El lado oscuro de la gastronomía

El lado oscuro de la gastronomía

CAIUS APICIUS
EFE REPORTAJES

Las actividades relacionadas con la gastronomía, entre ellas el periodismo especializado, suelen provocar cierta envidia por parte de quienes las ven desde fuera; seguramente, la frase que más veces oiga en su vida un periodista gastronómico sea “¿no necesitas un secretario?” o, más aún, “¡cómo vives!”.

    Pero hasta esto tiene, como casi todo, su lado oscuro. Hay muchas cosas en esta profesión que no son precisamente agradables, pero nos vamos a quedar con un único problema: la gota, que es la enfermedad profesional por excelencia.

    Allá por los años 40 del pasado siglo, un ilustrísimo médico español, el doctor Marañón, explicaba a sus alumnos de la Universidad de Madrid que la gota era una enfermedad prácticamente desaparecida. Ya, ya… Digamos que era más exacto que en la hambrienta España de la posguerra, como en la Europa de la Segunda Guerra Mundial, la alimentación dejaba mucho que desear, caso en el cual la gota no existe, claro está.

    Pero a la que te descuidas, ahí la tienes. Es una enfermedad sexista: afecta a los varones en el 95% de los casos. Como sin duda saben ustedes, la gota es el resultado de la acumulación de cristales de sales del ácido úrico, debida a la incorrecta metabolización de determinadas sustancias, como las purinas, contenidas en distintos tipos de alimentos.

    Los cristalitos en cuestión se depositan en las articulaciones, muy especialmente en el dedo gordo del pie, y les deseo que ignoren las dolorosísimas consecuencias de la acumulación de dichos cristalitos.

    Al gotoso no le consuela que la gota haya sido considerada tradicionalmente una enfermedad de reyes, de poderosos. A lo más que llega es a compadecer a personajes como los reyes españoles Carlos I y Felipe II, que sufrieron lo suyo, o al monarca inglés Enrique VIII, quien también padeció de fuertes ataques de gota.

    Claro, las dietas de esos monarcas no eran, precisamente ligeras. Comían demasiada carne, en especial carne de caza, rica en sabor, sí, pero también en purinas; los pescados azules como las sardinas o las anchoas contienen ácidos grasos muy beneficiosos, sí, pero también purinas; otro tanto ocurre, dicen, en las bebidas alcohólicas, sobre todo en la cerveza.

    Y hasta hay vegetales aparentemente inocuos, como los espárragos, que nos la pueden jugar. Añadan a la lista de enemigos los mariscos y, en general, todo tipo de vísceras o casquería. Empiecen a suprimir cosas… y ya verán qué dieta tan atractiva les queda.

Zoom

    Enfermedad de reyes…

     Por fortuna, la gota en su manifestación más incómoda puede evitarse. Si es así, que lo fue, ahí tienen ustedes la mejor demostración de lo que decíamos al principio: no hay nada que no tenga un haz y un envés, no hay nada que no tenga su cara y su cruz, no hay nada que no tenga su lado oscuro. Y la gota es, seguramente, la más dolorosa consecuencia física de ese lado oscuro de la gastronomía. Algo tenía que tener: si no, la gastronomía sería algo perfecto, y ya sabemos que la perfección, por definición, no existe.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas