El magisterio en su laberinto de la mediocridad

El magisterio en su laberinto de la mediocridad

Desde hace mas de 50 años, el sistema de enseñanza, ha venido degradándose hasta llegar a este siglo con tremendas deficiencias. Estas se pueden traducir de cómo las nuevas generaciones de jóvenes están peor preparadas e inadecuadas para hacerle frente a los retos de la sociedad moderna. Sin embargo el MINERD está empeñado en contratar maestros que compensen las carencias en número y calidad de los existentes.
Las estadísticas son elocuentes cuando se comparan de igual a igual con el estudiantado de otras naciones. Se observan y se sufren los grandes vacíos de la formación escolar impartida a disgusto de maestros mal motivados, bien pagados pero hasta ignorantes. Y quizás hasta con mala fe de parte de ellos. Los jóvenes en su mayoría son de generaciones inadecuadamente mal formadas, sin familias, con tremendas lagunas que solo se llenan con la enseñanza delincuencial de la calle.
En las décadas del 50 y del 60 del siglo pasado, con el aumento de la población y abultamiento de la matrícula escolar demandando más maestros y escuelas, el gobierno acudía a lo que había disponible. Eran los jóvenes bachilleres que sus padres no podían enviarlos a la universidad estatal. En el magisterio tenían un nicho esperándolos para atender esa demanda por el aprendizaje. Así fueron nombrando cientos de jóvenes bachilleres, muchos sin vocación para el magisterio, pero una buena parte se capacitaron en los cursos que a la carrera se aplicaron para la capacitación de maestros. No eran los más aptos en ese entonces para la enseñanza a las tiernas generaciones que iban a ejercer sus roles en la sociedad. El avance de la civilización, desde la década del 60 del siglo pasado, transformó la imagen del maestro. Ya no era la imagen idealizada de mujer abnegada que diariamente se entregaba a sus alumnos, los cuales las respetaban y para muchos era una segunda madre.
Como el núcleo familiar se ha ido desintegrando y por las deficiencias del magisterio, las aulas escolares son el mejor horno para preparar a futuros lumpenes sociales que se insertan rápidamente en el sendero del delito. Eso lo vemos por el incremento de decenas de jóvenes delinquiendo impunemente sin miedo a la represión policial. El cuerpo del orden es un criadero de delincuentes, como se ve a diario por las separaciones deshonrosas de policías malandrines al formar parte de las bandas de antisociales que azotan a las ciudades.
Pero ya los maestros no son los abandonados de la suerte en cuanto a sus niveles salariales. En los últimos cuatro años sus salarios han sido objeto de sustanciales mejorías. Estas se reflejan en la adhesión del poderoso sindicato de profesores al partido oficial. Pese a las huelgas que organizan periódicamente son meras acciones cosméticas para darle un toque de realismo, lograr más conquistas y supuestamente doblegar al gobierno.
En la víspera del Día del Maestro lamentablemente cabe decir que es penosa la situación de la escuela dominicana. Tiene una masa estudiantil pésimamente motivada y peor incentivada, destinada tan solo a que un exiguo sector de la juventud se prepara y sobresale sobre los demás. Permanecen pisoteados miles de jóvenes, que egresados de las escuelas públicas, van a medrar en la retaguardia de un escogido grupo de sectores más preparados. Ellos han recibido la exigua educación de calidad que se ofrece en los centros privados y en algunos del sector público. O terminan como maestros.
La educación en los últimos años ha sido el sector oficial del país más privilegiado con los aportes cuantiosos del 4% del presupuesto dominicano. Aparte de haber sembrado el territorio de decenas de centros escolares y estancias infantiles, se implementó la alimentación escolar al establecer la tanda extendida que ha sido una ayuda a las familias con el bajo ingreso de los padres. Se equiparon las escuelas con los avances de la informática y hasta se mejoró la práctica deportiva.
Hasta ahora todo ha sido una desilusión por los resultados y la guerra permanente de los maestros. Pese a ser un sindicato oficial mantiene una independencia que se arrastra desde aquellos tiempos de FENAMA. Este sindicato en la década del 60, después de la caída de la dictadura en 1961, impactó peligrosamente en la estabilidad política de la década. Era una época que los temores a perder la democracia recién adquirida estaban a flor de piel. Era un miedo ancestral a los desórdenes que tan de moda estaban en los 60 cuando todos los sectores estaban demandando todo tipo reivindicaciones a los gobiernos precariamente instalados que trataban de torear las presiones para sobrevivir a la espera de mejores tiempos.

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