El legado que deja el presidente Leonel Fernández a su sucesor en el poder, Danilo Medina, presenta dos lecturas, una positiva y otra negativa. Elemental. Empiezo con la positiva.

En el aspecto institucional, el presidente Leonel deja a Danilo las creaciones del Tribunal Superior Electoral y el Consejo Nacional de la Magistratura, y ¡por fin, luego de ocho años de demora! el reglamento de la Ley 285-04 que regula la política migratoria del Estado.

En el plano económico, la estabilidad cambiaria que no superó en ocho años la tasa del 40xl, planeamiento del gobernador  del Banco Central, Héctor Valdez Albizu, en el vórtice de una tragedia económica planetaria originada en 2008 en Estados Unidos por el crimen, aún impune, de los “bonos basura” del sector inmobiliario.

El sostenido crecimiento del turismo producto del trabajo encomiable del ministro Francisco Javier García Fernández, con ingresos repetitivos por sobre los cuatro millones de turistas al año, a contrapelo de la contracción económica mundial citada, que ha golpeado severo a USA, Canadá y la Zona Euro.

Crecimiento de las zonas francas industriales y del PIB calculado al final de ese año en 4.5% y la inflación en menos de 4%.

Las aristas negativas resultan ser un déficit presupuestario sobre los RD$98,600 millones, conforme señala el economista Fernando Álvarez Bogaert en HOY del día cinco de este mes; subsidio criminal a la CDEEE de RD$20,150 millones ¡una barbaridad! con los que puede construirse una EGE-Haina y sobran recursos, y compromisos de la Refinería de Petróleo por RD$$4,400 millones, para parar de contar.

En el plano organizacional, el país es un  desorden completo, conforme denunció nuestro cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez el 25 de junio último, consecuencias de que el presidente no aprobó a tiempo el reglamento de la Ley 285-04 que ha posibilitado la peligrosa haitianización del país, ni modificó la Ley 36 para que solo se permita la tenencia y no el porte de armas de fuego.