El lado oscuro del descubrimiento

El lado oscuro del descubrimiento

El pasado día 3 se conmemoró el 519 aniversario de la salida de Cristóbal Colón del puerto Palos de Moguer en su aventura atlántica a la cual arrastró a 119 hombres que se aventuraron en un viaje precedido de imponderables, para culminar tres meses después con la llegada a la isla bautizada como San Salvador.

La narración de esa travesía, hasta ahora idealizada y elevándola a la cumbre del sacrificio humano, ha descartado que las pasiones humanas y sus debilidades no se pusieron de manifiesto. Esta tuvo que explotar en la forma, no solo de las masturbaciones como actos de desahogo sexual, sino de homosexualismo compulsivo de tantos hombres apiñados en espacios tan pequeños.

Esa conducta sexual, de los 120 hombres hacinados en tan pequeño espacio, no le quitan mérito a la hazaña de permanecer en esas embarcaciones, hasta más pequeñas a las que ahora utilizan muchos dominicanos para la travesía ilegal a Puerto Rico.

Tal comportamiento, cubierto por un ropaje idealizado de entrega y valentía, nunca ha sido dilucidado y que hasta podría explicar el exterminio tan acelerado de la raza aborigen residente en las grandes islas caribeñas, en especial Cuba y Santo Domingo.

En menos de 50 años, desde 1492, la población aborigen de las islas fue diezmada a conciencia por los ocupantes españoles, que al no considerarla como seres humanos, sometieron a una sanguinaria esclavitud a los hombres y niños, y sus mujeres fueron abusadas por hombres sedientos de sexo. Ese trato inhumano llevó a muchas familias indígenas a suicidarse, para luego ser reemplazadas por los esclavos africanos, que ya, para la segunda década del siglo XVI, comenzaban a llegar en grandes cantidades.

El primer grupo que llegó en 1492, y que se quedó en el Fuerte de la Navidad, eran los de peor calaña de España, ya que muchos fueron sacados de cárceles, estimularon los actos vandálicos de abuso sexual que enardecieron a los pacíficos aborígenes de esa zona del noroeste de la isla Hispaniola, para arrasar con ese pequeño fuerte y vengarse de tantos atropellos.

Lo interesante de la conducta española de los primeros viajes de Colón, para establecerse en los nuevos territorios, fue el incentivo a una actitud que se extendió por todos esos primeros años del siglo XVI en el exterminio de los aborígenes en las islas caribeñas, y en menor escala, en el territorio firme de América. Esos aborígenes indefensos estuvieron consternados por la raza blanca que llegaba cubierta de armadura metálica y montada en caballos para someterlos o eliminarlos despiadadamente.

El comportamiento sexual de los primeros expedicionarios españoles, encabezados por un supuesto idealista Cristóbal Colón, encontraron en las islas caribeñas la carne de mujeres de color atractivo, y al poseerlas, dieron origen a un mestizaje que es parte de la herencia genética caribeña, que luego se mezcló con la sangre africana. Después de los primeros embarques de esclavos africanos, comenzaron a llegar mujeres para utilizarlas en los menesteres de los hogares ibéricos y proveer una vía de desahogo sexual, no solo para varones esclavos, sino para los mismos amos españoles, portugueses, franceses o ingleses, deslumbrados por el color de la piel tan cautivante de las africanas como de las pocas indígenas caribeñas que sobrevivieron por un tiempo al exterminio concienzudo de los españoles.

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