El mar se traga el archipiélago panameño de San Blas

El mar se traga el archipiélago panameño de San Blas

Son las 9:00 de la mañana y acaba de escampar tras horas jarreando en la minúscula isla de Gardi Sugdub. Tres mujeres guna, la etnia indígena que habita el archipiélago de San Blas, en el Caribe panameño, esparcen arena seca sobre los charcos que acorralan su choza de paredes de caña y techo de paja.
La lluvia ha sido inclemente y las olas han saltado las rudimentarias barreras de coral que los guna construyeron hace años para proteger del aumento del nivel del mar este islote, casi plano y de apenas una hectárea y media de extensión,
La mayoría de las callejuelas lucen enlodadas y el agua ha llegado incluso a colarse en varios chamizos.
“¡Wegi, wegi, wegi! (¡Aquí, aquí, aquí!)”, le dice la más joven del grupo en lengua guna a la mujer que sujeta la pala y que no sabe bien dónde echar la tierra. La palada no es suficiente para rellenar el charco de la entrada y la mujer tiene que ir a por más arena.
La estampa solía ser típica de noviembre, el mes por excelencia de los aguaceros en Panamá, pero desde hace un tiempo se está volviendo cada vez más habitual: el calendario de lluvias se ha desbaratado y el mar no para de crecer.
“Antes apenas entraba el mar, pasaba solo unos días al año, pero ahora cualquier lluvia nos afecta porque nos estamos hundiendo. No hace falta ser científico para notarlo. Mira Nonumula, ya casi está bajo el agua”, explica Pablo Preciado, el “sagla” o líder espiritual de la comunidad.
“Hay días que el mar entra por los dos extremos de la isla y el agua de un lado se junta con el del otro”, añade María Armas, una de las maestras de este pueblo.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas