Una amable dama, Doña Socorro Almonte de Paniagua, en un artículo en el hermano periódico Listín Diario (25-2-9) nos honra, y en él se refiere al ejercicio médico en la actualidad, incluyéndome, en una lista junto a médicos prominentes, de la estatura de Abel González, Josefina Garrido, Armando Armenteros, Olga Báez Berg y Humberto Sangiovani, entre otros.
En el artículo de marras, la dama que quiso ser Médico, hace referencia al Juramento Hipocrático. No puedo negar a los lectores que al leerlo, cavilé y no sin antes reiterarle las gracias por su benevolencia para conmigo, al colocarme al inmerecido nivel de distinguidos y admirados profesores. Reflexioné sobre el acto médico de hoy, a la luz del juramento hipocrático.
Es a partir del año 500 antes de Cristo, los médicos de distintas escuelas profesionales en la antigua Grecia, comienzan a construir una medicina temáticamente fundada sobre la fisiología o ciencia natural de los presocráticos. En Cos, pequeña isla del mar Egeo, frente a Cnido, se elevó sobre todos Hipócrates, quien la tradición ulterior llamará ¨Padre de la Medicina¨.
Es muy cierto que la figura de Hipócrates de Cos va a ser enormemente magnificada en el mundo entero, a partir de la glorificación de que le hicieron objeto los eruditos alejandrinos del siglo III a.C.; pero no menos cierto parece que en él vieran todos, ya durante su propia vida, el médico más eminente y representativo de su época, y tal es la razón por la cual será denominada ¨medicina hipocrática¨ a la que tras la genial obra de Alcmeòn da primer cuerpo a la concepción técnica y ¨fisiológica¨ del oficio de curar, y recibirá el nombre de ¨Corpus Hippocraticum¨, el conjunto de 53 escritos anónimos que luego fueron reunidos en Alejandría.
El Juramento hipocrático, se discute si fue una versión del propio maestro, o si fue elaborado por sus discípulos. En verdad, que más de dos mil y tanto años después en muchos aspectos tiene una gran vigencia, principalmente en lo que trata del respeto al paciente, el trato deferente a los profesores, el enfoque racional que debe tener el médico, la parte del arte y la pericia que precisa asumir el que decide pertenecer con dignidad a esta profesión, donde la dedicación y los sacrificios son¨ mayores¨ que en cualquier otra área del saber humano.
En una conferencia sobre ética el Dr. José Silié Gatón, frente a los neurocientistas señaló: ¨De entrada nos preguntamos: ¿qué es la Medicina?, hallando respuesta en el pensamiento de los que saben, diciendo que es ¨la ciencia, que tiene por objeto la conservación y el restablecimiento de la salud¨. Ciencia que para enfatizar en su eficacia, los facultativos se especializan en determinadas áreas de curación del cuerpo humano, que más que todo, es algo así como una bendición divina, cuando se ejerce con todos los lineamientos de la ética.¨
Es en los aspectos éticos donde ¨la modernidad¨ antagoniza muchas veces con este juramento, en el ¨economicismo¨; el desamor, la falta de humanismo, la insuficiente vocación, y la ambición desmedida de algunos, han enlodado la profesión. Cierto, el médico merece igual que todos los humanos una vida digna, acorde con su consagración y esfuerzos, en esta noble misión de salvar vidas y de mejorar sufrimientos.
Ese médico de hoy, es un ser cuya sensibilidad por la pesadumbre y el dolor humano lo engrandece, por su capacidad para penetrar el velo donde se esconden piamente en ocasiones, deliberadamente en otras las injusticias sociales, las fragilidades humanas, en fin todas las enfermedades. Pero en un enfoque realista, ese médico humano como otros hombres, tiene por igual compromisos, sus sueños, sus obligaciones, sus metas, y merece adecuados ingresos, dentro de corduras en el marco de la modernidad, que difiere del antiguo mundo helénico de Hipócrates. Lo que jamás podrá cambiar será: el talento, la sabiduría, la generosidad, el desvelo, la compasión, y la disposición de servir.