Cuando el entonces parlanchín boxeador de 22 años al poco tiempo de arrebatarle sorpresivamente la corona de los pesos completos al poderoso Sonny Liston en un choque escenificado en Miami en 1964, dejó a todos atónitos al cambiarse su nombre original de Cassuis Clay por el de Muhammad Ali, se iniciaba una de las leyendas más singulares e impactantes de la era moderna, pues no sólo llegaría a ser el más grande pugilista de todos los tiempos, sino que su influencia y prestigio global superaría con creces las fronteras del deporte, por sus grandes aportes a las mejores causas por la libertad y la justicia social.
El nuevo nombre adoptado al convertirse al Islamismo, significa “Digno de las mejores alabanzas”, lo cual quedaría demostrado en los hechos, tanto por sus excepcionales habilidades en el cuadrilátero como por su renovado y valiente respaldo a las corrientes del nacionalismo negro en los Estados Unidos y la lucha por la igualdad de los derechos civiles en el marco de un establishment, caracterizado por el racismo y la discriminación. Su inicial líder espiritual, Elijah Muhammad, explicó que Clay era un apellido de esclavo que él no había escogido.
El surgimiento y el protagonismo de una personalidad de las dimensiones de Ali, significó un gran aliento para la raza negra en los Estados Unidos, cuya presencia se remonta a siglos pasados y cuya contribución para el avance y desarrollo de esa gran nación ha sido esencial en sus diversas etapas. Los esfuerzos han sido titánicos contra la discriminación a través del tiempo, lográndose algunos frutos, siendo el más trascendente el hecho de que en la actualidad los Estados Unidos cuenta con un presidente afroamericano, Barack Obama.
Desde que se divulgó su sentido fallecimiento a finales de la semana pasada, el mundo ha vivido un periodo de luto colectivo, destacándose los reconocimientos de estadistas, políticos y celebridades de los diversos ámbitos, cuyos actos culminarán este viernes con el funeral en su natal Louisville, Kentucky. El panegírico estará a cargo del ex presidente Bill Clinton, uno de los mandatarios que tuvo mayor cercanía con la población negra, reconocido además como uno de los ocupantes de la Casa Blanca más exitosos y eficientes.
En la lucha de la denominada gente de color en los Estados Unidos, a partir de la década de los años 20 del pasado siglo, surgió la más poderosa organización de la historia, la Asociación Universal para la Mejora de la Gente Negra (UNIA, por las siglas en inglés), liderada por Marcus Garvey, de origen jamaiquino, con una nómina de seis millones de afiliados. En la década de los 50 un grupo de marxistas afroamericanos, denominado los Negros del Centurión, visitó al dictador ruso José Stalin.
Sin embargo, los movimientos negros en procura de reivindicación de derechos y oportunidades en una sociedad excluyente, tuvieron una mayor proliferación y activismo a partir de la década de los 60, lo cual coincidió con el surgimiento del superastro de Louisville. Los más notables eran el movimiento de los derechos civiles, liderado por el prominente pastor Martin Luther King, el más influyente de todos; los Mulsumanes Negros, grupo al que se inscribió el joven Ali atraído por Malcolm X y Elijah Muhammad, así como los más radicales Panteras Negras (Black Panthers) y Poder Negro (Black Power).
La rebeldía de Ali contra el sistema, tomando una iniciativa antibélica contra la Guerra de Vietnam, y negándose a enlistarse en el ejército, le ocasionó una sentencia de cinco años de prisión y diez mil dólares de multa; también fue despojado del título en 1967. Durante la suspensión se dedicó a dictar conferencias en escuelas y universidades contra la guerra y el racismo. Logró recuperar el cetro en 1974 en un histórico combate contra George Foreman en Kinshasa, Zaire, y obtuvo otros triunfos memorables.
Después de su retiro, se dedicó y promover una serie de causas altruistas mientras luchaba contra la terrible enfermedad de Parkinson, que tras varios años de padecimiento le cegó la vida. Gloria eterna al gran Muhammad Ali.