El juego mortal de los 3 chiflados

El juego mortal de los 3 chiflados

POR  DOMINGO ABRÉU COLLADO
Calificados como clásicos de la época blanca y negra de la televisión, “Los Tres Chiflados” se reeditan en las carreteras de la República Dominicana, pero con una comedia mortal y repetida que podría llevarnos al cansancio y verla como algo común.

En días pasado, en el Cruce de Verón-Bávaro, en la provincia La Altagracia, Gonzalo Parra (primer chiflado), un periodista chileno que conducía un carro Daewoo blanco, se estrelló contra un minibús Mercedes Benz, muriendo en el accidente, mientras resultaron heridos Gergot Eric y Diógenes Pérez. El oficial del Ejército Nacional Julio Peguero Mota (segundo chiflado), que fue en auxilio de los heridos, resulta a su vez atropellado y muerto por Santos Acevedo (tercer chiflado), que conducía un jeep Geo. Este último chiflado emprendió la huida, pero luego fue detenido.

Días después (la semana pasada) , otros “tres chiflados” montaron otra comedia mortal en la Carretera Duarte. Uno de los chiflados conducía un camión volteo lleno de piedras que, en determinado momento, se desparramaron en plena autopista. Otro de los chiflados, que venía conduciendo un camión de menos tonelaje, no pudo evitar los peñones, frenó sorpresivamente, y el tercer chiflado, conduciendo otro camión, embistió al segundo. Resultado, un muerto, tres heridos y uno que se volvió loco cuando lo llevaron al hospital, saltó de la camilla y salió huyendo. Todo como enmarcado en una pantalla de televisión.

Nuestras carreteras son escenarios permanentes de chiflados y chifladuras. Gente que anda conduciendo en permanente competencia con el viento. Otros que ocupan la vía izquierda mientras pasean y hablan por celulares. Camioneros (como esos de los Daihatsu) que no se cansan de “echar carreras” en las autopistas para ver quién tiene gana. Más camioneros que, imponiendo la monumentalidad de sus máquinas, se mueven por las carreteras como monstruos de Júpiter invadiendo la Tierra. Motoristas (los más chiflados de todos) moviéndose en sentido contrario, invadiendo a toda velocidad la senda de peatones, compitiendo con otros motoristas en medio de la pista con un letrero enorme en la frente: “le tengo asco a la vida”. Y si por mano del diablo resulta muerto automáticamente se transforma en un “joven bueno y trabajador”. Pero estos “jóvenes buenos y trabajadores” son los que cargan a veces hasta con 4 ó 5 personas en la moto, todos sin la menor protección y como portando otro enorme letrero: “los muertos por docenas salen más baratos”.

Pero volviendo al primer caso, el de Verón-Bávaro, ¿es que los conductores ignoran que cuando hay un accidente es obligatorio disminuir la velocidad? No para ver qué fue lo que pasó y luego ir con la “noticia” al barrio, sino para evitar otros accidentes. Pues por lo regular, en el lugar de un accidente, tanto los accidentados como los auxilistas se “ausentan” del medio, ofuscados unos y concentrados otros, y no prestan atención a la llegada de otros vehículos al lugar. Pero no, la cantidad de chiflados pasa por el sitio a la misma velocidad de kilómetros antes, quizás para alejarse lo antes posible, no vaya a ser que se les pida ayuda.

Díganme ustedes si no son en realidad nuestras carreteras escenarios de chiflados en permanente comedia mortal.

 Un par de fotos invitadas

Creo que fue Mahatma Gandhi el que hizo la siguiente reflexión: “Un país, una civilización, se pueden juzgar por la forma en que tratan a sus animales”.

Veamos. En relación con el autobús y su carga de pollos. Cada una de estas aves es una vida, y aún si fuéramos a quitársela en aras de nuestra alimentación, no tenemos derecho a torturarles o maltratarles.  Sabido es que hay aves como éstas que muestran algún tipo de identificación con sus dueños, haciéndose queridos y protegidos. Y por empatía, ver aves en estas condiciones causa cierta desazón al imaginar en esa situación alguna gallina o gallo con el que guardamos alguna consideración en la casa.

Por otro lado, la vaca en el camión. De hecho, camino al matadero. Pero se trata de una vaca enferma, probablemente con una enfermedad crónica que puede estar en todo su cuerpo… pero va hacia uno de los mataderos de Los Minas. No a sacrificarla para terminar con su sufrimiento. Sino a convertirla en carne de consumo humano.

¿Hay algún control sobre esto? No creo que lleguen hasta aquí esos controles. Frente a la carencia de controles deberíamos contar con la ética, con la convicción de que no es tolerable poner en peligro la salud de la ciudadanía solo por ganarse unos pesos. Deberíamos poner en primer plano el riesgo de la salud de los dominicanos a quienes les va a llegar –y no de regalo- carne de una res enferma.

Todo, o mejor dicho, ambos casos, se reducen a un asunto de cómo vemos la relación que existe entre nosotros y aquellos animales con los que compartimos el planeta.

De imágenes y satánicos

Se cuentan por miles las imágenes de santos del catolicismo dispersas a lo largo de nuestras carreteras. Probablemente más vírgenes y santas que santos varones.

Aparte de que ya hemos visto algunas de estas imágenes atacadas, y de que hemos visto también en la prensa algunas quejas en relación con esto, algunas personas nos han referido la situación. Y claro, no iba a faltar versión de la posibilidad de que se trate de alguna actividad relacionada con el culto a Satán, como también le dicen a Belcebú. O sea, el mismo Diablo, Lucifer, Satanás, el “Enemigo Malo” o como quiera llamársele.

La cuestión es que, si bien o mal existe algún culto al tipo éste, no sé porqué no llamarle culto belcebúnico, luciferático o enemigomalófilo. Digo yo, quizás para variar, porque se va volviendo un cliché lo del satanismo.

Y probablemente haya algún culto por ahí al carajo malísimo ese. Pero de seguro se trata de alguna gente disconforme con lo que tiene, y como habrá oído de que el Diablo tiene cuartos y que compra almas –ajenas o la propia-, y compra voluntades también, pues la gente dispuesta a lo que sea sale a la carretera a apedrear imágenes como para identificarse con el susodicho, a ver si les sale con un maletín repleto de papeletas, como el que llevan al Congreso Nacional.

La cosa es que puede tratarse también de algunos jóvenes dispuestos a “medir su valor” desafiando al Poder del Cielo. Quizás borrachos que, en vez de jugarse la valentía al filo de un cuchillo con otro “valeroso” borracho, prefieren retar a quien no les va a hacer caso alguno.

Como también pudiera ser –y como no– que se trate de algunos anticatólicos, de esos que se pronuncian en la radio y en los estadios, criticando la imágenes de santos y vírgenes, acusando de “adoradores de imágenes” a los católicos, quienes hayan llevado a hechos su rechazo a esta práctica de la veneración de estatuillas y cromos a color.

De todas formas, así es como comienzan las guerras: unos del lado de Alá, otros con Jehová, y luego a las armas.

Choferes contra el tren

“Santiago, tu estás siempre latiendo, latiendo, como un corazón”. “Santiago, tus choferes jodiendo, jodiendo, contra un tren chillón”… y por ahí va la canción famosa de Santiago, con un río que lo circunda como un cinturón, y un tren que dizque también lo circunvalará como el Yaque, un tren que, como andará con el Yaque al lado, tendrá siempre las ventanillas cerradas para que no le entre el mal olor del río muerto.

Pero nada, que a los choferes de Santiago qué les va a importar el Yaque, si para lo único que sirve el río Yaque es para lavar los carros y los minibuses, además de los motores del concho.

Para los choferes santiagueros el problema es el tren, o metro, o ferrocarril, o como quieran llamarlo, el que ahora les amenaza con modernizar el transporte y sacarlos de circulación.

Y en realidad es un abuso. Porque ¿usted sabe cuántos “padres de familia” se buscan la comida cartereando en esos carros? Como en Santo Domingo; ¿cuántos “padres de familia” buscan el “pan de sus hijos” poniéndole al carro gas subsidiado y desflecando al pasajero? ¿Y cuantos “padres de familia” ejercen también sus dotes teatrales usando los carros como escenario para atracar mujeres, hombres, estudiantes y empleados?

Santiago estuvo conectado por tren con Samaná y con Santo Domingo, además de Sánchez, San Francisco y otras ciudades. El negocio de la gasolina y de la importación de carros hizo que se boicoteara el desarrollo del transporte ferroviario, para que todo el mundo tuviera que recurrir a viajar empaquetados en carros y voladoras.

Ahora vemos a cuántos años luz nos dejó el desarrollo por haber abandonado las vías férreas, las que ahora pudieran estar funcionando y evitando tanto maldito robo con el combustible. Ah, quizás los choferes de Santiago quieren que se les convenza como a los de Santo Domingo, con documentos de colores, de esos que tienen a los padres de la patria, a Salomé y Pedro Henríquez Ureña, fotos del Banco Central, del Teatro Nacional, Emilio PrudHomme y José Reyes. ¡Ah documentos esos que convencen gente!

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