El laborantismo y el clientelismo político

El laborantismo y el clientelismo político

En el mes de la Patria, cobra una inusitada importancia el ardoroso activismo de las fuerzas políticas, que aceleran o comienzan sus preparativos a la cacería de incautos y a los recursos de la Junta Central Electoral que le corresponden para sus actividades electorales con miras a las elecciones de mayo del 2016.

Fruto de ese apasionante juego político, en que las fuerzas de la oposición política están desacreditadas, enfrentarán a un poderoso partido de gobierno, que embriagado con su éxitos, puede darse el lujo de permitir que ilusos pretendientes morados consideren que tienen una oportunidad de superar a los dos líderes más señeros, cuando uno ya afila sus garras para optar de nuevo por la Presidencia y con alta probabilidad de triunfar, pese a una elevada tasa de rechazo que se aumenta con el paso de los días y nuevos hechos empañan una gestión de doce años, considerada ejemplar en su momento, pero en la actualidad arroja un cúmulo de dudas perjudiciales para un continuismo.

El otro líder del PLD, presidente actual del país, impedido de postularse, al menos que no se apruebe una reforma constitucional que permita la reelección, aparentemente se mantiene al margen de los amplios deseos de la población para que continúe en el poder y ningún otro compañero de su partido, pero se han lanzando sus más íntimos y destacados colaboradores y funcionarios para que lleven a cabo el trabajo de cabildeo para la apuesta reeleccionista, de manera que alguna coyuntura imprevista haga desistir a su compañero de partido de volver de nuevo al poder.

Se nos coloca en el entorno de los países latinoamericanos como el de mayor crecimiento económico continental, comparable con algunos de los grandes países asiáticos que superaron el 7% de crecimiento. Pero aquí se amplía el abismo de pobreza, y el de indigencia horroriza por su gravitación en la economía, pese que el gobierno anuncia con orgullo que redujo el desempleo al incorporarse 240 mil personas a la actividad productiva, pero no dicen la verdad completa, ya que ese número tan apreciable de personas fueron enroladas en la nómina pública.

El clientelismo es la marca de fábrica de los peledeístas, que han convertido las dependencias estatales en un recipiente de todos a quienes quieren atraerse a sus compañeros de partido, pero con adhesiones ficticias de personas sacadas del desempleo y sumergidas en el botellero oficial para que sus estadísticas luzcan incomparables en el mundo.

El parasitismo que propician los políticos con el clientelismo, ha hecho creer a más del 80% de los dominicanos que pueden tener una tajada de un nombramiento en algún organismo estatal, ya que ahí se guarecen todos los sectores que ven en los políticos del PLD un laborantismo increíble, cuyo objetivo es atraerse cada vez a mas “compañeritos” para incorporarlos a sus propósitos electorales, y con las elecciones a la vuelta de la esquina, los funcionarios aumentan sus afanes electorales de abultar nóminas y llevar a cabo caravanas, que no hay duda que las inversiones salen de los recursos públicos, pese a los controles establecidos y que se pasan por debajo de la mesa tantas indelicadezas que a diario se cometen por las angurria de los funcionarios de obtener un cargo electoral en alguna de las diversas provincias de donde son oriundos.

El laborantismo en que los peledeístas están entretenidos, con esa politiquería que los hace creer que son invencibles, es por observar el pésimo papel de la oposición incapaces de ponerse de acuerdo, y con gentes que se creen líderes, que cada vez son más rechazados por la ciudadanía, aun cuando tiene a su lado los conmilitones de siempre.

Ante un panorama electoral tan deprimente por la jetatura moral e histórica de los aspirantes a los principales cargos electivos y con tantas indelicadezas en sus haberes, provocarán por primera vez que el ciudadano se sienta desilusionado y sin deseos de concurrir a votar, por lo que el candidato más “votado” será el ausentismo, como repudio masivo de la población a la clase política, que nunca ha ocultado sus aspiraciones de enriquecerse en los cargos, descartando lo que la ciencia política establece para servir a sus semejantes.

 

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