El «librito» del presidente Medina

El «librito» del presidente Medina<BR>

Al echar hacia atrás el intento de legalización del saqueo de los terrenos de playa en el Parque Jaragua y echar hacia adelante un proceso de legítima reformulación de los términos de participación del Estado en los exorbitantes beneficios de la  Barrick Gold, el presidente Medina hace pensar a muchos que  en verdad tiene su propio “librito”. Eso lo enfatizó cuando expresó su rechazo a las condiciones favorables del vergonzoso contrato de explotación de oro confeccionado para esa empresa durante el gobierno de Leonel Fernández,

Con esas acciones, Medina amplía significativamente sus medidos y percibidos niveles de aceptación en la población, fortalece su grupo al interior de su partido y reduce el margen de maniobra que contra él y su gobierno podría tener lo que existe como oposición política.  En definitiva, esas iniciativas introducen en el debate político en el país dos variables políticas inesperadas que obligan a una sopesada reflexión a todos los sectores de la oposición.

Las dos acciones son de igual trascendencia, pero el ultimátum a la Barrick Gold para que se avenga a una discusión para enmendar los términos del contrato que prácticamente le regala el oro de la mina de Pueblo Viejo, en un acto solemne de rendición de cuentas ante el Congreso Nacional, tiene un impacto político de  mayor calado por la emotiva adhesión que concita dicha acción en diversos sectores y a la que se opone un grupito tan voraz como esa empresa, con el cual cualquier coincidencia constituye un desatino.

El referido ultimátum no puede calificarse de mera bravuconada o simple acto de distracción del presidente Medina, un jefe de  Estado, a menos que sea un estúpido o un insensato utilizaría de ese recurso para consolidar su poder. En gran medida, él recurre a esa acción compelido por la urgencia de recursos económicos indispensables para tratar de enderezar una economía devastada por la anterior administración y para poder dar respuestas a las múltiples promesas de campañas y a las que semanalmente hace a la población en diversos puntos del país.

Sin embargo, si bien debe reconocerse la importancia del ultimátum, es necesario exigirle que de las palabras pase a acciones concretas que evidencien que no habrá una transacción indecorosa y hacer que la población tenga plena conciencia de que de nada servirían los recursos que legal y legítimamente se obtengan de las ganancias de la Barrick Gold si se mantiene el sistema de corrupción que campea en diversas esferas de la  estructura burocrática del gobierno y si la Justicia no cumple su deber de terminar el sistema de impunidad que impera en el país.

El frenazo a la estafa de los terrenos del Parque Jaragua y la revisión del referido contrato, todavía constituyen acciones enmarcadas en la categoría de gestos. Importantes, pero gestos al fin. Cuando se haga justicia a los propiciadores y beneficiarios de esos y de otros escandalosos actos, entonces sí podría decirse que las gestiones de Fernández y de Medina son diferentes en esencia, no sólo en la forma. Entonces sabremos si el “librito” que en más de una ocasión el segundo ha dicho tener es sustancialmente diferente al del primero.

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