para jugar durante toda la vida. Cuando alguien es guiado por el corazón, se recuerda a sí mismo que “todo es un juego”.
El periodista canadiense Carl Honoré escribió: “El juego verdadero es espontáneo, incierto: nunca se sabe a dónde va a llevar. No consiste en ganar o perder, ni en alcanzar un objetivo o hito”.La persona gobernada por el ego ve todo en términos de vencedores y vencidos, y hace cualquier cosa para ganar a cualquier precio.
¿Qué sentido tiene ganar un juego haciendo trampas? El adversario siempre está en nuestro interior. Los demás jugadores sólo son espejos para mostrarnos que tipo de participante somos. El ego es una manifestación psíquica de lo que creemos. Se relaciona con el niño interior, el cuerpo y las memorias.
Para defender la ilusión que ha creado, el ego niega a Dios y todo lo relacionado con la naturaleza divina en nosotros. La inocencia, la confianza y el amor los considera “peligrosos” y los evita. Nos hace creer que la eternidad, los milagros y invencibilidad del espíritu son fantasías propias de gente ilusa.Para el ego la lucha, el ataque, la agresión y la defensa son los caminos “seguros” para tener resultados.
Él busca convencernos que la “independencia” es una señal de fuerza y madurez. En cambio, considera un signo de inmadurez y debilidad la comunión con otros y la dependencia de Dios. Al hablar de este patético razonamiento, que además es un engaño, UCDM dice: “Aquí el Hijo de Dios no pide mucho, sino demasiado poco, pues está dispuesto a sacrificar la identidad que comparte con todo, a cambio de su propio miserable tesoro”.
El psicopedagógo y dibujante italiano Francesco Tonucci dice: “El verbo jugar sólo se puede conjugar con el verbo dejar”. Somos tan buenos participantes del juego de la vida como la capacidad que tenemos de dejar ir y dejar a Dios actuar. Aunque algunos creen que esto es lo más fácil, en realidad requiere renunciar al diálogo del ego y conectar nuestra mente con la mente de Dios en nosotros.
Escuchar la voz de Dios en nosotros significa mucho más que escuchar al ángel en el hombro derecho, en lugar del demonio en el izquierdo. Es abandonar la idea de que estamos separados, para recordar que todo lo que está “afuera” ha sido creado por nosotros mismos para volver al amor.
Sentir que estamos atravesando una situación difícil que no podemos resolver, es arrogante. Los “problemas” son la negación que hace del ego del poder que tiene el Amor de Dios. Los pensamientos de “esto no tiene solución”, “es imposible que…”, “tengo miedo de…”, “no confío en…”, etc es una clara señal de que estamos dominados por el ego.
Luego de superar una depresión, alguien me dijo que los sentimientos de soledad e indefensión que sentía era como vivir agachado en las sombras del bosque, mientras el resto del mundo se tomaba de la mano y cantaba alrededor de una bella fogata.
Sentirnos separados de los demás es una extravagante imposibilidad. Pienso que somos tan parte de Dios y de Su creación, como las células que forman parte de nuestro cuerpo. Vivimos en Dios, nos movemos en Dios y tenemos nuestro ser en Dios. Fuera de Dios nada existe.
¡Claro que tengo pruebas! Al igual que todos, soy desafiada antes de pasar al siguiente nivel. Sólo que la manera en que las vivo ya no es dramática. Tengo días extraordinarios, días buenos y días de recordar que “sólo el amor es real”.
A esos tiempos que prueban nuestra llenura interior, intentando arrojarnos en el sin sentido de la existencia, otras personas les llaman “difíciles”, “malos”, “duros”, “complicados”, y otras que empiezan a comprender el juego de la vida le llaman “días de crecimiento”.
Mantener la atención centrada en “lo bueno” puede convertirse en una colosal tarea, pero te puedo garantizar que los resultados son extraordinarios. Tal como escribió el poeta mexicano Amado Nervo: “Siempre que haya un hueco en tu vida, llénalo de amor”. ¡Siempre funciona!