El libro de los saltos de Pedro José Gris

El libro de los saltos de Pedro José Gris

En una edición capicúa,  las dos portadas con pinturas suyas, Pedro José Gris publica su libro de poemas titulado El libro de los Saltos con su correspondiente contraparte: Voy hacia mi Casa. El caso de este poeta ratifica un fenómeno que remonta los tiempos y que, en líneas generales, sintetizamos con estas palabras: cuando la poesía llega al cuerpo, no hay forma de quitársela de encima, se carga con ella hasta los últimos días que se viven sobre esta tierra. De modo que este libro constituye una reafirmación de su naturaleza y la de su vocación. Y pone en evidencia, además, su coherencia creadora al manifestar una conciencia plena del acto poético.

Este poemario está estructurado por dos partes que se complementan la una con la otra, la primera escrita en verso, la segunda en prosa. Separadas, pero integradas. La primera la constituyen los poemas en sí, articulados bajo un título común que unifica en lo morfológico que se convoca como substancia. Estos poemas, salmos, nombre que nos remite a lo primigenio del hombre, de la escritura y del poema como estructura formal, a los soplos en la planicie yerma, a las raíces que marca centralmente a todo su poesía: “El resultado total del dolor/pende de cómo se muevan sus símbolos/Aun descomponiéndose/El espíritu permanece/Cuando sabemos que nunca/sucede nada”

Este poemario, que refleja una serenidad formal sorprendente, prologándolas, enriqueciéndolas,  visiones sobre el mundo y el hombre que ya palpitaban en los poemas de Las Voces. Ahora, con los que nos encontramos realmente es con una visión de la vida humana que parece proceder de instantes de revelaciones verdaderas. Y más aún, de convicciones pues se vivió esa visión en carne misma. No un mero ejercicio del intelecto, es un convencimiento lo que la tinta imprime en el blancor del papel: “La vida es un salto/sobre sus partes”

En estos versos, que se formula como sentencia, se encuentran el núcleo del poemario. En la suma de las sucesiones –vista así como estancos o saltos-lo que conforma la totalidad, al armazón primario y final. Por ello, a seguido de ellos, le suceden estos en lo que recoge lo mínimo que no deja de ser también inicio final: “El detalle que nos dispersa¬/la anécdota personal/las calles en las que nos bifurcan/son la realidad más real”

No ya otro, sólo es uno en una reiterada reiteración del ser con los mismos atributos con lo que fuese concebido y formado en la primera vez. El poeta, Pedro José Gris, después de experimentar la existencia, la propia, mediante ejercicios propios de lo humano y, muy especialmente, de un acto prolongador y agónico: el ejercicio sexual: “su primer orgasmo marca el aterrizaje/en la temporalidad de su segunda vida/ciegamente determinada”

y después de serenadas reflexiones, concluye sobre sí mismo, trazada como sentencia general:”el niño regresa por conmoción/de una vida a otra mudando el lugar/de su gusto pasajero”

El sentido de renovación de la vida, que no es otro asunto que las sucesivas muertes  en las también sucesivas mudanzas, en las diferentes metamorfosis que experimentamos en la misma arcilla. Continuaremos en próxima entrega. 

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