El juego no se termina

El juego no se termina

El esperado, pero no menos sorpresivo, discurso del Presidente Danilo Medina dejó atónita a mucha gente. Como había que suponer llovieron, de inmediato, gestos de gratitud eterna, enardecidos elogios y reconocimiento de su magistral gestión gubernativa de parte de sus más acérrimos adversarios, fieles seguidores de su líder, Leonel Fernández Reyna, sempiterno aspirante a la adorable Silla de alfileres. De parte de los aliados y voceros de la reelección presidencial, que desde el poder avivaban el fuego de la discordia, debió dejarles un amargo sabor a yerba quemada.
Como político sagaz, ducho en esos menesteres, el Presidente Medina, definido por su pragmatismo, actúa de acuerdo con las circunstancias (el fin justifica los medios) y, ante una causa perdida trata en su discurso de reverdecer los valores y principios éticos y morales olvidados, consignando los mayores logros alcanzados durante su mandato providencial: la estabilidad económica, la asistencia a los agricultores marginados, el 9-11, la República digital, tanda extendida y millares de personas sacadas de la pobreza y el analfabetismo. El progreso y el bienestar de la nación, jamás logrado en la historia nacional.
Sin demeritar tales logros, dando por sentado que eso es lo esperado de todo buen gobernante,no menos cierto es que el afán reeleccionista, no oculto, había provocado actitud y reacción adversa que no dejó de manifestarse en encuestas, artículos, entrevistas y manifestaciones populares donde multitud de ciudadanos y ciudadanas de todas las edades y capas sociales de manera ordenada y pacífica y firme determinación, se apoderaron de la calle por un cambio sustancial que ponga fin a la desenfrenada corrupción, la impunidad y a tantos otros males que mancillan la imagen de nuestro país y dañan la sociedad, creando intranquilidad inseguridad y desasosiego.
Tres factores igualmente determinantes concurrieron para obligar al señor Presidente a tomar su dramática decisión: su renuncia irrevocable a la reelección.
La primera y más determinante el hecho cierto de no poder reunir, a pesar de la laboriosidad y el esfuerzo realizado, la cantidad de votos necesarios de senadores y diputados que le garantizara la reforma constitucional, específicamente las enmiendas o eliminación del Art. 124 y la cláusula vigésima de su inspiración contenida en las disposiciones transitorias.
La segunda y no menos importante, las múltiples manifestaciones multitudinarias de los “indignados” que hartos de corrupción, de abusos y mentiras se extendieron como reguero de pólvora propugnando por el cambio vencido el temor y el miedo, empoderados de su soberanía: “El pueblo soy yo”
La tercera, por igual influyente y efectiva, pero penosamente lamentable, la declaración hecha pública del Secretario de Estado del gobierno norteamericano y de congresistas de ese país advirtiendo que no permitirán que se desconozca la Constitución. Ellos, prepotentes por antonomasia, debieron recibir del señor Presidente de la Republica, la respuesta que gallardamente les dio la ministra del MESCYT, Dra. Alejandrina Germán.
Se bajó el telón. Si se quiere, un paso de avance. Pero no hay porqué ilusionarse. “El juego no se termina hasta que se acaba.”y ¡falta mucho por jugar!

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