¡El largo camino de Venezuela!

¡El largo camino de Venezuela!

POR FIDELIO DESPRADEL
Al igual que todas y todos los venezolanos, el lunes a las siete de la mañana, ya tenía más de 48 horas sin «pegar los ojos». ¡Nadie durmió en Venezuela el 15 de agosto! Yo no era la excepción. Camino del aeropuerto, pasaba revista a la extraordinaria experiencia que había vivido en las casi dos semanas que permanecí en Venezuela:

A las cinco de la madrugada, el Consejo Nacional Electoral había dado por ganador a Chávez, con más del 58% de los votos emitidos. Como por arte de magia, la multiplicó por tres o cuatro. Una gran muchedumbre recibió el discurso de Chávez, donde felicitó al pueblo, reiteró que el triunfo era el de la Revolución Bolivariana, felicitó a la oposición, por haber dejado los caminos conspirativos, acogiéndose a los instrumentos democráticos que permitía la Constitución Bolivariana, y en un discurso de más de una hora, pasó revista a toda la situación, agradeció el apoyo nacional e internacional, dió garantías a los pueblos y gobiernos del mundo de que Venezuela seguiría siendo un aliado seguro y una esperanza para los pueblos latinoamericanos y de otras latitudes, y al final, planteó que el gran nivel de organización y movilización que el pueblo había logrado, debía mantenerse y multiplicarse, para estar preparados para afrontar las nuevas batallas, que serían, tan importantes, que las que habían librado.

A las mismas cinco de la madrugada, la oposición, esta vez utilizando a Henry Ramos, de Acción Democrática, como vocero, denunció un gran fraude, y planteó sus propias cifras: simplemente, invirtió el orden: ellos (los escuálidos) 60%, y Chávez 40%. CNN informó «en vivo» ambos escenarios: la inmensa manifestación del pueblo chavista, con el enjundioso discurso de su líder, y la rueda de prensa de la oposición.

Todos sabemos ya que el señor Carter y el señor Gaviria (los observadores más encumbrados de las elecciones) señalaron que el «conteo» que sus observadores habían efectuado, «eran consistentes con los del Consejo Nacional Electoral». O sea, le «dieron el palo de la gata» a la oposición. Yo le había dicho a los amigos y amigas con los que me encontraba aquella madrugada histórica, que las cúpulas de poder de los Estados Unidos, aunque quieren a Chávez fuera del poder o muerto, iban a aceptar a regañadientes su triunfo, porque, con el petróleo por encima de los 45 dólares el barril, con el tollo de Irak y con la llamada recuperación de la economía norteamericana en el limbo, el gran capital no iba a acercar el fuego al barril de pólvora venezolano, porque ello podría generar un enfrentamiento de tal magnitud, que los acontecimientos se salgan de cauce y provoquen una crisis en el mundo latinoamericano, y de paso, en la vapuleada economía mundial.

Ahora: ¡Queda todo por hacer en Venezuela! ¡Todo por hacer! Convertir el triunfo en un gran salto adelante no es una tarea tan fácil como puedan imaginarse algunos o algunas personas que no tienen la más mínima idea de lo que es mantener en movimiento, en un proceso de profundización permanente, un proceso de revolución como el que se desarrolla hoy en Venezuela.

La Revolución Bolivariana cuenta con el apoyo activo de más de la mitad del pueblo venezolano, principalmente de sus masas pobres de las ciudades. Cuenta también con el apoyo incondicional muchos de los militantes revolucionarios formados en la vieja Venezuela. Con algunos cuadros técnicos de gran valía y con un líder, que al tiempo que es un apasionado de sus ideas, y un fiel creyente en la redención de los pueblos y naciones del continente, es un gran peleador y un gran comunicador.

Eso es mucho, pero no suficiente. Todos esos factores positivos y promisorios, se entremezclan con un conjunto de instancias y aparatos estatales evidentemente deficientes; con una cultura del clientelismo muy parecida a la que arrastran, en nuestro país, no solo los grandes partidos del sistema, sino la izquierda, en casi toda su extensión. La primera señal de esta grave realidad la capté cuando, en la gran manifestación de cierre de campaña, el público expresaba un apoyo unánime y entusiasta a Chávez, cada vez que este criticaba la ineficiencia, la blandenguería y la falta de espíritu revolucionario y de servir al pueblo, de los funcionarios, síndicos, gobernadores y otras instancias del poder. ¡No venimos a servirnos del Estado sino a servir al pueblo y a la Nación! les increpaba Chávez a estos funcionarios.

¡Ese es el primer gran problema que tiene por delante el proceso venezolano! Otro gran problema, ligado al anterior, es el siguiente: Ahora, después del gran triunfo popular, Chávez, y la Revolución Bolivariana tienen que «tender puentes» con los sectores de las clases medias, que no están con los yanquis ni con la oligarquía, pero que tampoco estás con Chávez y su proceso. En el próximo artículo me referiré a este tema.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas