Cuando el cacique Enriquillo se sublevó en contra de los conquistadores españoles, y se refugió por un tiempo en la isla Cabrito en medio del lago que hoy lleva su nombre, no se imaginó que en el siglo XXI iba a estar dándole tanta agua de beber a las generaciones de este siglo.
Bautizado el lago con el nombre de Enriquillo, con su nivel por debajo del nivel del mar junto a su compañero el de Azuei, la laguna de Rincón y hasta la de Limón, mantenían los secretos de sus orígenes a aquellos exploradores de la isla. Siglos más tarde se descubrió que esa ubicación de los lagos era el fondo marino del canal que comunicaba la bahía de Neyba con la de Puerto Príncipe, y que un movimiento sísmico en la región de Puerto Príncipe cerró esa boca hace miles de años.
Luego, las grandes crecientes de un indomable río Yaque del Sur, fue depositando en su desembocadura de la bahía de Neyba millones de toneladas de sedimentos, en donde una barrera de coral impedía la salida libre del agua del río para confinar esa masa de agua salada en los lagos que el río alimentaba periódicamente. La elevada evaporación diurna evitaba que el nivel de los lagos se elevara por encima de lo que las gentes ya se habían acostumbrado, pero dejando enormes extensiones de terrenos salados que luego, a principios del siglo XX, una empresa norteamericana lavó un área para sembrar caña y molerla en el central Barahona.
Para el 1893, un geólogo norteamericano determinó que el nivel del lago Enriquillo se había elevado 60 centímetros por encima del nivel del mar, pero en 1901 había vuelto a descender hasta los 40 metros por debajo de la cota 0 del mar, y en un momento dado del siglo XX había descendido hasta los 49 metros por debajo del nivel del mar, cota por la cual casi todas las generaciones del siglo XX la admitían en sus estudios de la geografía nacional.
El equilibrio del nivel del lago se alteró cuando ocurrió la creciente del río Blanco en Jimaní. Desde entonces, de manera indetenible y con la ocurrencia de tormentas como las de Olga y Noel, el nivel del lago fue subiendo hasta la cota actual de los 29 metros por debajo del nivel del mar y aumentando su superficie hasta los 370 kilómetros cuadrados, arrollando agricultura y viviendas como en Boca de Cachón, condenando al poblado a su desaparición, sumergido en el fondo nuevo del lago. También ha puesto en peligro de extinción importantes especies de la fauna autóctona de esa región, como las de los cocodrilos e higuanas.
Es de prever que podría haber un retorno de los niveles del lago a los tradicionales 40 metros por bajo del nivel mar, pero tal esperanza flaquea ante los cambios climáticos que afectan al planeta. Por tanto se impone estudiar con seriedad y responsabilidad la reubicación de los poblados más afectados y los más amenazados de una desaparición, al tiempo que se reubican las carreteras a cotas por encima de los 10 metros sobre el nivel del mar. A la vez que nuevas instalaciones fronterizas de Aduanas, Inmigración, depósitos, cuarteles etcétera se construyan para darle servicio al ingente tráfico entre los dos países de la isla, ya que una buena parte de las instalaciones fueron dañadas por las aguas crecientes del lago Azuei que dañaron las edificaciones sumergidas en el nuevo fondo del lago.