El lastre de creernos seres inferiores

El lastre de creernos seres inferiores

Para los estudiosos de la conducta de los dominicanos resulta una tarea cuesta arriba entender y encontrar las razones de ese complejo de inferioridad que se manifiesta ante otras naciones en donde la señal inequívoca es de que todos nos quieren aplastar, engañar o menospreciar.
No ha habido una generación dominicana desde 1844 que no haya estado sometida a esos complejos de creernos inferiores y de que todo el mundo nos quiere perjudicar. Buscan en cada acción una razón escondida, una maldad y de ver la forma de cómo se nos perjudica como persona, sociedad o país. Y eso, que ocupamos un lugar privilegiado entre las naciones del continente por nuestro desarrollo y calidad de nuestros ciudadanos.
Y este fenómeno de inferioridad se agudiza ahora en pleno siglo XXI cuando talcosa se creía desaparecida con el avance de las comunicaciones, y por las relaciones con las demás naciones y sus culturas. Cuando se creía dormido tal complejo, este de repente explota y ahora coloca al país en una mala situación debido, a quienes gritan más de que nos quieren perjudicar, son los que supuestamente debería tener una mente más racional, educada y ecuánime en sus declaraciones. Son los políticos.
Tal cosa ocurre pese a que la mayoría de los dominicanos poseen uno o más celulares. Existe una comunicación ágil y libre, permitiendo emitir toda clase de opiniones e incluso versiones malsanas y falsas de los hechos para perjudicar a alguien o al país. Le cuesta una gran pérdida de tiempo a los medios veraces poder filtrar las informaciones falsas y dejar las verdaderas. Es una pérdida de tiempo para los responsables ofrecer la verdad, se necesita más tiempo para descartar la basura informativa e intelectual destinada a confundir o dañar reputaciones. Ahora la veracidad de los hechos se recibe con un dejo de suspicacia. Somos como fieras acorraladas y clamamos que nos atacan para perjudicarnos y no nos permiten defendernos.
Los casos recientes de la muerte accidental de unos nueve turistas en hoteles playeros debido a enfermedades derivadas de cardiopatías severas le ha permitido a los sectores internos, que no quieren saber del gobierno, para desatar una rabiosa propaganda negativa contra el país con el propósito de que se cancelen miles de reservaciones ya confirmadas de viajeros hacia el país y no se alcance, como ya es previsible, la llegada de siete millones de turistas para este año.
Se alega que esa propaganda negativa para hundir el destino turístico dominicano trata de confundir, pese a los pocos muertos registrados, cuando en México o Costa Rica superan anualmente al caso local. Lo que aquí ocurre es el hecho de que ya estamos envueltos, por un proceso electoral, de las ambiciones en que todo se vale. Se busca cualquier acontecimiento para perjudicar al gobierno, que pese a su situación de no poder reelegirse, exhibe una canasta de realizaciones que a la rabiosa oposición le sería imposible superar si llegaran al gobierno, o al menos que el actual no logre prolongar su mandato.
Se ha desatado un tremendo nerviosismo en las autoridades turísticas, sintiéndose acorraladas. Están tratando frenar esas acciones cuyos orígenes salen de las entrañas locales de la envidia y de las rivalidades por las ambiciones de disfrutar del poder. Es una lucha sin cuartel abonado ahora por el incidente en que se vio envuelto un ícono del beisbol de grandes ligas, idolatrado en Estados Unidos y aquí. El se vio afectado por una agresión que se ha tratado presentar como una confusión.
Esos eventos que envuelven a los turistas son normales en los países anfitriones, ya que de repente existe una inundación de los mismos por la interrelación con los nativos y su mayor presencia. Entonces, las posibilidades de accidentes y eventos de salud crecen proporcionalmente al aumento de los que vienen a disfrutar y hacen muchos desarreglos con las comidas y bebidas. Por esa masiva presencia es ineludible que se deben esperar eventos ya sea de accidentes en las vías públicas, en las playas o montañas. En los hoteles es una cuota que aquí se mantiene a muy bajos niveles, pero ahora el morbo político ha querido presentarnos como un país muy inseguro. De inmediato nos abruma el complejo de inferioridad de que todo el mundo nos ataca para destacar la inseguridad.Por naturaleza somos tan descuidados con el mantenimiento y cumplimiento de las leyes y reglamentos, entonces tal cosa se revierte en algo real contra nosotros mismos. Preferimos consolarnos lamentando que nos ninguneen y siendo agresivos contra tales ataques, pero sin argumentos y sin destacar las realidades de un país que ofrece mucha seguridad y atractivos a los visitantes. Y es una cantera de voluntades emprendedoras y progresistas que aman a su país.

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