El libro de la autoría de Angelita Trujillo Martínez intitulado Trujillo, Mi Padre, en mis memorias, que se anunció poner en circulación el 25 de febrero último, fue impedido aquí por familiares de víctimas del generalísimo Rafael Leonidas Trujillo. La promoción del libro aquí la inició el hijo de Angelita y el coronel piloto FAD Luis José Domínguez, precisamente un 23 de febrero, que en 1930, marcó el inicio de la tiranía, coincidencia o planeamiento. Aunque solo vi frugalmente la obra que me mostró Ramfis Domínguez Trujillo (Ramfito), he podido apreciar extensos comentarios del libro publicados in extenso por Listín Diario.

Angelita, como hija de todo padre, es lógico que intenta lo imposible de exculpar a su progenitor de innumerables excesos, como el crimen imperdonable e injustificable de las hermanas Minerva, Patria y María Teresa Mirabal, alegando que su padre se impresionó cuando se enteró del hecho de sangre. En un régimen como el de  Trujillo, nada sucedía, lo más mínimo, mucho menos un hecho de esa envergadura sin que el Jefe decidiera.

En mi modesta biblioteca que gradualmente obsequio a una institución cultural, conservo 250 títulos alusivos a la Era de Trujillo, durante y después de esa etapa sombría y terrible de 32 años de nuestro decursar histórico. Trujillo fue una realidad que marcó de manera indeleble a nuestro país y a nuestra sociedad, con sus luces y sombras, excesos y transformaciones incuestionables, porque están ahí, y la historia no es posible borrarla con un liquid paper, porque eso se llama prejuicio y adulteración y así no podemos conocer la verdad.

Pienso que se incurrió en un acto excesivo con impedir la publicación.