El maestro A-Sun Wu, artista y arte de excepción

El maestro A-Sun Wu, artista y arte de excepción

A-Sun Wu es una persona de acercamiento positivo y afable. Propenso al diálogo sincero, esta actitud transmite la profunda experiencia, fruto de mútiples etapas, que ha sabido buscar, confrontar y aprovechar. La sensibilidad de un gran artista repercute no solamente en su repertorio de imágenes, sino en sus relaciones con los demás. El comportamiento abierto facilita sin dudas la comunicación.

Conversar con A-Sun Wu desarma las aprehensiones: ir a su encuentro significa abolir toda supuesta resistencia. Como a tantos creadores, le fascina que le hablen de su obra, que se la comenten, que la comprendan.

Oriundo de Taiwan, es un artista de excepción. Lo hubiera podido ser en cualquier parte del mundo, principalmente en América Latina y el Caribe, región que ahora descubre en Santo Domingo, pero a la cual su pintura y su escultura se aproximan como pocas.

Es un arte aferrado a lo fantástico, a lo grotesco, a lo humorístico, pero con una repentina ternura. Una pintura sin barreras, que explora mundos reales-imaginarios, vueltos verosímiles. Una escultura que, para reflejar usos y costumbres, no vacila en recurrir a una cosmovisión personal e interpretaciones fantasmagóricas. Es así cómo la expresión ha cambiado naturalmente con el lugar de trabajo, los viajes y el tiempo…

Fuentes culturales múltiples. A-Sun Wu nunca se ha pronunciado por una sola fuente cultural: los patrones estéticos, que leemos en las obras, se intensificaron e con los años y los contactos. Lo que es primordialmente un modo de pintar, lo sentimos también como una manera de dar cabida a lo insólito, en criaturas antropo y zoomórficas: a veces no sabemos donde termina el animal y comienza el hombre, percibimos hasta una fábula personal, entonces única e inconfundible.

El artista crea nuevas morfologías, proporciones y volumetrías, surgidas de raíces no occidentales y pluricontinentales, de Africa, de Amazonia, del Pacífico, que han nutrido la originalidad. La idoneidad, ontológica y antropológica, social y sociológica, transparece debajo de la metáfora pictórica o escultórica. Independiente y distanciado de las formulaciones occidentales, modernas y contemporáneas, A-Sun Wu sin embargo las domina y, cuando lo quiere, se las apropia a su manera, como parte de una búsqueda permanente que él nunca rehúye, con una técnica muy propia.

A-Sun Wu ha alcanzado su renombre por talento y fortaleza. Desde los inicios, ha seguido la ruta ascendente. El ignoró las inhibiciones, usualmente causadas por las distancias, la inmensidad urbana o el aislamiento del inmigrante: estos factores no detuvieron una intensa vitalidad creativa, por el contrario han favorecido evolución y perspectivas.

Cada paso en el itinerario de A-Sun Wu ha significado aporte, revelación, elementos de una iconografía nueva. Un estilo distinto, integrado a preocupaciones personales y vivencias planetarias, altera e hibrida la fuente y su contexto, ¡la desentierra y la “destierra” en sentido propio para hacerla suya!

En A-Sun Wu, hay una existencia confiesa de filiaciones, a la diferencia de otros artistas que las niegan. Ahora bien, no es imitación, ni reconstitución, son confluencias por empatía. Este léxico plural y no eurocentrista, arrancando de Taipei, pronto ha contribuido a dinamizar el destino y los destinos del artista emergente: él reconoce haber aprovechado cada etapa, cada fuente de aprendizaje y elementos culturales.

Una plástica magistral. La simbiosis de un dibujo sobresaliente y de alteraciones anatómicas posibles gracias a un dominio magistral del cuerpo humano, propone otra iconografía.

El expresionismo, anclado en la figuración de A-Sun Wu, nunca compasivo ni patético, se vuelca hacia una turbulencia particular, que surrealiza las estructuras, deformando y reformando, revisando hasta parámetros espaciales y proporciones –así la magnificación de las cabezas-, pero preserva armonía y equilíbrio.

La ternura al mismo tiempo impregna una tipología plasmada en retratos mayormente anónimos, que a menudo son de pareja, maternidad o grupo familiar: en nuestro criterio, muchos suelen evocar máscaras, portadoras de expresión introspectiva y estética, más que de carga etnológica.

Como era de esperar, los retornos a París y a Taiwan, donde el maestro realiza su vida profesional, han asentado el lenguaje pictórico. El artista volvía entre los suyos, a su propia dimensión compartida. Viajes y estancias han sugerido distintos mundos plásticos en los distintos períodos.

El entorno reencontrado le hace más metódico, más poético, más poderoso a la vez. Es así cómo criaturas famélicas – a partir de redes lineales dominantes- se metamorfosean en un florecimiento de magia, humorismo y cotidianidad, inconfundiblemente evocadores de los mitos y ambientes exóticos, simultáneamente misteriososy lúdicos.

No dejaremos de mencionar otra categoría sobresaliente de su expresión tridimensional, otra pasión, la cerámica: esa simbiosis de artesanía y de arte, que también apasionó a Pablo Picasso.

En fin, esa obra totalizante no ha dejado de crecer, asombrar y provocar irresistiblemente: esta culminación es, sin lugar a dudas, el gran testimonio de A-Sun Wu.

En Santo Domingo. Gracias a la generosidad del maestro, a los buenos oficios de la Embajada de Taiwan en la República Dominicana y a la muy importante contribución del Ministerio de Cultura de Taiwan, la Galería Nacional de Bellas Artes va a presentar pinturas, relieves, esculturas y cerámicas del maestro A-Sun Wu. Se espera como una muestra sobresaliente que permanecerá en la memoria de todos los amantes de las artes visuales.

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