El latrocinio corroe al PLD

El latrocinio corroe al PLD

Si hay una causa en el accionar de un partido político para perder el fervor de sus seguidores y simpatizantes, es la de cegarse en la cumbre del poder, y apegándose al mismo, hacer uso de sus recursos económicos para disponer de los mismos en su disfrute y enriquecimiento ilícito.

Se tejieron muchas esperanzas, cuando los “muchachos” del PLD llegaron al poder en 1996, acompañados del gran apoyo que recibieran del doctor Balaguer, empeñado éste que ni el candidato perredeísta de la ocasión, ni el suyo, accedieran al poder, sino, maravillado por la capacidad del emergente líder del PLD, perfilándose como un gran estadista, era la mejor opción.

El doctor Fernández, en su primera administración, dio muestras de su peculiar estilo de enjundiosas exposiciones, que maravillaban a los oyentes y convencía de su capacidad, frente a una oposición diezmada por sus actos de corrupción, cometidos en los períodos donde disfrutaron del poder.

Aquellos jóvenes y brillantes teóricos peledeístas, imbuidos de una honestidad y fe ciega en servir al partido para servir al pueblo, cautivaron al país al introducir muchas innovaciones en la administración pública. Dejó de ser una calamidad el renovar las licencias de conducir o los pasaportes; los elevados, AMET y la OMSA mejoraron parcialmente el caótico tránsito de las calles metropolitanas.

Pero al tiempo de la ocurrencia de tantas acciones positivas, como el mejoramiento en la captación de recursos para el fisco, el germen de la corrupción penetraba cuando el comesolismo marginó a muchos contratistas y suplidores de servicio al Estado para beneficiar a los favoritos y aportadores generosos de más del 25% de comisión en la adjudicación de contratos.

El frenesí de muchos peledeístas en los pasados cinco años en la acción descarada de disponer de los recursos públicos y manejar las dependencias públicas como si fueran feudos privados de los incumbentes, los ha llevado de escándalo en escándalo, con el engorde exagerado de las nóminas en especial de familiares y amigos, disfrutar de la buena vida en los mejores restaurantes capitaleños para ver engrosar sus anatomías a ojos vista y sin rubor de dilapidar los recursos públicos.

Entonces la ciudadanía observa tantas indelicadezas. Afortunadamente se van conociendo en detalles por las valientes denuncias de reconocidas informadoras públicas. A la vez, la ciudadanía observa de cómo las recaudaciones fiscales apenas han descendido menos del 2% con lo recaudado en igual período el pasado año. Pero se prefiere decir que las recaudaciones están un 5% por debajo de lo estimado, mientras las comunidades abandonadas se vuelven más exigentes en atención a sus servicios públicos deteriorados.

La rabia y el desencanto se apodera de la ciudadanía por esos flagrantes actos de corrupción, cometidos por los que antes se apartaban de la mayoría de los dominicanos y se auto designaban como los honestos y los demás eran corruptos.

La ocurrencia de actos de corrupción dejan chiquitos aquellos similares en otros períodos, afectando a funcionarios peledeístas y manchando los homenajes, que a la memoria del profesor Juan Bosch, se celebraron en los pasados días, en ocasión del centenario de su nacimiento, máxime cuando se dijo que era él quien gobernaba al país.

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