El mágico subconsciente

El mágico subconsciente

La mente, al igual que un “iceberg”, consta de dos partes. La parte más grande, el subconsciente, regula gran parte de nuestras acciones. La mente consciente, que equivale a la parte emergida del “iceberg”, nos ayuda en el proceso diario de tomar decisiones y nos presta su asistencia en las situaciones nuevas, cuando tenemos que aplicar el pensamiento racional para dilucidar lo que tenemos que hacer y cómo hemos de hacerlo.

En el otro lado está la mente subconsciente que representa una parte mucho mayor, exactamente igual que la parte sumergida del “iceberg”. La mente subconsciente se encarga de la repetición de los comportamientos aprendidos, cosa muy útil, ya que nos permite resolver las situaciones más rápidamente cuando se presentan de nuevo.

Cuando hemos aprendido a enfrentarnos a una situación, lo encontraremos más fácil la próxima vez, puesto que estaremos usando una información que ya habíamos almacenado. Un ejemplo sencillo: una vez que aprendemos que la puerta del horno quema, usaremos un paño para abrirla la próxima vez y evitar así que nos queme. Cuando hemos aprendido a manejar un auto, no estamos todo el tiempo pensando como poner los cambios de velocidades, pues la información que tenemos almacenada en nuestro cerebro lo hará de manera automática tan pronto como surge la misma situación. La información recibida por la mente consciente pasa directamente a la mente subconsciente. Ambas partes están estrechamente vinculadas. Todo cuanto una persona ve, oye o experimenta, es percibido por la mente consciente y luego almacenado en la mente subconsciente en forma de recuerdo. Dicho “ recuerdo “ se compone de la huella del incidente en sí, más la huella de la sensación o el sentimiento que trajo consigo.

Vamos a suponer que a usted le ha mordido un perro. Al vivir ese acontecimiento experimentó todos los sentimientos de susto, dolor y ansiedad que suelen acompañarlo. Esto se almacena en el subconsciente y su recuerdo influirá sobre sus reacciones frente a situaciones similares. La próxima vez que vea un perro actuará conforme a la pauta que guarda en su memoria, es decir, sentirá ansiedad al pasar cerca del animal o podrá hasta cruzar de acera para no pasar cerca de el. Cuantas veces en la vida ha escuchado que le han dicho a otras personas, o también a usted, “tú no vales para nada”, y esas personas pueden ser tu madre, tu padre, tu marido, tu mujer, tu novio, tu novia, tu jefe, o cualquiera que ocupe una posición de autoridad. La acusación puede ser injusta o exagerada, pero si te la repiten a menudo, la almacenarás en tu mente subconsciente y también guardará el sentimiento de cólera, resignación o depresión.

Si una persona repite una y otra vez durante un largo periodo de tiempo, “Tú no vales nada”, empezará usted a creer que realmente no vale nada y que es incapaz de hacer algo bien, porque tal será el mensaje automático que le enviará su subconsciente cuando surja una ocasión nueva, que tenga que probarse a sí mismo. Así, entrará en un círculo vicioso: como cree que no sirve para nada, actuará de acuerdo con esa creencia. Como no aborda las situaciones nuevas porque tiene miedo al fracaso, fracasará. De este modo, la acusación inicial, injusta de por cierto para con usted, se hará realidad como una profecía que se cumple, aún en el caso que al principio no era verdad. Estos ejemplos demuestran que existe un vínculo entre la información o los acontecimientos que experimentamos consciente (hechos), el almacenamiento y los sentimientos que los acompañaron (recuerdos) y el modo que actuamos (comportamiento), cuando nos vemos de nuevo en la misma situación. Cuando nos damos cuenta que por cualquier motivo no somos capaces de manejar una situación, proporcionamos a nuestro subconsciente una información negativa, una huella memorística de fracaso y cuando la misma situación u otra similar se presenta de nuevo, presumimos automáticamente que seremos incapaces de resolverla. Una vez que se ha establecido, la cadena hechos-recuerdos-comportamientos se pone en marcha automáticamente. Es posible, también, que el sujeto no recuerde ya el incidente. Sin embargo, continuará experimentando el mismo sentimiento que le asaltó cada vez que tropiece con una situación semejante.

Quizá haya olvidado que le mordió un perro cuando tenía 4 años, pero su mente subconsciente le “ recordará “ el incidente haciendo surgir el sentimiento de miedo que lo acompañó en aquella ocasión. Los sentimientos no surgen de la nada. Siempre están relacionados con un episodio real, que tal vez hemos olvidado por completo, por el motivo que sea. Cuanto más intenso sea el sentimiento negativo que acompañó al incidente en cuestión, más probable será que lo hayamos reprimido. Más probable será que no volvamos a recordarlo, pero seguirá estando ahí. Los sentimientos que hemos almacenados en la memoria se descargan siempre a través de nuestro comportamiento. Lo bueno de la cuestión está en que la cadena hechos-recuerdos-comportamiento funciona también en sentido positivo. Si le dicen que lo aceptan y quieren igual, aunque usted cometa errores, su mente subconsciente registrará esa información como un sentimiento de seguridad, al mismo tiempo que el mensaje de ser amado y aceptado a pesar de todo. Eso tan simple lo impulsará a intentar cosas nuevas, sin temer por el resultado, porque sabe que si no salen bien -como puede suceder-, su sentimiento de seguridad y de estima de sí mismo se mantendrá intacto.

Sin duda, habrá advertido mi insistencia en que la información ha de ser recibida repetidamente antes de echar raíces en la mente subconsciente y que un incidente tiene que ir acompañado de una emoción particular muy fuerte para imprimirse en el subconsciente e influir más tarde en el comportamiento de la persona. Cuanto más a menudo se repite un mensaje, más profundamente se graba en el subconsciente. Cuanto más fuerte es la emoción que acompaña a un acontecimiento, con mayor fuerza se graba esa emoción en el subconsciente. Ningún camino es demasiado largo para el hombre que permanezca decidido, sin premura, sin buscar honores y con paciencia, pero está demasiado distante para aquél que carece de estas cualidades.

Fuente: Revista Ciencia Plus

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