El ladrillazo que nunca llegó

El ladrillazo que nunca llegó

Grupos sociales de hoy tienden más que antes  a la protesta que en ocasiones incluye alterar el orden. Un comportamiento estimulado por las facilidades de la era digital. Impulsivamente,  se va a la calle   hasta por motivos de importancia relativa. Una mínima alza  de pasajes urbanos encendió demostraciones que en Brasil llegaron a quedar sin control.  Aunque autoridades revocaron los aumentos,  surgieron  otras consignas y los incidentes crecieron en 80 ciudades. No se suponía tanta irritación en un país que con el Presidente  Inacio  Lula da Silva redujo  la pobreza  y acrecentó  el desarrollo. Antes de juramentarse, el Presidente Danilo Medina describió la fórmula brasileña como un modelo a seguir.

Medina ha conservado una elevada popularidad con el paso del tiempo. Pero  condiciones heredadas  mueven  a sectores a reclamar mejorías de servicio  y muchas protestas  han tenido lugar. Insatisfacciones similares han turbado al país  de Jorge Amado sacudido en estos momentos por demostraciones contra la corrupción  y altos impuestos, a pesar de que la presidenta Dilma Rousseff  reacciona  con rapidez ante cualquier señal de traición a  su confianza. En cambio en el país  persisten dudas importantes sobre la forma en que se manejaron recursos del Estado durante la pasada administración  y poco se ha hecho para judicializar casos. Por el contrario, se imploró el olvido; No lanzar ladrillos hacia lo que quedó atrás.

Paso de tortuga en Puerto Plata

Un factor negativo que gravita en estos momentos sobre el turismo  de Puerto Plata  y algunas playas del litoral Norte va más allá de los problemas ambientales atribuibles   a  la falta de limpieza  y ornato o  al deficiente manejo de  aguas residuales. Incluso podría resultar  más perjudicial  que el daño de imagen que  se atribuye en algunos puntos de la región a una presencia demasiado pública de la prostitución. Algunas voces dicen con alarma que el mayor perjuicio viene de la lentitud abrumadora  en que  incurren funcionarios encargados de  aprobar proyectos listos para iniciarse. No se critica que  los organismos  se empeñen  en respetar  normas de protección a  la naturaleza para levantar obras  o que sean minuciosos antes de autorizar edificaciones  que garanticen la  integridad física de los turistas en todo lugar. Lo inaceptable es que la burocracia  se exceda en lentitud  y en recargar los procesos con trámites  innecesarios.

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