El juego de las listas finales de los candidatos a vicepresidencia EU

El juego de las listas finales de los candidatos a vicepresidencia EU

WASHINGTON
NY Times

 Hay muy pocas seguras en la campaña presidencial, pero estas tres sí lo son: va a ser costosa, se va a volver negativa y, en algún momento, se mencionará el nombre del senador Sam Nunn de Georgia como posible compañero de fórmula demócrata.

Esto último ha sido cierto en todas las elecciones presidenciales desde 1984, con la excepción de 1996 (cuando el compañero de fórmula fue el vicepresidente saliente Al Gore). Incluso hubiera podido ser cierto si nos remontáramos a 1976, salvo que ese año el candidato demócrata, Jimmy Carter, también era de Georgia.    Y, por supuesto, ahora que la elaboración de listas de candidatos a vicepresidente entra en su temporada alta, Nunn es mencionado nuevamente como el proverbial «conservador moderado del sur, con experiencia en política exterior y carácter» que podría ser el complemento perfecto para un candidato norteño del que se teme que sea demasiado liberal e inexperimentado; en este caso, Barack Obama.

  Nunn es como un par de zapatos cómodos para los jactanciosos y entrometidos que sueltan nombres en los días de canícula que siguen a las primarias y anteceden a la convención. El es un objeto eterno en el deporte de especular sobre los compañeros de fórmula, un ejercicio que conlleva muchos intereses y manipulaciones característicos.

  Existen las listas verdaderas, las listas de baladronada y las listas de los políticos que le dicen a todo el mundo que no quieren estar en la lista, aunque nunca hayan estado ni fueran a estar. Se podrían llenar salas de baile completas en Denver y St. Louis con las personas que aseguran haber estado en las listas finales de Obama y de John McCain.

   «Hay una lista final que se enseña, y además está la lista final verdadera», explica Chuck Todd, director político de NBC News. Y la «lista final que se enseña» de hecho puede ser bastante larga. Puede contener nombres que el equipo de campaña reparte como gajes a simpatizantes clave, ya sea que éstos estén siendo considerados o no como candidatos a la vicepresidencia.

   En algunos casos, los equipos de campaña de hecho exhiben a esos competidores, como cuando McCain recibió el mes pasado a los gobernadores Mitt Romney de Massachusetts, Bobby Jindal de Louisiana, Charlie Crist de Florida y otros, en su retiro de Sedona, Arizona. Eso también sirvió de gesto a sectores específicos clave, como los dirigentes empresariales (con Romney), los indio-estadounidenses (Jindal) y los habitantes de Florida (Crist).

   El subconjunto más grande de la lista son los nombres filtrados por los propios aspirantes a vicepresidente, o aquellos que simplemente lanzan los intelectuales que tratan de llenar la reserva cada vez más grande de noticias dedicadas a la política. En el ruido resultante, la lista de los Grandes Mencionados al parecer puede contener prácticamente a cualquier figura política que no se llame Larry Craig o Eliot Spitzer.    E, inevitablemente, mencionará a Sam Nunn.

   No importa que Sam Nunn haya dejado el senado en 1997, que en realidad nunca haya sido consultado o dicho que quiere el puesto. Ni que recientemente haya declarado que consideraba «muy improbable» que Obama se lo pidiera o que de plano quisiera regresar al gobierno. (No quiso hacer comentarios para este artículo.)

   Los columnistas (como Peggy Noonan, de The Wall Street Journal), los sabios del partido (el propio Jimmy Carter) y los informantes supuestamente informados siguen promocionando a Nunn por las mismas razones que sus ancestros lo hicieron cuando Walter Mondale y Michael Dukakis estaban buscando equilibrar su fórmula en 1984 y 1988. (Nunn fue mencionado con menos insistencia como posible compañero de Bill Clinton, Al Gore y John F. Kerry, pero tengan la seguridad de que sí fue mencionado, de acuerdo con nuestro buen amigo, Lexis-Nexis.)    Como marcador histórico, el mismo Nunn se eliminó públicamente de ser considerado por Mondale en 1984. Su objeción apenas levantó olas entonces, a comparación, digamos, con el tiempo de trasmisión y el ancho de banda desperdiciados este mes cuando el gobernador de Ohio, Ted Strickland, se tachó públicamente de cualquier lista que Obama pudiera haber tenido. El parloteo sobre los posibles candidatos a vicepresidente representó el 19% de las notas de campaña en la primera semana de junio, de acuerdo a los reportes semanales emitidos por el proyecto para la Excelencia en Periodismo del Centro de Investigaciones Pew. En comparación, ese índice fue de 1% durante la primera semana de abril.    «La fascinación máxima con la ‘lotería vicepresidencial’ es tanto con quien esté en la lista como con quien realmente sea seleccionado», explica Mark Jurkowitz, director asociado de ese proyecto.

   Aparecer realmente en una lista final de hecho puede impulsar la carrera. McCain, por ejemplo, se vio reforzado considerablemente cuando Bob Dole lo consideró como posible compañero de fórmula en 1996, aunque después éste se decidiera por Jack Kemp. Del mismo modo, ser nombrado fue una bendición profesional para los senadores que estuvieron en la muy publicitada lista definitiva de Al Gore en 2000: Kerry, John Edwards y Joseph Liebermann, quien fue el seleccionado. «Ese fue un ejemplo clásico de los beneficios de estar en esa lista», señala Ron Klain, asesor principal de la campaña de Gore, que participó de cerca en la búsqueda.

   Klain explicó que no ha cambiado mucho el proceso de elaboración de la lista, como tampoco ha cambiado la dieta diaria de la cobertura política. «Cada cosita mínima recibe mucha cobertura», indicó, agregando que ahora la gente se acerca a la política con un enorme apetito de información, sin importar su calidad o relevancia. Y hace una analogía con el futbol. «Antes, si uno seguía a la NFL, era suficiente conocer al jugador», dice Klain. «Ahora hay más fanes que saben quién es el entrenador de fuerza de los Ravens de Baltimore.»

   Todd, cuya omnipresencia como árbitro de las ventajas en su televisora es similar a la de Mel Kiper Jr. como experto en el draft de la NFL, dice que están bien gastados todo el tiempo y la energía dedicados a la loteria vicepresidencial estos días. El puesto en sí de vicepresidente, asegura, nunca había sido tan importante. «Al Gore y Dick Cheney redefinieron la vicepresidencia, quizá para siempre». «No es poca cosa.»

   Ralph Reed, estratega republicano, asegura que los candidatos recientes han redoblado sus procedimientos de selección, después de haber atestiguado la experiencia de Mondale y de George H. W. Bush en 1984 y 1988. Los dos vivieron tormentas en su campaña por las dificultades de sus compañeros de fórmula: los manejos financieros del esposo de Geraldinde Ferraro (en el caso de Mondale) y los antecedentes de Dan Quayle en la conscripción (en el de Bush).    «Ellos elevaron la noción de ‘no lastimar’ a la condición de regla de oro de la selección vicepresidencial», precisó Reed, que aseguró que el  proceso de selección de los compañeros de fórmula es «el equivalente de un examen completo del tracto gastrointestinal».

   La misma elaboración de la lista se ha vuelto parte del proceso de selección. Tanto Ferraro como Quayle fueron elecciones relativamente sorpresivas, y es posible que se hubieran podido evitar sus distracciones (o sus candidaturas) si hubieran estado sometidos al escrutinio de los medios informativos que provoca actualmente estar mucho tiempo en una lista especulativa.

   Claro, Reed señala que es muy baja la calidad de la información divulgada sobre quién realmente está en la lista. «Todo mundo está conjeturando; eso nunca cambia», dijo Reed, agregando un reconocimiento a un nativo de Georgia, nada menos que Sam Nunn, de quien dice que «estaría en la lista». Eso tampoco va a cambiar nunca.

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Equipos exhiben a los competidores

   En algunos casos, los equipos de campaña de hecho exhiben a esos competidores, como cuando McCain recibió el mes pasado a los gobernadores Mitt Romney de Massachusetts, Bobby Jindal de Louisiana, Charlie Crist de Florida y otros, en su retiro de Sedona, Arizona. Eso también sirvió de gesto a sectores específicos clave, como los dirigentes empresariales (con Romney), los indio-estadounidenses (Jindal) y los habitantes de Florida (Crist).   El subconjunto más grande de la lista son los nombres filtrados por los propios aspirantes a vicepresidente, o aquellos que simplemente lanzan los intelectuales que tratan de llenar la reserva cada vez más grande de noticias.

Las frases

Chuck Todd

Hay una lista final que se enseña, y además está la lista final verdadera».

Mark Jurkowitz

La fascinación máxima con la ‘lotería vicepresidencial”.

Ron Klain

Ese fue un ejemplo clásico de los beneficios de estar en esa lista».

Antes, si uno seguía a la NFL, era suficiente conocer al jugador».

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