Nueva York. Es la carrera popular más conocida del mundo, la más grande y, sin duda, una de las más prestigiosas, pero para la directora del maratón de Nueva York, Mary Wittenberg, la prueba es principalmente una celebración de la ciudad y de la voluntad de superación de todos y cada uno de los atletas.
“En Nueva York no nos importan los récords, nos importa el esfuerzo”, explica Wittenberg en una entrevista con Efe, en la que destaca el gran honor que supone para la carrera que ese espíritu haya sido reconocido con el Premio Príncipe de Asturias de los Deportes 2014. La principal responsable de la prueba asegura que el objetivo número uno del maratón es “ayudar e inspirar a la gente” a través del atletismo. “Parte de la magia del maratón es que reunimos a los mejores del mundo con personas de todas las edades, capacidades y procedencias, que tienen el mismo gran sueño de correr un maratón en las calles de Nueva York”, explica.
Para la organización, “esos sueños son exactamente igual de importantes que los de los corredores que tratan de ganar la carrera». Wittenberg, atleta aficionada en su juventud, defiende ese espíritu del deporte amateur pese a dirigir desde 2005 una organización, New York Road Runners, que con 40.000 miembros y más de 100 eventos mueve cada año millones de dólares.
En ese tiempo, ha tenido tiempo de vivir varios momentos memorables, entre los que ella destaca la participación en 2010 del minero chileno Edison Peña, que completó el recorrido sólo un par de meses después de pasar 70 días bajo tierra en el derrumbe de la mina San José. También se queda con la imagen de la británica Paula Radclife portando a su hija en brazos en la celebración de su regreso triunfal en 2007, diez meses después de dar a luz.
Pero lo primero que le viene a la mente cuando piensa en buenos recuerdos es la última edición, solo unos meses después del atentado terrorista contra el maratón de Boston y tras la suspensión de la prueba en 2012 por el huracán “Sandy». “Fue una celebración especial para la ciudad y para el maratón después de la tragedia de Boston, del huracán… Realmente te dabas cuenta de lo especial que es para la gente”, rememora.
Para ella supuso además un alivio, después del mal trago que pasó un año antes, cuando su gestión fue muy criticada por esperar a última hora para cancelar la prueba en una ciudad destrozada por “Sandy”, que dejó a decenas de miles de personas sin hogar y a muchos zonas sin los servicios más básicos. “Miro atrás y sé que estábamos tratando de hacer lo mejor para la ciudad y para los corredores. Estoy feliz porque hemos podido regresar y tener de nuevo a la gente corriendo y ayudándose los unos a los otros”, señala Wittenberg. Pese a sentirse “cómoda” con el tamaño actual -en 2013 completaron la carrera más de 50.000 personas-, no descarta que el maratón siga creciendo, aunque siempre con cautela.
“Es más importante ser el mejor maratón del mundo que el más grande. Así que somos muy cuidadosos”, explicó Wittenberg. Más importante para ella es seguir ampliando el resto de actividades que promueve la New York Road Runners, sobre todo sus programas para impulsar el deporte entre niños, ancianos o grupos desfavorecidos. “Sentimos que tenemos una responsabilidad para alentar un movimiento global y ayudar a que la gente corra en ciudades de todo el mundo”, explica la directora, que destaca también los esfuerzos para incluir a comunidades como la hispana en sus actividades.
“Nuestro objetivo número uno es ser un modelo para otras organizaciones y ciudades, así que realmente tratamos de poner a la gente a correr durante todo el año”, concluye.