“El Manjar del Poder”

“El Manjar del Poder”

Manuel Cruz

El poder que tienen los gobernantes es tan pletórico y efímero, que históricamente muchos han caído en profusas vesanias y estridencias en aras de querer justificar la búsqueda de su permanencia en el mismo. Por eso, los pueblos siempre han estado observando recelosos las acciones de sus líderes.

Sin embargo, desde la antigua Sumeria son inconmensurables los actos ignominiosos que han realizado muchos funcionarios de todos los gobiernos enajenados por haber salido del oscurantismo social en forma repentina. Y, salen a restregarnos en la cara el distópico aforismo “que el poder es para usarlo”. 

Hologramas de Morrobel.   

El cíclope italiano Nicolás Maquiavelo estableció un apotegma que debe ser el eje transversal del realismo político; “es de gran importancia disfrazar las propias inclinaciones y desempeñar bien el papel de hipócrita”. Sin importar su visión axiológica del poder esa máxima evita confrontaciones sociales.

Empero, el pasado mes de marzo una dama que ostenta la condición de gobernadora de una de las provincias del país puso en evidencia públicamente de manera descarnada y cuchufleta su visión “morrobelica” del Estado, al expresar sin dolor en los ovarios que pronto sus compañeros del PRM “disfrutarían del manjar del poder”.   

En efecto, ese execrable paroxismo y traición del subconsciente pretendió ser subsanado pidiendo disculpas a través de una carta en la que solo faltó concluir citando al Chavo del 8 y decir, “fue sin querer queriendo”. Con el agravante, de que una versión parecida la vimos en 2020 con el asistente del alcalde Roquelito.

En tal sentido, parece que estamos viendo a funcionarios que se empeñan en ser hologramas de Don Melecio Morrobel viendo el erario como un botín al servicio de sus apetencias. Por ello, no importa si usted es rico y funcionario si tiene una mentalidad de pulpería en cualquier momento dejará salir las hortalizas de su cerebro.   

En Dirección Contraria.                                                            

Hasta un anodino o mozalbete en el campo de las ciencias políticas y las políticas públicas, puede percibir que el honorable señor presidente de la república está enfocado e interesado en construir y dejar una impronta de trabajo que le permita ingresar al selecto grupo de los presidentes bien valorados en el tiempo.  

A pesar de ello, parece que algunos acondroplásicos cerebrales del joven gobierno ni lo han entendido ni lo entenderán, por eso es que muchos escépticos dicen que son el otrora PRD aun cuando se nota que el presidente está en las antípodas de ese bodrio. ¡Caramba! Qué difícil es gobernar un país así.  

Es como si el futuro del país no pasara de ser una utopía cuya preocupación solo vive en la cabeza de aquellos que la carencia de alimentos los tiene delirando; en cualquier partido se escucha decir con una naturalidad fisiológica “necesitamos llegar al poder para resolver nuestros problemas”. (El de ellos).

Dentro de ese contexto, en política la deontología y el pensamiento colectivo se han convertido en la retórica de los descamisados pues desde que llegan al poder comienza el alzhéimer de campaña. Y, lo único que tiene y cobra sentido es el reconocimiento de los votos que buscaron para disfrutar del manjar del poder. Parece que los gobiernos pasados establecieron un estilo de gobierno.

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