El legendario Kid Chocolate a través del prisma escritural de Cabrera Infante

El legendario Kid Chocolate a través del prisma escritural de Cabrera Infante

El escritor cubano Guillermo Cabrera Infante, ganador del Premio Cervantes en 1997, fue autor de una de las crónicas más originales sobre la vida y carrera de su connacional Kid Chocolate, legendario pugilista, doble campeón mundial (pluma y ligero), exaltado al Salón de la Fama del Boxeo Internacional, por sus asombrosas hazañas.
En su breve texto titulado “Chocolate”, haciendo galas de su chispeante estilo y espléndido sentido del humor, el narrador y guionista, no sólo se refiere a las excepcionales habilidades del peleador, sino también a su singular existencia desde los estratos sociales más bajos durante su niñez, pasando por su mundano trajinar en tiempos de bonanza, hasta los días lastimeros de declive y vejez.
El Kid, como se le conocía popularmente, en realidad se llamaba Eligio Sardiñas Montalvo. Nació en el barrio de El Cerro, en la ciudad de La Habana el 28 de octubre de 1910, y murió el 8 de agosto de 1988. Fue en su adolescencia, siendo un humilde vendedor de periódicos, cuando decidió subir al cuadrilátero.
Cabrera Infante rememora que alguien le advirtió que el boxeo era un deporte de golpes dar y tomar, y el Kid dijo: “Más trompadas da el hambre. Todas en el estómago”. Sostiene el intelectual que Chocolate fue el primer Chocolate, que antes en el siglo pasado, había habido un Chocolat, pronunciado Chocolá, inmortalizado por Toulouse-Lautrec al carboncillo, y por Gene Kelly en el cine. Pero explica que Chocolate, que era de veras color de chocolate, fue el primer Chocolate famoso.
“Se admite-subraya- que ganó más de 165 peleas profesionales y perdió sólo 10. De esas 10 derrotas la mitad la perdió en la cama y la otra mitad en los salones a la moda, donde era aclamado por las mujeres como el bombón cubano, y se había hecho un elegante, conocido como el dandi de La Habana, que pasaba más tiempo ante el espejo eligiendo una corbata que ante su oponente en el ring.”
En 1931 ganó el título de campeón del peso pluma al derrotar al norteamericano Benny Bass, y en el 1932, se alzó con el cinturón de los ligeros juniors al derrotar a Lew Feldman. En ambos choques se impuso antes del límite. Su carrera boxística duró diez años (1929-1939).
Cabrera Infante fue un apasionado del deporte de los coliflores y las narices chatas, una de las actividades de mayor tradición y popularidad en la Mayor de Las Antillas, un lar que también ha dado grandiosos gladiadores como a Kid Gavilán y Teófilo Stevenson.
Su producción literaria completa incluye una diversidad de géneros: novela, cuento, ensayo, crítica de cine y artículos. Su obra cumbre es la novela “Tres Tristes Tigres” publicada en 1968. La crítica dice que su narrativa se caracteriza por el uso ingenioso del lenguaje introduciendo coloquialismos cubanos, constantes guiños y retruécanos.
Con el triunfo de la Revolución en 1959, despuntó como uno de sus fieles defensores, a tal punto que fue nombrado director del Consejo Nacional de Cultura. A finales de 1960, surgió una polémica en el suplemento Lunes de Revolución, dirigido por él, terminó siendo suprimido. Fue enviado a Bruselas en 1962 como agregado cultural, poco después quedó en el exilio, sin volver a Cuba, haciendo vida en España, Estados Unidos e Inglaterra, hasta su muerte en Londres en el 2005, a los 76 años.
Retomando su crónica sobre el Kid, insertada en la revista “El País Olímpico” en 1992, afirma que éste inauguró la tradición de los bailarines del boxeo. En su último párrafo, dice: “Lo vi una vez en La Habana a fines de los años cincuenta en una calle estrecha. Vestía bien un traje viejo, lo saludé y me saludó sonriendo. Le faltaba un diente. Murió a los 77 años peleando con su sombra, que era él mismo”.

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