El maremoto que sacudió a la tierra

El maremoto que sacudió a la tierra

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
El poderoso terremoto que se produjo el domingo 26, con su epicentro en las cercanías de Indonesia, sorprendió a todos los sismólogos, y más, a millones de seres humanos, en torno al golfo de Bengala, que muchos perdieron sus vidas y propiedades, cuando las inmensas olas del maremoto, o tsunami como se le conoce en el área del Pacífico con olas gigantescas, viajando a 800 kilómetros por hora, arrasó hermosos resorts y poblaciones, dejando una estela de muertos superior a las 150 mil personas.

El mundo reaccionó sorprendido después de las festividades de la Navidad el día anterior, y a medida que las cadenas de noticias televisivas iban presentando las imágenes y sus reporteros comenzaron a viajar desesperadamente hacia las áreas del desastre, era que se iba conociendo la magnitud de la tragedia, que a todos nos impactó, de manera tal que en las celebraciones de Año Nuevo, en las ciudades más importantes, se iniciaban con dos minutos de silencio por la enorme cantidad de víctimas registradas y pérdidas materiales superiores a los $14 mil millones de dólares.

El Tsunami asiático, como se le conoce en la televisión inglesa, se ha mantenido sobre el tapete, destacándose el hecho de como la India quiso minimizar la magnitud de la tragedia y anunció que no requería ayuda internacional e Indonesia surgía devastada con más de 100 mil muertos, y las áreas rebeldes de los tamils en Sri Lanka se abrieron para permitir la llegada de ayuda humanitaria, donde sostienen una lucha de 20 años de guerrillas en contra de los hindúes.

La tacañería norteamericana fue puesta de manifiesto, cuando en la primera semana, la ayuda más esperada, llegaba a cuenta gotas, y el presidente Bush, se disculpaba de esa lentitud y anunció un paquete de ayuda de unos $350 millones de dólares, muy inferior a lo que los japoneses que anunciaron $500 millones de dólares para socorrer a los 12 países del Asia y Africa e islas menores, afectadas por tan enorme tragedia de la Naturaleza, fruto de la colisión de dos de las placas que forman la corteza de la Tierra, que periódicamente hacen de las suyas para recordarles a los humanos que ellos no son los dueños del planeta.

Los millones de seres humanos, afectados por la tragedia, a dos semanas de su ocurrencia, permanecen como sonámbulos, sin percibir las consecuencias de los efectos del maremoto, que esparció sus efectos mortales por todo el Océano Indico con su golfo de Bengala hasta las costas de Africa de Somalia y Tanzania. Esa mañana del domingo 26, cuando los turistas, que disfrutaban de las hermosas playas de Tailandia y de Indonesia, vieron llegar las primeras olas y las contemplaron hasta con botellas de cervezas en las manos y filmando lo inusual de la frecuencia, creyeron que era algún fenómeno del mar sin otras consecuencias, hasta que repentinamente olas más poderosas, de más de 10 metros de altura, hicieron su aparición y cruzaron las playas, inundaron las áreas de los hoteles como piscinas, comedores, calles aledañas, etc, arrastrando todo tipo de vehículos y trenes y a millares de personas que lucharon por sus vidas, muchos lograron retenerla milagrosamente, pero otros perecían arrastrados por un mar devorando todo, hasta más de 15 kilómetros tierra adentro, en gran parte ocupados por bellos resort turísticos, disfrutando en ese fin de semana de Navidad por millares de visitantes europeos, norteamericanos, algunos latinoamericanos y asiáticos.

Los dominicanos fuimos afectados por un maremoto el 4 de agosto de 1946 cuando la población de Matancitas en Nagua fue devorada por las aguas de la Bahía Escocesa, que se agitaron fruto del gran terremoto que afectó al país, destruyendo muchos inmuebles y llenando de pánico a todos un país, inerme frente a esos fenómenos de la Tierra. Otro gran aluvión de agua arrastró a cientos de dominicanos y haitianos el pasado 24 de mayo, cuando el río Blanco en Jimaní, hizo la gran creciente del siglo e impactó en la conciencia nacional por la crudeza de las escenas que se vivieron allí y de como se disponían de los ciento de cadáveres que fueron depositados en fosas comunes, tal como ocurrió en varias partes de los países asiáticos afectados por el maremoto del día 26.

El mundo se ha conmovido por la tragedia asiática y la lección es enorme para todo el planeta, que obligará disponer de mejores sistemas de alerta para el caso de los maremotos, ya que las olas enormes tardaron, en algunos casos, hasta seis horas para llegar a las costas de la India y Sri Lanka. Sin embargo, la gente disfrutaba de una soleada mañana dominical en su descanso, gozando de las playas o realizando sus tareas ordinarias, sin tener en cuenta que se aproximaba la muerte con una fuerza terrible y les tomó de sorpresa, ya que muchos admiraban las primeras olas, extrañas por su violencia, y ahora se ve de como el planeta recompone sus placas.

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