El lado sanitario de la tragedia

El lado sanitario de la tragedia

La vuelta de las aguas a su nivel y el retorno a casa de muchos de los damnificados no significa que haya terminado la peor parte de la tragedia provocada por Noel, tragedia que, por cierto, se nos antoja más social que natural.

En realidad, las tragedias de este tipo se caracterizan por ser secuenciales. Primero la anegación de las viviendas y la muerte; los daños a infraestructuras y a la producción agropecuaria y, a renglón seguido, las secuelas de cada uno de estos efectos.

Las inundaciones han sepultado mucha materia orgánica, incluyendo cadáveres no recuperados de personas y animales, que ha empezado a descomponerse y a convertirse en precursora de enfermedades gastrointestinales, respiratorias y de otras índoles.

Uno de los riesgos es que todavía hay mucha contaminación en fuentes de abastecimiento de agua potable en las poblaciones inundadas por las riadas y las lluvias.

Las autoridades tienen que ocuparse de normalizar esos servicios y, hasta que lo logren,  deben garantizarle a la población  el abastecimiento de agua apta para el consumo humano.

A esto hay que sumar campañas de fumigación, así como de vacunación contra tétanos, las diversas variantes de hepatitis, tosferina y otras enfermedades que pueden surgir en circunstancias como las actuales.

Dijimos en principio que la tragedia se nos antoja más social que natural porque el desbordamiento de los ríos y las inundaciones, así como los derrumbes, son ocurrencias cíclicas que abundan en la naturaleza. Ahora bien, cuando estas ocurrencias que no tienen nada de extraordinario en el contexto de las fuerzas naturales afectan la vida humana, sobre todo la de las personas marginadas, estamos ante una tragedia social.

Pues bien, vigilemos celosamente el aspecto sanitario de esta tragedia social para evitar consecuencias peores.

Suplantación peligrosa
El nombre de Julio Morillo, de 18 años de edad, hay que inscribirlo en la nómina de víctimas de la justicia mediante constitución en turba. Junto a él fue herido Jason Germán, de 25 años, y un tercero escapó.

Estas tres personas habrían participado recientemente en el asalto y asesinato del comerciante Manuel Antonio Campusano, de 78 años, en la comunidad Monte Adentro, de Haina. Fueron perseguidos y alcanzados por una multitud que había dictado contra ellos sentencia de muerte.

Está ocurriendo que los linchamientos se están convirtiendo en una especie de alternativa que, aunque aterradora e indeseable, ni parece  motivar  investigaciones serias  y concluyentes, ni parece perturbar a nadie.

Los linchamientos son la expresión mediante la cual una parte de la sociedad da a entender que no se siente defendida adecuadamente por los medios institucionales y, por tanto, apela a primitivos procedimientos de ajusticiamiento que generalmente incluyen sentencia de muerte.

Las autoridades de este país, particularmente las judiciales, no están tomando en serio la suplantación  de los procedimientos “que manda el librito” por los que corresponden a un instintivo sentimiento de indefensión. Estamos permitiendo que el linchamiento se haga hábito y costumbre, y eso es muy peligroso para una sociedad.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas