El lugar de  la cultura en la END

El lugar de  la cultura en la END

¿Por qué es necesario pensar en la cultura en el plano de una Estrategia Nacional de Desarrollo?

Para responder, conviene referirse al nuevo entendimiento de la relación entre cultura y desarrollo adoptado en esta década en ambientes institucionales tradicionalmente no involucrados con la cultura, después que por años se reflexionó sobre la misma en la antropología, la sociología y la ciencia política. El año es 2004, y el Banco Mundial (BM) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) publican sendos documentos que contribuirían a implantar una novedosa agenda de investigación y de política.

El primero entrega una colección de ensayos organizada por los economistas Vijayendra Rao y Michael Walton, titulada Cultura y Acción Pública; el segundo presenta el Informe sobre Desarrollo Humano 2004:  La Libertad Cultural en el Mundo Diverso de Hoy. Rao y Walton señalan que algunos lectores pueden sorprenderse de que dos economistas del BM organicen un libro sobre cultura. Afirman que esto refleja el reconocimiento creciente, entre economistas y expertos en desarrollo, de la centralidad de los procesos culturales en la reproducción y superación de la desigualdad y el malestar humanos.

El PNUD, por su parte, declara que la democracia y el crecimiento no son suficientes para lograr el desarrollo humano, sino que también se requieren políticas multiculturales que reconozcan las diferencias, defiendan la diversidad y fomenten la libertad cultural. Este informe refleja una preocupación articulada por el economista Amartya Sen en su artículo “¿Cómo importa la cultura?”: la cultura importa para el desarrollo económico en el sentido en que puede tanto inhibirlo como incentivarlo. En este orden, Sen aporta una serie de relaciones entre el desarrollo y la cultura: i) la cultura como una parte constitutiva del desarrollo, que envuelve el bienestar y las libertades a que aspiramos; ii) objetos y actividades culturales potencialmente remunerativos, que se contabilizan en el PNB, movilizando el turismo, la recreación y todo tipo de consumo cultural, como cine, música, fotografía, patrimonio monumental y artístico; iii) los factores culturales que influyen sobre el comportamiento económico; “positivamente” induciéndolo, como es el caso de la confianza en sí mismo/a y la confianza mutua,  o “negativamente” inhibiéndolo, como es el caso del complejo de la dependencia versus la autonomía, el egoísmo versus la solidaridad; iv) la cultura y la participación política, que explica cómo una cultura de participación importa para el desarrollo en términos de la valoración de los medios y los fines para lograrlo; v) parajes culturales y rememoración de la herencia histórica, que da cuenta de la posibilidad de reforzar la identidad cultural a través de la exploración y revalorización del pasado de una comunidad a través de sus archivos y objetos de valor histórico.

Consideramos que este repertorio de relaciones recoge de manera pertinente las implicaciones de un concepto que, como el de cultura, siempre ha tenido y al parecer no dejará de tener múltiples significados. Es por ello que la Propuesta de Estrategia Nacional de Desarrollo 2010-2030 enfoca en varios de sus ejes y objetivos aspectos clave de la cultura que influencian o son parte del desarrollo mismo. Huelga mencionar el hecho de que en el país, desde mediados de la década de los 90s, ya se reflexionaba sobre esto en los círculos interesados en la política cultural, y como resultado de ello se desencadenaron acciones que condujeron a la creación de la Secretaría de Estado de Cultura en el 2000 (hoy Ministerio de Cultura) por vía de la promulgación de la Ley de Cultura 41-00, así como los informes Hacia un Programa de Desarrollo Cultural para la República Dominicana. Informes sobre el Diagnóstico Participativo del Sector Cultural, Tomos I y II, 2000, y Informe sobre el Sistema Nacional de Cultura 2000-2004.

Si bien la estrategia enfoca las manifestaciones de la creatividad en las artes y la literatura  como fundamentales para el desarrollo, también evidencia los variados significados del concepto de cultura para abordar la dimensión cultural de áreas de actividad humana que tradicionalmente escapan a la mirada de los humanistas, pues se trata de establecer y fomentar nuevas prácticas y valores en ámbitos de la vida pública, de las relaciones de convivencia, en la recreación, en la política y en el trabajo. Veamos primeramente cómo son consideradas las manifestaciones culturales en el marco de la estrategia.  Bajo objetivo general del eje 2 que plantea la Cultura, Recreación y Deporte para el Desarrollo, hay un objetivo específico que persigue recuperar, desarrollar y promover procesos y manifestaciones artísticas de carácter participativo y pluralista, de forma que éstas constituyan una base para el desarrollo humano y la identidad nacional.

Las políticas pensadas para la realización de un objetivo tan abarcador, enfatizarán el apoyo a una amplia diversidad de procesos culturales del pueblo dominicano, garantizando que los mismos conciten la mayor participación de la gente, y con un espíritu de apertura y pluralidad que no deje de lado la equidad de género. Se procurará entonces que estos procesos se organicen desde la propia comunidad, provincia o región, con la colaboración de los gobiernos locales.

Las consecuencias educativas que estos procesos participativos y ciudadanos pueden tener para la vida en comunidad, y en instituciones políticas como los partidos y los órganos de representación locales y nacionales, son incalculables.

Asimismo, estos procesos fomentarán el pensamiento propio y crítico, la lectura y la capacidad de interpretación de la gente de productos y  manifestaciones culturales diversas.  Entre aquellos aspectos de la cultura que pueden transformar la vida ciudadana, está la equidad de género, entendida como una de las formas de garantizar la igualdad de oportunidades para contribuir a reducir la pobreza, lo cual supone el objetivo de construir  una cultura de igualdad y equidad entre hombres y mujeres.

Esto implica todo un cambio cultural que abarca el pleno ejercicio, por parte de la mujer, de los derechos económicos, sociales, culturales y políticos, el impulso a la erradicación de la violencia contra la mujer, y la eliminación de los estereotipos tradicionales y “desempoderadores” de la mujer, permitiéndole integrarse al mercado laboral sin discriminación y jugar un papel pro-activo en la vida social y política.La cultura también forma parte de los sectores productivos. Consecuentemente, se ha incorporado un objetivo que contempla el desarrollo de las industrias culturales y creativas, y la proyección de nuestro patrimonio cultural tangible e intangible en el eje relativo al desarrollo productivo.

Las claves

1. Cultura

La cultura también forma parte de los sectores productivos.

2. Sorpresa

Algunos lectores podrían sorprenderse de que dos economistas del BM organicen un libro de cultura.

3. Importancia

La cultura tiene  gran importancia para el  desarrollo económico

Consolicación del Sistema Nacional de   Cultura

El cumplimiento de este objetivo requiere la consolidación del Sistema Nacional de Cultura, para garantizar un apoyo efectivo a las industrias culturales, creativas, a las manifestaciones artísticas así como a la preservación y proyección del patrimonio monumental, histórico, artístico, documental y bibliográfico de la nación. No se puede ignorar en este punto el encadenamiento de la cultura con la actividad turística, pues la cultura como factor de identidad nacional agrega un inmenso valor a las actividades turísticas. En la medida en que el turismo nos pone en contacto con sujetos portadores de otros valores culturales, es preciso incorporar más valor cultural propio a las manifestaciones y productos que nos representan; innovar en la cultura para no sólo capitalizar las rentas económicas que podrían surgir, sino también como fuente de auto estima, orgullo, confianza en las propias capacidades y, por ende, espíritu de autonomía; elementos todos que contribuyen poderosa y positivamente al crecimiento y al desarrollo humano.

De este modo, la Estrategia Nacional de Desarrollo 2010-2030 acoge el nuevo modo en que se visualiza la relación entre la cultura y el desarrollo, y propone, por primera vez en la historia de la planificación económica y social en República Dominicana, la consideración seria del rol imprescindible que la cultura juega como incentivo del desarrollo humano, respondiendo así efectivamente a la interrogante que dio inicio a esta reflexión.

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