En una capilla gótica, situada junto a la muralla de uno de los castillos renacentistas del Loira, reposan los restos de uno de los mayores genios de la humanidad, el artista italiano Leonardo da Vinci, fallecido hace 500 años en esa región del centro de Francia, que aprovecha el aniversario para rendirle homenaje.
El florentino pasó allí los tres últimos años de su vida bajo el amparo del rey Francisco I. Se instaló en el castillo-mansión Clos Lucé, adonde según explicó a EFE su actual gerente, François Saint Bris, llevó tres de sus obras maestras- “La Gioconda”, “La Virgen, el Niño y Santa Ana” y “San Juan Bautista».
La tumba del genio italiano en el recinto del castillo de Amboise forma parte del Patrimonio Mundial de la Unesco y es epicentro del recorrido organizado por la región en homenaje a su polifacética figura como pintor, arquitecto, científico, escritor, escultor e ingeniero.
Construida entre 1491 y 1496, la capilla de Saint-Hubert alberga la sepultura de Da Vinci y en dos inscripciones en la pared, en francés e italiano, se refleja la fecha del nacimiento y la muerte del artista. La mansión de Clos Lucé se encuentra a pocos a metros de la capilla y conserva mobiliario de la época, como la cama o el escritorio de Da Vinci, junto con manuscritos y planos de sus ingeniosos inventos, como el tornillo aéreo, el tanque y la ametralladora.
Aparatos que la región ha recreado para que el público pueda interactuar con su obra en esta conmemoración, organizada de febrero a noviembre y que este 2 de mayo, día del aniversario de la muerte del artista, contará con la presencia de los presidentes de Francia e Italia, Emmanuel Macron y Sergio Mattarella, respectivamente.
“Viva Leonardo da Vinci 2019 es un evento que representa un momento histórico para nuestra región, para Francia y para todo Europa …Da Vinci es sin lugar a dudas la figura más representativa del Renacimiento francés e italiano”, señaló el presidente de la región, François Bonneau.
El tributo que el Loira presta al polifacético italiano recuerda que su corta estancia francesa, en la que estuvo acompañado por su pupilo Francesco Melzi, fue también reconocida por los banquetes y las fiestas que realizaba en los salones del castillo.
Rememora igualmente su amor por la naturaleza, reflejado en los estudios que dedicaba a esa materia, e incluye obras de teatro, espectáculos, experiencias gastronómicas y exposiciones, en cuya organización han trabajado el gobierno local y sus homólogos de la Toscana, en Italia.