El Maestro argentino Pérez Celis en el Museo de Arte Moderno

El Maestro argentino Pérez Celis en el Museo de Arte Moderno

POR MARIANNE DE TOLENTINO
Es una prioridad conocer el arte latinoamericano contemporáneo y a sus grandes creadores. El Museo de Arte Moderno lo está haciendo como uno de los puntos principales de su política de exposiciones. Gracias al Ministerio de Relaciones Exteriores de Argentina, a su Embajada en el país y a su muy dinámico Embajador Jorge Roballo, se puede disfrutar actualmente la pintura reciente del maestro Pérez Celis.

Vale recordar que en el Museo también, Argentina, país invitado de nuestra IX Feria Internacional del Libro, presentó exitosamente. una serie de videos.

La exposición de Pérez-Celis, «Sur-El Sur», se ha montado en la parte que consideramos los mejores espacios de la institución la primera planta completa, incluyendo a su sala cerrada. La museografía, clara y sobria, conviene a esos lienzos de gran y mediano formato, de magnífica factura, que envuelven al espectador en una atmósfera cósmica. Un autorretrato cuestionante y un texto, profesión de fe manuscrita, son los elementos identificadores del artista.

Una obra independiente

Así redescubrimos la pintura de Pérez Celis, con motivo de esta exposición en Santo Domingo, plaza de afectos compartidos, de los dominicanos hacia el artista y de él hacia los dominicanos. Ese acontecimiento pictórico nos permitió volver a meditar lo que había escrito el inolvidable crítico de arte, Gaston Diehl, autor –en nuestra opinión– del mejor comentario que se redactó acerca de ese gran creador, tan argentino como ciudadano del mundo. Entre muchos aciertos, el intelectual francés expresó: «Pérez Celis permanece fiel a su línea de conducta, repugna en vincularse a tal o cual movimiento contemporáneo o simplemente en aparentar que se le acerca.» Era en el 1981, y esa afirmación, expresada por un admirador incondicional, queda hoy tan válida como hace un cuarto de siglo.

Pérez Celis recorrió el planeta, visitó centenares de museos, ferias y galerías, e instaló talleres en el viejo y el nuevo mundo. Él expuso una cantidad prácticamente incontable de veces, si incluimos a las colectivas que él prestigió, y su temperamento no ha cambiado. El pintor, igualmente escultor impresionante, funde y multiplica las tendencias estéticas, hoy como ayer, pero conserva una total independencia. Desconoce las imitaciones y hasta las apropiaciones recreadoras. Así mismo los límites, sean estos de formas, de formatos o de escuelas, no le conciernen.

Ese maestro de Buenos Aires propone naturalmente otros sistemas  constructivos a nuestras ansias de descubrir. Simultáneamente él será capaz de reinterpretarse, agregando o modificando elementos, aunque la solidez en la arquitectura del cuadro es una constante. Los impactantes «Coconut shells» lo demuestran, con una estructura central, a la vez implantada y flotante. Serie similar en la composición y metamórfica por el color,  se presta para una lectura ampliada y abierta, susceptible de asociar hasta la anatomía humana.

Su léxico plástico dista mucho de haberse agotado, y podemos esperar cualquier nueva modalidad visual de su pasión y creatividad. Ahora bien, preferimos no hablar de sorpresa, pues, en la personalidad de Pérez Celis, existen una coherencia evolutiva y una articulación entre las sucesivas etapas de su producción. Sencillamente, estamos a la expectativa ante las últimas revelaciones de un trabajo encarnizado e inspiración insaciable. Sabemos que el maestro vive el acto de pintar como la verdadera actividad existencial, que transcribiríamos sintéticamente en tres palabras: duración, totalidad, absoluto.

Si la geometría y el constructivismo predominan en su obra al filo de los años, si correctamente  le consideran un «maestro de lo abstracto» (Barbara K. O’Keefe, directora del Museo de Arte de Coral Springs), Pérez Celis no rechaza los vínculos con lo real observado. Es capaz –¿a modo de juego?– de autorretratarse, aliando el realismo lineal y el fauvismo cromático. No obstante, su eslabonamiento con la realidad concierne  más a los espacios siderales., a través de una suerte de mapas celestiales  y de encuentros  con dimensiones ignotas. Dejemos nuestra imaginación flotar por los «Viajes» –astrales y a los puntos cardinales–  de ese cosmonauta  pictórico… vislumbramos entonces que partículas, atomos, estrellas,  planetas surgen y se organizan, culminando en unidades  compositivas. Materia y energías coinciden. ¡Solamente el arte rivaliza con las inmensas posibilidades de la ciencia!

En ciertos lienzos de Pérez Celis, cabría discernir un neo-expresionismo gráfico (¡que él adopta circunstancial y espontáneamente, sin afiliación!), con el dramatismo de perspectivas inventadas, de efusiones luminosas y de planos coloreados, porque la forma y aun la línea están presentes a modo de un requisito temperamental. Sin embargo el lirismo –subyacente o directo–  aporta, sin contradicción, una impronta emocional, y esto en la mayoría de las obras. Así la pintura «Rinascita», especie de «big-bang» alegórico, explosiva, irradiante, contrastada, se vuelve de repente imagen cuasi informalista. Estallido de luz, sombra y color, como en estado de formación, se va estructurando al compás de la contemplación y provoca un estremecimiento  incontenible.

Una abstracción singular

Consideramos necesario enfatizar que la abstracción, dominando en Pérez Celis, no se fundamenta en opciones formales, mas, derrumbando las barreras de una representación objetiva, corresponde a un sentido omnipresente  de la universalidad. Para él constituye la vía idónea, no sólo para múltiples incursiones estéticas sino para la transcripción plástica de inquietudes y cuestionamientos intelectuales., ¡hasta el punto de que el analista debe cuidarse de disquisiciones  metafísicas!

En nuestra opinión lo no-figurativo es la expresión sobresaliente y de infinitas variaciones, en una trayectoria de 50 años de encuentros. Además suscita la participación irresistible de un espectador, seducido por forma, color y luminosidad. Pero… respetamos la necesidad interior del artista, cuando él integra las incursiones de la figuración a sus espacios abiertos hacia el infinito…

Entre los valores que regían la pintura de Pérez Celis, Gaston Diehl citaba la veneración de los astros, la permanencia de lo sagrado, la universalidad de la pampa. No cabe duda, Diehl fue un crítico visionario de la obra –a la que él calificaba como «fastuosas evocaciones» de lo terrenal y lo celestial–, y esas propuestas perduran hoy en día, avanzando todavía más hacia lo universal y lo intangible. ¡Crítico visionario y artista vidente!

Observamos que Pérez Celis no ha abandonado su obsesión de los astros, por el contrario la ha intensificado y continúa su itinerario imaginario, más allá del sistema solar hacia otras galaxias y lo totalmente desconocido. Sentimos esa exploración como una búsqueda de lo absoluto, traducida por la luz, sus centelleos y sus estelas fosforescentes, ¡hasta la noche se vuelve luminosa en la paleta y su sutileza tonal! Un innegable misticimo ha envuelto siempre las cosmogonías del artista, es una huella sobrenatural totalizante, que prescinde de cualquier credo dogmático y sacraliza cualquier parcela del territorio pictórico.

Las superficies de los cuadros son generalmente vastas, a la medida pues del paisaje de origen  y sobre todo metáforas de las dimensiones ilimitadas del Cosmos. Una manera tal vez de evocar el refugio de la humanidad en el futuro, ya que la suerte amenazada de la Tierra preocupa también a Pérez Celis. Por cierto, la gravedad no existe en este discurso formal y cromático, y el movimiento de la mirada se desplaza discrecionalmente, de abajo hacia arriba, de la izquierda a la derecha, y viceversa. El espacio no conoce fronteras y la pintura se prolonga más allá de las orillas del lienzo…

No cabe duda de que esta exposición de un gran artista nacional argentino, aunque ajeno como lo era Jorge Luis Borges a los argentinismos, irá fascinando a los moradores de Bahía Blanca, Córdoba y San Luis, orgullosos de ese hijo de Buenos Aires y América, del planeta y el universo. Pues, junto a otras obras, que conformarán un  impactante conjunto antológico, «Sur-El Sur» va a viajar a varias ciudades argentinas, desde el mes de septiembre.

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