El lector apasionado: una mirada

El lector apasionado: una mirada

El solemne motivo que nos congrega en esta noche es la puesta en circulación del libro El lector apasionado: ensayos sobre literatura, del laureado escritor José Alcántara Almánzar, Premio Nacional de Literatura 2009. Alcántara Almánzar (1946) es un escritor que no necesita carta de presentación en nuestro medio cultural y literario. Huelga decir que es un notable sociólogo, educador, narrador, editor y crítico literario. Es un escritor prolífico, dedicado y que conoce el arte de bucear en los pozos profundos de la palabra y el pensamiento. Es un hombre que se caracteriza por su honestidad intelectual y por su peculiar valentía para analizar y expresar la realidad estética.

 La obra que hoy presentamos es una muestra inequívoca de la fecundidad intelectual de Alcántara Almánzar; un testimonio patente de su larga experiencia y una labor que tiene como aval cuarenta años de reflexión sobre los problemas de la sociedad y la literatura dominicana. 

El lector apasionado es una obra significativa y enriquecedora. Vale decir que es un banquete para quienes amamos los valores estéticos y el cultivo de la vida interior.

La libertad creadora que se abre espacio a través de la palabra y los inconfundibles laberintos de la ficción son los andamios de este libro que está conformado por un brillante conjunto de ensayos y artículos. La obra constituye un plausible ejercicio de reflexión a través del cual se ponderan y se analizan las obras y los autores que han aportado significativamente al desarrollo de las letras dominicanas.

La obra se divide en cinco partes: Instantes; Miradas; Pasiones; Recuerdos; Circuntancias. La primera parte, la que abarca los “Instantes,” es un maravilloso paseo a la grupa sobre ese indomable género que se denomina cuento, y más propiamente el cuento dominicano. El recorrido va desde la primera expresión literaria que apareció en La Española, ataviada de mitos y leyendas, hasta los albores del cuento dominicano en el siglo XX: el cual toma otro rumbo a partir de los aportes de Virginia Elena Ortea, José Ramón López, Fabio Fiallo. La modernidad y la complejidad estructural se inscriben en nuestro mapa literario con la aparición de Juan Bosch, Virgilio Díaz Grullón, Veloz Maggiolo y los aportes de algunos poetas-dramaturgos de la Generación del sesenta.  

La segunda parte, titulada “Miradas”, es un balance objetivo sobre los anhelos, los derroteros histórico-existenciales y la imagen de la sociedad dominicana que nos presentan cuatro novelistas: Luis Arambilet, Jeannette Miller, Jacinto Gimbernard, Arnaldo Espaillat Cabral.

El prolífico fluir y el vuelo poético de nuestras letras se manifiestan en “Pasiones”, la tercera parte de esta obra. En estas páginas se dejan sentir los torrentes de la pasión y la sutil evolución del tacto y el mundo interior, siempre sugestivo y sensual, de Las estaciones íntimas de Soledad Álvarez. Por otro lado, asistimos al encuentro de la belleza siempre en fuga, al encuentro del poema que nos personifica y nos destruye (“La pasión de la totalidad. Poesía y prosa de José Mármol”). 

La cuarta parte, “Recuerdos”, describe los afectos, las inquietudes, el potencial humano, el apego telúrico y la refinada conciencia estética de Manuel Rueda: uno de los artistas más grandes que ha dado este país, “un artista inmenso, un creador inigualable”. También consagra un espacio para ponderar las dimensiones intelectuales, las incidencias y los “reflejos de Joaquín Balaguer, el escritor”.

“Circunstancias”, es la última parte, la cual está conformada por dos trabajos que sirven de plataforma a un lúcido diagnóstico sobre los derroteros de la realidad literaria y humana. En ambos vislumbramos una nueva perspectiva del hecho literario, pues nos conectan con un mundo de posibilidades y preocupaciones verdaderamente estéticas: “De autores y personajes desquiciados en la literatura”, el primero trabajo; y el segundo titulado: “¿Hacia dónde va la literatura?”.

En El lector apasionado, Alcántara Almánzar nos seduce con el magnetismo y la factura impecable de su prosa, siempre elocuente y equilibrada. Su peculiar dominio del lenguaje hace que su estilo se aparte de las vacuidades, las pirotecnias y los rebuscados mundos verbales. La vitalidad y la integridad de su discurso son los destellos de una visión encarnada que nos guía en un medio social como el nuestro, tan corroído por la simulación y la hipocresía. 

¿Qué es leer?  Quizá la tesis medular de El lector apasionado se resume en pocas palabras: el placer estético de leer con pasión a nuestros escritores.

La lectura es la base de todo proyecto cultural trascendente. En un artículo que escribí hace poco tiempo, reflexionaba sobre el carácter de la lectura y la personalidad del lector. Sostenía que “leer es un acto de libertad y quizá el acto de libertad por excelencia. A través de la lectura descubrimos el esplendor de la alteridad, puesto que leer es siempre un encuentro con y por el otro.

Un encuentro de carácter dócil y ritual, con eso que llamamos imagen. (…) La paradoja de la lectura consiste en que nos sustrae del mundo a la vez que descubrimos su sentido y su misterio”.

Los grandes escritores no sólo se han nutrido de la gran cantera de la experiencia y la contingencia del mundo, sino que también han sido lectores voraces; personas que han moldeado su personalidad a través de una férrea disciplina y que han conseguido una visión del mundo en los espacios de la página impresa.

Esta impronta singular forma parte de la base y el talante de los escritores, pues sabemos, parafraseando al inmenso Borges, que “uno no es lo es por lo que escribe, sino por lo que ha leído”.

Con la publicación de El lector apasionado, José Alcántara Almánzar nos convoca a un rito milenario: el rito del placer estético de la lectura. José es el oficiante y a la vez el dueño del gran secreto, pues él mejor que nadie sabe que la piedra de la eternidad sólo es posible asirla en la recuperación del instante, en esa singular recuperación que se da en la lectura de un cuento; en la mirada certera de la realidad existencial y en la incesante conjugación de las pasiones, los recuerdos y las circunstancias. En definitiva, estos son los elementos que tejen el maravilloso mundo de la literatura. 

¡Enhorabuena, amigo José!

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