El legado fiscal de la crisis

El legado fiscal de la crisis

Como es muy probable que se haya dejado atrás lo peor de la desaceleración, básicamente por impulso de la demanda, como consecuencia del paquete de medidas monetarias, desde julio la economía debe reanudar su crecimiento intertrimestral y hacerlo con fuerza, evitando un cierre de año con decrecimiento por efecto arrastre de la tasa nula del primer trimestre y poco o descuento en el segundo.
Una enseñanza de la crisis es que no somos invulnerables no obstante las buenas cifras de crecimiento, empleo, inversión y flujos de capital externos. Por ello, cualquier diagnóstico de la economía debe tener como centro las reformas estructurales que se necesitan para sortear embates de crisis externas. Sería productivo imitar a Joaquín Balaguer, que al inicio de los noventa consensuó la primera generación de reformas estructurales con el sector privado.
Ahora, como en aquella ocasión, la batería de reformas que se necesita es para alcanzar objetivos específicos, como ganar empleo, aumentar el crecimiento potencial, eliminar el subsidio eléctrico, consolidar las finanzas públicas, preservar la baja y estable inflación con tipo de cambio flexible, ya que estos precios limitaron el costo social de la pandemia, y en el mercado del trabajo reducir la informalidad, que supera el 60%, lo que requiere incentivar la formalización de empresas.
Los hombres de empresa deben tomar la iniciativa, porque es necesario alejar la posibilidad de contagio de la fuga de capitales que atenazó las mayores economías de América Latina y el Caribe, que ha exacerbado el deterioro de la cuenta corriente y la depreciación del tipo de cambio, ha aumentando la prima de riesgo y el costo de nuevos endeudamientos.
No se puede minimizar que el plan fiscal anticrisis para contrarrestar el covid-19 ha empeorado la marcha de las cuentas fiscales. El déficit del sector público no financiero, que el FMI estimaba en RD$141,429 millones, un 3.1% del PIB, aumentó hasta 4.9% (RD$223,550 millones), estimando financiamiento adicional por RD$84,222 millones (US$1,404 millones, a una tasa de cambio de RD$60/US$).
En suma, el presupuesto público de este año necesita un financiamiento bruto total de RD$330,518 millones (US$5,510 millones), la suma del financiamiento adicional de RD$84,222 millones y del financiamiento bruto inicial del presupuesto de RD$246,296 millones (US$4,105 millones).
¿Cómo se distribuye el financiamiento bruto total? La suma de RD$102,518 millones (US$1,710 millones) para amortizar deuda y RD$228,000 millones (US$3,800 millones) para financiar el déficit del sector público no financiero de 4.9% del PIB.
Por ser este el legado, el cuadro fiscal, que nos deja la crisis sanitaria, junto a un menor crecimiento del PIB, mayor desempleo y deuda, para encarrilar la economía la batería de reformas estructurales debe tener la profundidad de las aplicadas por Joaquín Balaguer en los noventa, atacó la crisis con nuevas leyes de zonas francas, inversión extranjera, reformas tributaria y arancelaria, las acompañó de política liberalizadora del sector de las telecomunicaciones y aumentó de la recaudación por consumo de gasolina, gasoil y otros derivados del petróleo a través del «diferencial de los combustibles».
Como secretario de Industria y Comercio elaboré y firmé la resolución con ese nombre, se lo puse porque era el diferencial entre el precio de venta y la «paridad de importación» o costo de los combustibles.

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