El libro del doctor Héctor Mateo

El libro del doctor Héctor Mateo

POR ÁNGELA PEÑA
La impresionante lucidez de su memoria prodigiosa, el ejercicio eficiente de la medicina cuando ya sobrepasa los ochenta años, su cuerpo espigado, erguido, la asombrosa rapidez con que maneja su ordenador y navega por las redes electrónicas para conectarse con amigos y colegas del mundo, esa impresionante manera de distribuir el tiempo y cumplir con una agenda que puede tener puntos tan variados como una reunión con banqueros, visita a un influyente acaudalado para obtener fondos que enriquezcan el presupuesto de algunas de sus nobles causas o el encuentro con sus diversos auxiliares de contabilidad para firmar cheques y analizar futuros proyectos económicos, despertaban la curiosidad de pacientes, familiares y allegados que le preguntaban los secretos de tanta energía y tan buena salud física y mental a pesar de sus considerables décadas de vida.

 Llevaba años respondiendo amablemente a sus intrigados interlocutores que no se explicaban cómo podía rendir hasta ese punto, a edad tan avanzada. Cansado de compartir repetidamente, oral y por escrito, las claves de su longevidad lozana, saludable, decidió contestar a todos las interrogantes en un libro que pondrá en circulación hoy: Medicina, amor y vida.

 Pero el doctor Héctor Esperanza Mateo Martínez, el destacado cardiólogo de las caminatas del amor, el impulsor y pionero de la Avenida de la Salud, no sólo cuenta su historia personal en esta obra que no es de ningún modo autobiográfica. Sus relatos tocan también significativos episodios políticos, sociales, culturales, sanitarios, que experimentó desde que vino al mundo en Cotuí, “el ombligo del Cibao”, el veinte de mayo de 1821, hijo de Nemesio Mateo y Ofelia Martínez de Mateo.

 El reputado facultativo que escogió la especialidad de cardiología influenciado por los distinguidos médicos de esa rama Nicolás Pichardo, su maestro en la cátedra de Neurología y Embriología de la Universidad de Santo Domingo, y Emán Zadé, a quien auxiliaba cuando trabajaba  interno en el hospital Juan Pablo Pina es, en cuanto a bondad e inteligencia, como una reencarnación de quien fue su maestro en los años tempranos de su infancia en La Vega: el padre Fantino.

 Con esa sonrisa permanente, casi infantil, y la invariable disposición de transmitir experiencias que ayuden a prolongar con calidad la vida, cuenta la historia de este libro que le robó las horas de su escaso tiempo libre, durante un año.

Medicina, amor y vida

 “Escribo siempre artículos en la prensa que sirvan de orientación al lector, como la columna El corazón y su salud, que publicaba en El Caribe, tenía muchas y pensé recogerlas en un libro pero consideré que era algo muy frío reproducir una recolección de artículos y como me he dedicado a la educación, a la orientación, desde la Fundación Dominicana de Cardiología, quise que el libro tuviera un sentido didáctico, aunque tiene los conceptos recientes de la medicina”, explica Mateo.

  Pero en Medicina, amor y vida igual pueden verse detalles del Movimiento Cívico del 23 de Febrero, que destituyó al Presidente Horacio Vásquez, como de la difícil situación de una generación que el autor llama mutilada: la que pasó por los difíciles años de la dictadura de Trujillo a la que sobrevivió y sobre la que relata algunas anécdotas que salvaron su integridad. “No era afín al régimen, pese a que nunca hice manifestaciones públicas”.

Un “ciberabuelo”

 El dulce doctor Héctor Mateo se considera “un ciberabuelo” porque logró la transición de la máquina mecánica de escribir a la computadora. Tenía que lograr ese adelanto, confiesa, pues la Internet es una de sus herramientas de consulta. Pero además, y eso lo refiere en este libro novedoso en el que también habla de moral, defiende los valores morales, exalta la unidad familiar y alaba la amistad, el reconocido galeno lee no menos de dos libros al mes y asiste a conferencias porque no es su intención quedarse rezagado en la medicina arcaica a la que, no obstante, atribuye “sus cosas buenas”.

  “Por vergüenza tengo que estar al día, en el momento en que me desactualice no ejercería la medicina, la estoy ejerciendo porque me siento actualizado y creo atender a los pacientes siguiendo rigurosamente la ruta de la medicina moderna, aunque muchos conceptos de medicina antigua que se consideraban obsoletos hoy día se han actualizado”, comenta.

 En este volumen, que define como pedagógico y a favor del rescate del pueblo y de lograr una vida más digna y justa para todos, Mateo agradece a Dios el haberle dado un gen privilegiado. “Papa murió a los noventa y un años; el abuelo materno vivió más de noventa; mamá falleció a los ochenta y uno”, refiere.

 “Pero a la genética, agrega, hay que ayudarla con moderación”. El libro es rico en recomendaciones al respecto. “Nunca te arrepentirás de haber comido poco”, dice y aconseja que se puede comer de todo, hasta un dulce o pequeña pieza de chicharrón, pero de forma limitada. Él toma dos copas de vino o “lo equivalente a un biberón”, pero nunca más. Consume frutas y vegetales, desecha la carne roja y las frituras, equilibra los alimentos y se ejercita. “Siempre he sido un promotor de la actividad física. Conviene caminar, como prevención para evitar el cáncer, mejorar la calidad de vida, combatir el estrés. El ejercicio, especialmente el aeróbico, es un antídoto”.

 El eminente egresado de la Universidad de Minnesota aconseja además mantener las relaciones sociales, la actividad intelectual “y si se puede incluir cálculos mentales, mejor”, para retrasar la posibilidad de alzheimer, significó.

 Mateo está casado con Minerva Minervino, madre de sus hijos Héctor Emilio, neumólogo e intensivista; Aída y José Luis.

 Tuvo entre sus condiscípulos universitarios a los doctores Pablo Iñiguez, quien presenta el libro; José Antonio Fernández Caminero, Emilio Guillén, Martínez Lavandier, Antonio Zaglul y Rodríguez Lara, entre otros de una promoción de setenta y cinco. Fue discípulo de los ilustres médicos Nicolás Pichardo, Jesús de la Huerga, Arturo Damirón, Darío Contreras, Luis Betances, Elmúdesi, Moscoso Puello, Pimentel Imbert y otros.

 Además del ejercicio de la medicina privada asiste al Instituto Dominicano de Cardiología del que es director-fundador; a la Plaza de la Salud, de cuyo patronato es miembro, y a la Asociación Popular de Ahorros y Préstamos, que preside.

 Medicina, amor y vida es la suma de cincuenta y siete años dedicados a la ciencia médica que incluye, además, capítulos sobre dietas, biogenética, el vino, el café, la alta presión, los trastornos del sueño, la juventud y el envejecimiento, la amistad, la familia, el dinero y predicciones sobre el futuro de la medicina.

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