El lado sano de los cuerpos

El lado sano de los cuerpos

Es alarmante la comprobación frecuente de que militares y policías hacen causa común con delincuentes. El involucramiento de oficiales y clases de la Marina de Guerra en la matanza de Paya, Baní, lugar situado en el área de influencia de la base naval de Las Calderas, expuso la señal de una estremecedora infiltración en un brazo armado del Estado dominicano. Pero es innegable que han sido las propias Fuerzas  Armadas y la jefatura de Marina en particular  las que respondieron con efectividad, y con sus propios mecanismos de investigación y sentido del honor, a la crucial urgencia de urgar en sombras y formular cargos frente a las evidencias de crimen en filas castrenses.

Lo mismo podría decirse de la Policía  que de manera regular actúa contra agentes que traicionan los principios de la institución. No obstante, esa acción positiva no es lo suficientemente tranqulizadora para la ciudadanía, pues es evidente  que las instituciones de armas  han fallado en la aplicación de procedimientos preventivos. Han debido tener un mayor control del personal que reclutan y mantienen activo. ¿Cómo se explica que antiguos miembros de la Dirección de Control de Drogas, purgados por actos irregulares, sigan  perteneciendo a otras instituciones castrenses? La parte sana de los cuerpos del orden y defensa tienen que tomar efectivamente por los cuernos a sus toros malos.

El desprecio a males regionales

El inventario no termina. En El Cercadillo, Villa Mella -desde donde pronto partirá un Metro colosal y de la modernidad- llevan 37 años necesitando un simple plantel. Miles de niños y adolescentes con escaso acceso  a la educación. Su carencia no es un caso aislado. Lo sistemático es que el Estado  falle en lo primario a comunidades dispersas por todo el país. Un penoso mosaico de conglomerados sin el beneficio de cosas elementales como planteles, calles, dispensarios, alcantarillados, puestos policiales y fiscalías. Cuando se disfruta   algún beneficio del “progreso”, se cojea de otros.

Con frecuencia las insatisfacciones causan violencia y constituyen un buen motivo para que la gente sienta que solo es importante y recibe  promesas y atenciones materiales efímeras cuando se acercan las elecciones. A continuación de los procesos  lo  que permanece es el vacío de autoridades responsables que se ocupen de problemas cotidianos.

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