El legendario José Cabrera

El legendario José Cabrera

Las denominaciones en memoria del general José Cabrera inicialmente se limitaron a su apellido y por esa razón quizá no ha sido bien recordado a pesar que se le han rendido significativos reconocimientos.

En 1891 cuando la sección de Tres Amarras, jurisdicción de Matanzas, quedó elevada a Puesto Cantonal, se designó Cantón de Cabrera. Al municipio, perteneciente a la provincia María Trinidad Sánchez, se le ha seguido llamando Cabrera.

Así ocurrió en 1934. Se le asignó una calle en su honor, pero fue bautizada sencillamente Cabrera.

En años recientes se ha colocado completa su identidad y aunque la generalidad no sabe de quién se trata, al menos se menciona al glorioso guerrero de las luchas por la Independencia y la Restauración dominicanas, vencedor en los cerros de Capotillo el 16 de agosto de 1863.

Esperó largos años que se le restituyera el homenaje de 1934 pues el 19 de abril de 1961 le quitaron su nombre a la calle que lo recordaba en Gascue para rendir tributo a Mahatma Gandhi y aunque se anunció que se llamaría Cabrera otra vía, la decisión estuvo largo tiempo relegada. Hoy se le llama José Cabrera a una vía del ensanche Ozama.

Grandes exaltaciones. Del general José Cabrera hay abundantes exaltaciones y pocos datos personales. Vivió pobre y olvidado pero cuando murió, el 14 de marzo de 1884, la prensa nacional, aunque publicó sus carencias y abandono se pronunció ampliamente en el elogio al soldado que empuñó el sable del valiente con el entusiasmo del patriotismo.

La Gaceta Oficial del 6 de abril de ese año es la que ofrece mayores ponderaciones del héroe legendario pero no deja de apuntar: “José Cabrera vivió ignorado en aquellos alrededores silenciosos hoy y siempre memorables de Capotillo”.

Se dio todo a la Patria “y tuvo pecho de bronce para la pelea”, agrega, significando que regresó al pobre y apartado hogar “lleno de cicatrices y cubierto de resplandores, sin más recompensa que la dicha de haber cumplido con su deber”.

“Esos hombres, esos héroes, llegan a borrarse de la imaginación de sus contemporáneos… Cabrera ha muerto en el silencio del hogar. Jamás gobierno alguno de los muchos que se sucedieron de entonces acá recibió una queja contra él ni una súplica en su favor”.

Según la publicación, el general rehusó los honores en vida “y prefirió el silencio de la selva solitaria a la vanidad de las riquezas y a los goces mentidos de las ciudades”.

Lo describe libre de ambiciones, batallador, esforzado y servicial y tanto este como otros trabajos afirman que vivía de los pocos recursos económicos que solía suministrarle el general Benito Monción.

Cuando concluyeron las guerras restauradoras se quitó la espada “colgándola para siempre en el hogar”.

En Capotillo, añade, escribió la primera página de su breve pero brillante historia, y en Capotillo terminó el batallador denodado para comenzar la vida del ciudadano laborioso y pacífico”.

Más o menos las mismas aseveraciones se leen en La República sobre el adalid de la Restauración que después de dar “el grito inmortal de Capotillo” se sumió “en la más completa oscuridad, aquel a quien el pueblo, siempre ingrato con sus redentores, tenía echado en el olvido, aquel cuya modestia fue más grande y enaltecedora que todas esas ridículas y efímeras grandezas adquiridas en la lucha contra los hermanos”. Él describió su osadía como “una bobería”, en una conversación en la que el héroe Pina celebraba su valor.

El Eco del Pueblo describe al benemérito general de avanzada edad, “reducido a los achaques por las dolencias que desde meses atrás le venían acabando…”.

“Pobre era cuando principió su carrera en las lomas de Capotillo, y pobre también ha bajado al sepulcro”, dice El Eco, que destaca las actuaciones de Cabrera en todas las luchas por la soberanía.

Narra que, “belicoso por naturaleza”, en el delirio de su agonía pedía a los suyos que le trajeran sus armas.

Pocos datos personales. José Cabrera nació en Higüerito, en las afueras de Sabaneta por el año de 1810, hijo de Agustín Cabrera y Juliana Gómez, según Pedro Archambault. Y era nativo de Dajabón según Manuel Rodríguez Objío, consigna Emilio Rodríguez Demorizi en Próceres de la Restauración.

Ausente del país en 1861, “volvió a sus lares entrando por la Línea en abril de 1862. Figuró en el asalto a Guayubín el 21 de febrero de 1863, comienzos de la guerra restauradora”, agrega Rodríguez Demorizi.

“Tuvo la gloria de ser de los caudillos de la gesta de Capotillo. Firmó el Acta de Independencia de 1863. Fue jefe del campamento de Manzanillo, peleó allí en el desembarco de las tropas españolas. Figuró en varias de nuestras revoluciones”, anota Emilio Rodríguez Demorizi. Murió en Las Aguas, Montecristi, el 14 de marzo de 1884.

En ninguno de los documentos consultados se mencionan familiares de Cabrera.

El prócer cubano general Enrique J. Loinaz del Castillo escribió una página en homenaje a Cabrera en El Porvenir del 22 de agosto de 1891 y Federico García Godoy compuso unos versos a sus glorias que aparecieron en El Teléfono de septiembre de 1888: “No turbó la ambición su grande alma / ni el mezquino interés en ella cupo / de gran guerrero mereció la palma / y ser dechado de civismo supo. / No lo guarda soberbia sepultura / ni el mármol eterniza su memoria; / qué quiere eso decir si ella fulgura / con viva luz en la inmortal historia”.

Los restos del general José Cabrera aún reposan en Montecristi.

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