El libro clásico tiene sus días contados

El libro clásico tiene sus días contados

Tal y como se imprimen y compendian los libros en su clásico formato de papel proveniente de pulpa de madera u otros materiales análogos, están a punto de desaparecer debido a la competencia del internet y la aparición del e-book el cual facilita miles de libros desde un mismo formato.

 En la actualidad, el lector puede acceder a libros que incluyen hasta incunables, desde su ordenador y el  teléfono móvil  o también a partir de la tableta IPad 2 de Apple y el programa Kindel Fire de Amazon, en donde se pueden  bajar electrónicamente por paga hasta 3000 libros.

   Para aquellos que sienten pereza en la lectura o que no pueden concentrarse por estar dedicado a otra actividad, en la página web “El libro total”, se puede escuchar la lectura de su libro favorito.

 Es más, ya todos los libros cuyo vencimiento de derecho de autor ha perimido, pueden ser bajados en sitios web que tienen importantes bibliotecas a nivel mundial, como son la Biblioteca Nacional de Francia, la Biblioteca del Congreso en Washington, la de New York, Londres, Reino Unido o para los hispanoparlantes la mayoría de los libros de la Biblioteca Nacional de España.

   ¿Cuáles ventajas se derivan de estas facilidades?  Para aquellos que no poseen un espacio dedicado a la lectura o a su biblioteca particular, tienen almacenados en su ordenador una cantidad inmensa de libros de su elección, con la ventaja de que si no le interesa o no quiere mantenerlo en su catálogo, con un simple golpe de una tecla se borra y se puede introducir otro en su lugar.

   Hace un tiempo, los ecologistas y los preocupados por el medio ambiente y la biodiversidad, elaboraron un material sintético muy parecido al papel pero de una dureza y peso muy superior al que se elabora a partir de la pulpa de la madera. 

El libro tenía no sólo la ventaja de economizar material vegetal, sino que era tan densa su configuración, que el libro podía mojarse y hasta caer en un estanque de agua y su configuración y sus letras no se alteraban por el agua.  El único inconveniente era su peso, equivalente casi al doble de un libro normal parecido en tamaño.

   El internet no sólo se ha convertido en un peligro de extinción para los libros y revistas, sino también para los periódicos, que también intuimos que al discurrir del tiempo también desaparecerán y sólo se mantendrán editándose, los diarios y revistas gratuitas, que merced a la publicidad que contienen, permiten a los propietarios de esos periódicos mantener vigente sus ediciones.

 Este fenómeno no sólo se observa en nuestro país, en donde ya existen tres, sino en países de alto desarrollo, como para sólo citar un ejemplo, el denominado Metro que se edita en Londres y es lectura obligada de todos aquellos que se movilizan en el denominado “tubo” o “underground”.

   Así como se encuentran los libros al borde del abismo, corren igual suerte las librerías clásicas que han visto disminuir notablemente sus ventas por esta feroz y desigual competencia, en donde el usuario de internet no está obligado a comprar libros, en la mayoría de los casos muy caros, dependiendo si la cubierta es de pasta o simplemente de papel más resistente.

  Cada día se observan menos lectores en las librerías y más internautas en los ordenadores, móviles y tabletas. 

Es más agregaríamos nosotros, hay una verdadera epidemia de personas adictas a estos medios electrónicos en los cuales sin querer, parecen un zombi o en el peor de los casos: “un anormal”.

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