El manejo del mundo

El manejo del mundo

BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
América se unirá comercialmente para beneficio de todos, los el norte, los del centro, los del Caribe y los del sur. Quizá no falte tanto como parece y lamentablemente no será tan pronto como uno quisiera. América tiene tierra, agua, buen clima, gente trabajadora e industriosa, una clase dirigente miope, prácticas comerciales que comienzan y terminan con la ley del embudo y una gran experiencia en el uso de la fuerza para doblegar, para imponer.

Ahora se trata de desarrollar la riqueza que tenemos sin explotar, para beneficio de todos. Hay que juntar capitales, tecnologías, sistemas de comercialización y crear un gran Mercado Común Americano que incluya a todos los países.

Dirigentes continentales fuerzan, imponen, abusan, mientras Europa tiene objetivos definidos tras los cuales trabaja incesantemente. Los asiáticos echan p’alante, los africanos son explotados y nosotros comiendo de lo que pica el pollo.

El libre comercio es una pantalla que intenta obnubilar los sentidos para que veamos y aceptemos como bueno lo que nos perjudica. No hay reciprocidad.

Nos quitan lo nuestro y nos piden que aplaudamos. ¡Caramba, qué cosa!

Se discutió un acuerdo sobre aranceles mediante el cual los productos de los países desarrollados entren a nuestras naciones sin pagar impuestos o pagando lo mínimo.

Se creó la Organización Mundial de Comercio. Todo, para continuar con el dominio del comercio mundial.

Antes, impusieron sus productos enviando militares a invadir países, doblegar voluntades por medio de la fuerza, asesinar opositores a sus políticas.

Luego alguien se dio cuenta de que era preferible tomar una buena ración de vaselina para obtener el mismo resultado, sin que se notara la imposición.

Cuando se tiene la sartén por el mango como que todo parece más fácil y se logra con mayor rapidez. Palabras bonitas, medios de comunicación de cobertura mundial y una que otra dádiva de excedentes alimenticios, sirven para apantallar a mucha gente.

El 18 de mayo del 2005, el periódico Hoy publica en su página 8E una noticia muy reveladora: la Comisión Europea, uno de los nombres de la Unión Europea, amenaza con «medidas de salvaguarda, en forma de imposición de cuotas, si no se llega a un rápido acuerdo» porque aumentaron las compras de camisetas y los tejidos de lino.

Cuotas, subsidios, exigencias de calidades, higiene y toda suerte de trabas, son las armas con las que juegan los países económicamente poderosos en su afán por continuar dominando un mundo donde se acabaron los ignorantes.

Sencillamente: los productos chinos tienen mejor calidad y precios más bajos.

Ellos, los poderosos, no soportan la competencia. Están acostumbrados a la ley del embudo. Sólo creen en la libertad de comercio cuando los beneficia. Libertad quiere decir puertas abiertas.

Con gente de esa inteligencia y esas prácticas tenemos que negociar, comenzando por los estadounidenses. No permitamos la quiebra de nuestros productores que trabajan sin subsidios, ni préstamos a largo plazo, generalmente no reembolsables. Así no. Juguemos con las cartas boca arriba.

Y con los ojos bien abiertos, para que no haya barajas marcadas.

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