Nadie puede verbalizar una experiencia sin tener clara una perspectiva. Tener una opinión sobre cualquier cosa es propio de la naturaleza humana, pero tener la capacidad de sostener y mantener esa opinión es basada únicamente en la capacidad de expresarla. Vemos hoy a nivel mundial una súper simplificación del lenguaje, ignoramos las reglas gramaticales, cambiamos las palabras, vaporizamos los conceptos del buen hablar, truncamos los vocablos y ensombrecemos las connotaciones prosódicas del lenguaje. Asistimos a la pérdida progresiva de nuestros pensamientos, por esa fragmentación del lenguaje. Lo que escribió Pablo Neruda, Amado Nervo, Ángel Buesa, etc., en la modernidad puede ser resumido en tres letras, TQM (te quiero mucho).
El lenguaje controla todos los conceptos y creencias, controla todo lo que el humano pueda descubrir. No sin razón el pensador dominicano Andrés L. Mateo en su columna del tres de enero en curso, al comentar los resultados por años de las pruebas nacionales considera que: ¨debemos declarar una emergencia nacional por amenaza de cretinismo galopante¨. El amigo filólogo, compañero en la dirección de la Academia de Ciencias, a quien admiro más cuando escribe de ciencias y filosofía que de política, tiene toda la razón. Una de las principales causas del deterioro de la educación es el derrumbe de la lingüística, el lenguaje es el pensamiento mismo.
Uno de nuestros ancestros directos, el Homo erectus, que apareció unos 1.8 millones de años atrás, teniendo entonces unos 700 centímetros cúbicos de materia cerebral. El Homo sapiens tenía en su cerebro unos 1,200 a 1,400 cc en promedio. Nos tomó solo 3 millones de años para que nuestro cerebro se triplicara en medida, que desde el punto de vista evolucionista es poco tiempo, y sepan los amables lectores que lo que motivó este cambio tan dramático fue la aparición del lenguaje en todas sus facetas, iniciándose entonces el desarrollo del ¨pensamiento complejo¨ hasta el hombre actual.
De la relación entre lenguaje y pensamiento han opinado no solo lingüistas y filósofos. Muchos profesionales de la biología evolutiva sustentan que el lenguaje, la cognición y la conciencia surgieron paralelamente en la filogénesis humana. André Leroi-Gourhan, paleoantropólogo, piensa que este impulso en el desarrollo humano fue la adopción de la postura erecta. Entre las áreas cerebrales que más se desarrollaron a partir de ese período están el área de Broca (para la producción del lenguaje) y el área de Wernicke (para la comprensión del lenguaje). A los interesados en este apasionante tema, recomiendo la obra ¨La fragua del sentido. -La lengua en el desarrollo cultural-¨ de la autoría del intelectual Bruno Rosario Candelier, uno de los tratados nacionales más completos sobre el tema.
Wilhelm von Humboldt, luego de haber investigado varias lenguas, consideró que: ¨El lenguaje no solo sirve para el intercambio de conceptos, sino también para formación de los mismos. Aquí la comunicación lingüística desempeña un papel importante. En resumen, el lenguaje es el órgano constituyente del pensamiento¨. La excelencia es un hábito, las neuronas se estimulan y entonces aumentan por la experiencia. El talento ni es innato ni es genético: el talento se cultiva y la base es la práctica, donde lo principal es el lenguaje sea oral, escrito, gestual, etc. y esto solo se logra con una buena educación. ¡Enseñemos inteligencia, estamos a tiempo todavía¡.