El liderazgo, según Jesucristo

El liderazgo, según Jesucristo

La propuesta de Jesús incluye un estilo de liderazgo basado en el trabajo en equipo. El primer elemento es la humildad de los lideres, y surge en ocasión de una ‘lucha por el poder’ escenificada entre sus discípulos. Este es el relato que hace Mateo: “En aquel tiempo los discípulos vinieron a Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos? Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entrareis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ese es el mayor en el reino de los cielos. Y cualquiera que recibe en mi nombre a un niño como éste, a mí me recibe” (Mt.18.1-5). En cualquier escala jerárquica los niños ocupan el nivel más bajo. Hacerse como un niño es, por lo tanto, asumir la sencillez de los estratos más bajos del grupo. Es lo contrario de presumir, es identificarse con los de abajo, vestir como visten los más humildes, sentarse en un lugar común, y comer la misma comida que los demás. Esta metáfora de hacerse como un niño es la mejor manera de referirse a la humildad que debe tener el líder.

Hubo una segunda ‘lucha por el poder’ entre los discípulos y aquí Jesús expuso con mayor amplitud el nuevo paradigma. Lucas hace la descripción más completa: “Hubo también entre ellos una disputa sobre quien de ellos sería el mayor. Pero el les dijo: Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que sobre ellas tienen autoridad son llamados bienhechores; mas no así vosotros, sino sea el mayor entre vosotros como el más joven, y el que dirige, como el que sirve” (Lc. 22.24-26). El estilo tradicional de liderazgo se atribuye todo el poder: “se enseñorean de ellas”, y se atribuye todos los méritos: “son llamados bienhechores”. La propuesta de Cristo es diferente: “mas no así, vosotros…”. La idea es: no asuman todo el poder, no se atribuyan todos los méritos. Por el contrario, “sea el mayor entre vosotros como el más joven, y el que dirige, como el que sirve”. “Como el que sirve” es la metáfora del sirviente. El líder no se sirve, sino que sirve a los demás. Más que privilegio es una responsabilidad. La metáfora del siervo pone al líder como un servidor del grupo sobre el que ejerce su liderazgo.

Jesús plasma el nuevo paradigma de liderazgo en un ejemplo concreto: el equipo apostólico. Eran doce con el mismo rango, apóstoles, palabra que siempre aparece en plural en el Nuevo Testamento. La excepción es cuando se aplica a Jesucristo, tal como aparece en Hebreos cuando le refiere como “apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión” (Hebreos 3.1). En todos los otros casos se refiere a un equipo, y nunca se utiliza como un título independiente. De modo que representa un equipo de liderazgo formado por individuos del mismo rango. Pedro asume un rol que luego fue descrito como “primus inter pares” o primero entre iguales. En esto asume la función de vocero: “Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló…” (Hch. 2.14). Pedro hace también la tarea de coordinador: “En aquellos días Pedro se levantó en medio de los hermanos (y los reunidos eran como ciento veinte en número), y les dijo…” (Hch.1.15-20). Claramente funge de representante: “Aconteció que Pedro, visitando a todos, vino también a los santos que habitaban en Lidia” (9.32).

El equipo, de todas formas, era la última palabra. Lucas, autor del libro de Los Hechos, describe muy bien cómo funcionaban. En una ocasión describe una convocatoria en plural: “Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos…” (Hch. 6.2). En otra ocasión dice: “Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Judas” (Hch. 8.14), de modo que el equipo estaba sobre su representante. También dice en otra ocasión: “Llego la noticia de estas cosas a oídos de la iglesia que estaba en Jerusalén; y enviaron a Bernabé que fuese hasta Antioquia” (Hch. 11.22), de modo que en este caso el enviado es Bernabé, pero el que envía es la iglesia. Jesús les acostumbró a trabajar de dos en dos (Mr. 6.7; 14.13; 16.12), y es probable que el grupo se dividiera en tres comisiones, pero, lo más sorprendente es su funcionamiento como equipo de iguales, decidiendo por consenso, y Pedro fungiendo como primus inter pares.

Jesús dedicó la mayor parte de su tiempo a formar este equipo, su obra maestra, y los resultados fueron que tras su muerte estos doce apóstoles transformaron el mundo, siendo el único caso en que un proyecto cristaliza después de la muerte de su líder.

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