Historia cambió dramáticamente cuando Nixon visitó China
La independencia de Taiwán significa la guerra», declaró el Ministerio de Defensa de China. EEUU, conciliador, señaló que las tensiones no deben conducir a “nada que se parezca al enfrentamiento».
Ciertamente debe evitarse una confrontación que nadie debiera querer ni buscar. Washington debe atenerse al espíritu de tres comunicados conjuntos sobre ese tema y los compromisos políticos asumidos. China nunca habla de guerra pero EEUU, abierta y agresivamente, enrareció el ambiente y Taiwán es línea roja para Beijing.
La historia es conocida, cuando los comunistas derrotaron en 1949 a las fuerzas del general Chiang Kai-shek que ostentaba el cargo de presidente, éste fue evacuado hacia la isla china de Formosa con parte del ejército, el empresariado y conexos mediante el más gigantesco puente aéreo y naval donde instaló el viejo gobierno que siguió siendo reconocido por el mundo menos URSS y Europa Oriental.
Permaneció en el Consejo de Seguridad de ONU proclamándose representante de toda China. La historia cambió dramáticamente cuando el presidente Nixon visitó China y comenzó un acercamiento con Beijing. Se acordó que el representante de Chiang Kai-shek saliera de ONU y Beijing ocupara el asiento como representante legítimo y único de China.
Entonces desde Taiwán “descubrieron” que “habían dos Chinas”. Hoy solo 14 pequeños países –y el Vaticano- la reconocen. Hasta 1987 Taiwán estuvo bajo ley marcial y una feroz dictadura a la que se le acusó de torturar y asesinar a decenas de miles por comunistas o sospechosos.
Kissinger promovió el acercamiento a China en 1971 como ejercicio de “realpolitik” porque la potencia de China no podía ser “ignorada por más tiempo» (mucho menos ahora) y aun reconociendo la rivalidad ideológica, resaltó la necesidad de una distensión. En el Comunicado de Shanghái de 1972, firmado por Nixon, se destacó la disposición de “construir un puente” y se mencionaba la existencia de “una China”.
Un nuevo comunicado conjunto de diciembre de 1979 anunció el establecimiento de relaciones diplomáticas, los EEUU reconocían a la República Popular como única representante y Taiwán como parte de la misma. Washington aceptaba tres condiciones requeridas por China: ruptura con Taiwán, retirada de sus fuerzas militares en la isla y suspensión del Tratado de Defensa Mutua vigente.
EEUU mantendría vínculos comerciales y culturales y aunque no se mencionó explícitamente, continuaría provisionalmente la venta de armas. Tras nuevo comunicado de 1982 reafirmaban lo acordado y para el presidente Reagan las relaciones abrían “nuevas perspectivas estratégicas” que calificó como “vitales”.
Ante amenazas independentistas, Beijing, aprobó en 2005 una Ley Antisecesión reafirmando que “Solo hay una China en el mundo” y que “nunca se permitiría la independencia de Taiwán”. La ley llama a “reunificación pacífica” advirtiendo que “empleará medios no pacíficos… para proteger la soberanía y la integridad territorial de China”. Hay un solo camino de solución para resolver el conflicto: negociar seriamente.
La Ley de referencia establece que tras reunificarse pacíficamente “Taiwán puede practicar sistemas diferentes a los del continente y disfrutar de un alto grado de autonomía”.
EEUU tiene un compromiso político claro, esperémosle realismo y promuevan negociación y clima de paz y no un escenario que estremezca todo el mundo.