El Kepra en Latinoamérica

El Kepra en Latinoamérica

Montevideo, Uruguay. Acaba de concluir en esta hermosa ciudad, el Quinto Congreso Latinoamericano de Epilepsia, donde una amplia delegación de neurocientistas dominicanos participamos invitados por los laboratorios UCB y los Dres. Mallén Guerra.

En la oportunidad, el simposio de mayor trascendencia fue el auspiciado por el Kepra, donde los colegas neurólogos Patricia Seido, de Argentina; Carlos Medina, de Colombia, y el profesor Ley Sander, de Inglaterra, trataron el tema “El Levetricatetam: foco en las crisis”.

El congreso nos permitió compartir con numerosos neurólogos, sus experiencias con este medicamento antiepiléptico, el Kepra, que es el de mayor venta en Estados Unidos. De acuerdo a los conversatorios con nuestros colegas y amigos de toda esta parte del mundo hispano, coincidimos que por su eficacia y tolerabilidad, se encamina por igual vía.  El objetivo del tratamiento de cualquier enfermedad es el restablecimiento de la salud, partiendo del hecho de que hoy la buena salud es un  término complejo que implica: bienestar físico, mental y social y no sólo la ausencia de enfermedad.

Ante esta definición, el solo hecho de controlar las crisis convulsivas no cumple cabalmente el objetivo, tenemos que hacer algo más, tal como la acción adicional de este medicamento, que actúa directamente en el foco epiléptico. Lo imprescindible para un adecuado manejo de las convulsiones, es hacer primero el diagnóstico correcto. En muchas ocasiones se hacen  diagnósticos errados, que pudo ser confundido con una pseudoepilepsia, histeria, déficit de atención, problemas de comportamiento, lipotimias, pánico, hipoglucemia, trastornos psiquiátricos, vértigos, etc.

No podemos olvidar, que aún en nuestros días el diagnóstico de epilepsia tiene todavía una carga “psico-social” de gran importancia y es muy fácil hacer el califico, pero no es tan fácil el quitarse ese tatuaje de la “frente”, hecho con tinta china indeleble. El diagnóstico correcto nos permite la elección adecuada del medicamento apropiado para cada caso en particular, que  es lo principal. Las medidas terapéuticas serán de distintos tipos, en ocasiones son etiológicas, en la mayoría de los casos el tratamiento es farmacológico, ya se dispone del tratamiento quirúrgico, el manejo de todos los problemas asociados, en otros la abstención terapéutica, pues no todos los pacientes epilépticos necesitan obligatoriamente ser medicados. Por ejemplo la epilepsia paroxística de la infancia y la epilepsia con paroxismos no REM, no necesitan ser medicadas.

Los problemas de tratamiento, que son propios para todas las enfermedades, se acentúan en los casos de epilepsia. Sabemos que las epilepsias tienen dos picos de aparición, la infancia y la ancianidad. La expectativa de vida ha aumentado, el grueso de los pacientes epilépticos será al paso de los años, de la tercera edad, con los agravantes que implican, por la polifarmacia usada, y las insuficiencias orgánicas, lo que obliga a usar antiepilépticos cada vez más seguros y con menos efectos secundarios.

La primera alteración en la calidad de vida del paciente epiléptico es la ineficacia del tratamiento, lo que se enfatizó en el mitin uruguayo, resaltándose la eficacia de iniciar con Letevitaretam. Lo segundo, las distintas comorbilidades del paciente, ya sean cognitivas, neurológicas, de la personalidad o de la afectividad, y no menos importantes las situaciones familiares y sociales. La calidad de vida está definida, como una situación de bienestar, felicidad, y satisfacción de un individuo, que le da a ése personaje, la capacidad de actuación, de funcionamiento, le da una sensación positiva de su vida.

Esto es mucho más complejo aún que la simple definición de salud. El paciente debe, primero, asumir su padecimiento, que lo acepte como una simple disfunción eléctrica de su cerebro. Segundo, que admita que no tiene nada de contagioso, ni mucho menos que es una “maldición”, y tercero, que éste sepa de que disponemos hoy día de medicamentos como el Kepra, que actúan aún en esas condiciones epileptogénicas que otros medicamentos no logran controlar. Agradecemos públicamente las atenciones recibidas de los señores Francisco Mallén y Miguel A. Grullón.

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