El «marketing» del Metro está en crisis

El «marketing» del Metro está en crisis

POR HAMLET HERMANN
Reconozco mi adicción por la prensa escrita. La prefiero porque es la que deja plasmadas en blanco y negro, para siempre, las ideas de aquel que las exponga. Quizás los periódicos impresos en papel no sean absolutamente representativos de todos los medios de comunicación, pero están muy cerca de serlo. Esto así, me he entretenido dándole seguimiento a través de la prensa escrita al proceso de «marketing» del Metro de Diandino Peña. El bulto de publicaciones ya ha llenado más de una carpeta de tres ganchos. Y parece que todavía no termina.

Esta etapa de mercadeo masivo aparentemente no estaba en los planes de sus promotores. Pero se vieron forzados a ello cuando el ingeniero Peña explicó el proyecto al Consejo de Gobierno en el Palacio Nacional. Allí «la criada le salió respondona» y sus colegas Ministros lo mandaron a buscar consenso entre la población. Ahí empezó a arder Troya. Desde entonces Diandino ha pontificado ante trece diferentes auditorios sobre lo que llamó «un sueño del presidente Leonel Fernández». El despliegue de tecnología en cada presentación y la elocuencia del disertante han sido de primera. Lo que ha estado ausente es el debate técnico y científico con urbanistas sobre la ciudad de Santo Domingo, sobre el transporte en República Dominicana con especialistas en la materia y con economistas sobre las necesidades de la población, no las ambiciones de los grandes constructores.

La prensa escrita es implacable cuando deja impresa en blanco y negro la secuencia de hechos. Con lo publicado sobre el Metro se puede hacer contabilidad de los pro, de los contra y hasta de los que quieren estar bien con dios y con el diablo. Sin contar con las habituales y abundantes declaraciones del ingeniero Peña y de los altos funcionarios del gobierno del PLD, así como dejando de lado los espacios pagados, 52 personas o instituciones se han expresado sobre el tema. Catorce han aprobado la propuesta y treinta y ocho se han opuesto. Una relación de 2.71 opiniones en contra por cada una a favor. Los catorce que han apoyado la construcción inmediata del sueño presidencial se componen de cinco empresarios de grandes grupos constructores, un medio de comunicación, un periodista, cinco empresarios medianos y, muy importantes, los dos principales jerarcas de las iglesias católica y evangélica.

En la acera del frente, entre los treinta y ocho personajes que consideran ese proyecto en la actualidad como una pesadilla, hay nueve profesionales de la ingeniería y el urbanismo (que no es lo mismo que decir contratistas). Además han opinado en ese sentido tres grandes instituciones empresariales, dos directores de medios escritos y un maestro del periodismo, seis académicos (entre ellos dos rectores universitarios), seis ciudadanos de oficios diversos, cuatro políticos de la oposición y, como si todo eso fuera poco, hasta dos miembros del comité político del PLD.

Repito que la colección de recortes de periódicos de tres semanas que lleva este debate es impresionante. No obstante, es muy revelador que el «marketing» del Metro, a pesar de los descomunales despliegues de poder económico, no está logrando sus propósitos. Parece que sus promotores están padeciendo de un glaucoma técnico que sólo les permite ver los supuestos inconvenientes del transporte público de la avenida Máximo Gómez de la capital dominicana. Como si el resto de la ciudad y del país estuvieran operando satisfactoriamente. Y todavía insisten en seguir haciendo costosas exposiciones y publicaciones de enormes espacios pagados porque tienen su público entre aquellos que pudieran resultar beneficiados con las descomunales inversiones que conllevaría ese proyecto. No en balde puede notarse en los espacios pagados del «marketing» del metro que, también en ese proyecto, constructores de Hipólito Mejía coinciden con contratistas peledeístas y reformistas. Porque todos han comido siempre del mismo plato y quieren seguir comiendo. Y parece que ese aspecto de la comunión entre los que pudieran resultar favorecidos con una tajada lo consideran como algo de continuidad del Estado y de sus necesarias impunidades.

De todas maneras, la relación de casi tres opositores por cada partidario del Metro de Diandino los está sacando de sus casillas. Tan mal y tan desamparados de apoyo se encuentran que, asombrosamente, se fueron hasta Santiago de los Caballeros a ofrecerles la posibilidad de construir otro Metro, cuando todavía no tienen todo amarrado para hoyar el primero. Irse a mercadear un metro para el Cibao no puede significar otra cosa que falta de cordura y la admisión de que están dispuestos a despilfarrar el dinero que este país no tiene aún cuando el pueblo entero se les oponga.

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