El lado oscuro de la turística y vibrante ciudad
de Cuzco

El lado oscuro de la turística y vibrante ciudad <BR>de Cuzco

CUZCO, PERÚ (EFE).- La ciudad peruana de Cuzco, el destino turístico por excelencia de Sudamérica, alberga hoteles de lujo, restaurantes de moda y joyerías sólo aptas para ricos, pero también oculta una pobreza extrema que pasa desapercibida en el mismo corazón del centro histórico.

La mayoría de los cientos de turistas que cada día llegan a Cuzco, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, recorren el principal eje de la ciudad, visitan los monumentos restaurados y hacen realidad un sueño: visitar el santuario inca de Machu Picchu.

Sin embargo, pocos escapan a la ruta marcada en los mapas turísticos, que engloban sólo algunas calles, ni se percatan de que a pocos metros de los centros de ocio, las viviendas están a punto de derrumbarse, carecen de agua corriente o sistemas de desagüe y saneamiento.

En un intento de aliviar esta situación de pobreza, la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) se ha embarcado en un proyecto de rehabilitación urbana integral que consiste en recuperar espacios públicos, dotar de más calles peatonales a la urbe andina y reconstruir las viviendas más indignas.

Uno de sus centros de acción es el barrio de San Pedro, a diez minutos caminando desde la Plaza de Armas y la catedral, una zona que acoge cuidados jardines, y restaurantes y hoteles que se agolpan entre mercados de artesanías, tiendas de prendas de fina alpaca y joyerías que a precios astronómicos venden oro y plata.

En San Pedro y otros barrios cuzqueños, sin embargo, es común que varias familias habiten el mismo inmueble, hagan uso de los mismos saneamientos y discurra su vida rodeados de moscas, basura y aguas estancadas.

Rosa Cabrera, una mujer cuzqueña de 47 años y madre de cuatro hijos, siente que le ha tocado la lotería, ya que su inhabitable vivienda, de la que alquila habitaciones a otras siete familias, es el siguiente proyecto de rehabilitación identificado por la AECI.

La casa de Rosa, construida en la etapa colonial, está parcialmente derrumbada, apuntalada desde el exterior, algunas estancias no tienen tejado y cuenta con un patio central en el que un grifo de agua abastece a ocho familias que comparten un sólo aseo.

Aún así es afortunada, ya que la vivienda la heredó de sus padres, quienes a su vez la recibieron de sus antepasados, por lo que cuenta con título de propiedad. De lo contrario no tendría la misma suerte.

La responsable del proyecto Renovación Urbana de la AECI en Cuzco, Yadira Guerra, explicó a EFE que en muchos casos no pueden intervenir “por deficiencias legales”, como falta de documentos, ausencia de un propietario o porque los inmuebles están ocupados por campesinos que llegaron a Cuzco y tomaron espacios deshabitados.

Por eso, la AECI identifica casos en que la situación está legalizada y además consideran graves.

A esto se une que los habitantes deben tener recursos económicos, aunque sean escasos, ya que su obligación es contribuir con los gastos de rehabilitación.

En el caso de Rosa Cabrera, los ingresos provienen del trabajo de su esposo, un artesano de Cuzco, y del alquiler de habitaciones a otras familias por unos 18 dólares al mes.

El objetivo de la AECI con este proyecto es “atacar la extrema pobreza urbana, otorgar calidad de vida y recuperar el patrimonio”, agregó Guerra.

Y es que la mayoría de estas deficientes viviendas datan de la colonia española y muchas de ellas están construidas sobre la base de edificaciones incaicas, lo que deja latente su valor histórico.

Las labores de rehabilitación las llevan a cabo profesionales ayudados por estudiantes becados de la escuela-taller que la AECI tiene en Cuzco, de donde salen como maestros técnicos y al mismo tiempo permiten que la inversión en personal cualificado sea menor.

Estas escuelas-taller, además de ser muy efectivas en la recuperación del patrimonio, facilitan la inserción de los jóvenes en el mercado laboral de Cuzco.

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